ELOBSERVADOR
CAROLINA AGUILAR

“En Cuba, hicimos otra revolución de mujeres”

Confidente de Fidel en la lucha feminista, esta argentina colaboró con la creación de los círculos de cuidado de madres trabajadoras, sistema modelo en la región.

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Ellas. El socialismo real tuvo una política de género en la que Carolina Aguilar fue protagonista. | Sergio Piemonte
Carolina Aguilar era una simple maestra de Entre Ríos con tintes peronistas. Hasta que un día, su vida dio un giro inesperado: terminó siendo parte del gobierno de Fidel Castro, como una referente de los derechos de la mujer: fundó la Federación de Mujeres Cubanas y dirigió por 30 años la revista femenina Mujeres. “A mí me tocaron privilegios impensados”, rememora su historia desde el Instituto Patria en Congreso. “Imaginate una maestra en Rincón del Anda, en las costas del río Uruguay, nacida en Urdinarrain, Gualeguaychú, Entre Ríos, que tuviera esa oportunidad”, le cuenta a PERFIL en su breve paso por Buenos Aires.

PERFIL: ¿Cómo fue que una maestra de Entre Ríos termina en Cuba?
CAROLINA AGUILAR: El amor y las ideas hicieron que me enamorara de Santiago Riera, un exiliado cubano que vino en 1957 a Buenos Aires, escapando de la dictadura de Batista. El era miembro de la conducción del Movimiento 26 de Julio, que ya avanzaba en su revolución desde Sierra Maestra. Por amigos entrerrianos que teníamos en común, me dijeron: tenemos aquí (en Buenos Aires) a un cubano que ha llegado totalmente destrozado, torturado por la dictadura de Batista.

Solidaridad. “Yo me moriría de vergüenza como mujer peronista que soy, si llegaba a decirle a un revolucionario que no lo puedo ayudar –dice Aguilar–. Estaría en contra de mis convicciones.
Pero como mi hermana era enfermera de la UOM, lo ayudó. Lo conocí y nos enamoramos. Eso nos unió: el amor y las ideas. A los 81 años, estoy segura de decir que jamás podría haberme enamorado de alguien que tuviera convicciones políticas distintas a las
mías. Luego de vivir juntos un año en Buenos Aires, momento que le dio la posibilidad de conocer diferentes dirigentes sindicales y la familia Guevara, nos fuimos a Cuba. Cuando Fidel comenzó con la organización del gobierno, se reunió con sus amigos y compañeros. Viajamos en marzo de 1959, junto a otros exiliados cubanos y la familia del Che. Jamás pensé el nivel de relaciones que tenía mi marido con Fidel. Fidel era del Partido Ortodoxo de centroizquierda y de la Unión de Estudiantes de Enseñanza Superior porque estaba estudiando abogacía en La Habana. Mi esposo también”.
Una vez en Cuba, ella comienza a relacionarse con otras mujeres de la revolución. Una de ellas fue Vilma Espin, presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas, quien también fue la esposa de Raúl Castro. “Me dijo que trabajara en una provincia para conocer la Cuba profunda”, dice. Así fue que se convirtió en secretaria de Educación de la provincia de La Habana, desde los comienzos de la revolución hasta 1964. “Fui una testigo vivencial de cómo vivían las mujeres en Cuba, tanto en el campo como en la ciudad. Cuando veía a las campesinas, directamente era una situación de esclavitud. Un atraso. Y cuando veía a la burguesía criolla en la ciudad, la veía tan pro norteamericana. Tan enajenada”. También hizo campañas de alfabetización de maestras. “Antes de la revolución, 700 mil eran analfabetos de una población de 6 millones. El 57% eran mujeres. Hoy el 66% de la fuerza calificada profesional son mujeres”, asegura Aguilar.
—¿Qué recordás de Fidel?
—Fue increíble conocer a un hombre de su talla humana, de su sensibilidad. Fue un sueño grato. Al movimiento de las mujeres lo calificó como un movimiento necesario. Fidel nos decía que la revolución no podía ser ni calco, ni copia. Sino creación heroica. Era una frase del poeta peruano (José Carlos) Mariategui. Entonces desde la Federación de Mujeres planteamos la participación de la mujer en la vida social. En realidad, la mujer siempre ha trabajado como una leona, pero más en la esfera privada, como cuidadora, lavandera,  cocinera.

Amas de casa. “Era un trabajo que para que la sociedad asuma era muy caro. Lo que las amas de casa hacen tiene un valor inestimable, no sólo en la reproducción de la vida, sino de la ideología, la cultura y la política, que es tan importante. Entonces, Fidel llamó a nuestro proceso una revolución dentro de otra revolución porque hubo que revolucionar la forma de pensar tanto de mujeres, como de hombres”.
—¿Y cómo fue que te dedicaste al tema de género en Cuba?
—A los pocos meses de estar en el poder, Fidel convocó a todas mujeres. En ese momento, yo trabajaba con mi marido en una farmacia, donde también trabajaba la futura esposa del Che. Ella me dijo que vaya a escuchar y aprender. Fidel, en medio de la revolución, empezó todo un proceso reflexivo de las mujeres. A las reuniones fueron las campesinas, artistas, profesoras universitarias y escritoras. Nosotras decíamos que triunfar en la literatura era muy difícil: había que cuidar a los niños –señala la entrevistada.

Fidel y las mujeres. “Hizo un diagnóstico a partir de los problemas que le contábamos y llegó a la conclusión de que las mujeres en Cuba debían ser redimidas porque eran discriminadas, tanto en los ámbitos público y privado, por el sólo hecho de ser mujeres –continúa–. En la familia, las relaciones eran de dominación, de esclavitud. Eran mantenidas. Una de las grandes revoluciones de la mujer fue pasar de ser mantenidas a emancipadas”.
—Vos pudiste llevar adelante ese modelo en vos misma porque fuiste madre, y a la vez, planteaste una ruptura en el sistema de cuidado. ¿Cierto?
—Sí. En el 60 tuve mi primer hijo y en el 61 nació la segunda. Ese año inauguramos los primeros cinco círculos infantiles. Fidel nos decía que era necesaria la conciencia crítica para diseñar los planes que hacían falta. Nos dijo que la primera tarea era solucionar quién nos cuidara a los hijos: por eso abrimos círculos de cuidado. Fue una institución modelo de Cuba. Ni calco, ni copia.

Perón, Evita. “Las madres de las trabajadoras llevan a sus hijos y pagan una cuota. Había prioridades según las profesiones. Funciona desde las 7 de la mañana a las 6 de la tarde, desde los dos meses de nacimiento. Llegan hasta los 6 años del niño. Hemos comprobado que los chicos que tienen la oportunidad de socializar, aprenden muchas cosas a través del juego. No les pusimos de nombre guarderías porque sonaba a guardar un objeto. Entonces se le puso como nombre círculos infantiles”, explica Carolina Aguilar a PERFIL.
—¿En Buenos Aires vos luchabas por los derechos de la mujer?
—Sí, yo estudié gracias a Evita. En 1948, ella pasó en un tren sanitario por
Entre Ríos y como yo tenía un compañero que era el hijo de un obrero de la estación, su papá nos dijo exactamente dónde iba a parar el tren a cargar agua. Entonces le pregunté a mi mamá: ¿qué hago? Y ella me dice: “Escribile una carta y le decís tu deseo”. Le escribí una carta muy corta: “Evita, mi familia es muy pobre pero quiero ser maestra. Yo quiero estudiar. Es mi deseo más grande, pero aquí no hay escuela normal, ni secundaria”. Yo tenía 12 años. A mí me atrajo la Revolución del 43, Farrell, Ramírez, Perón. La secretaría de Trabajo y Previsión.
Ese federalismo hizo que me apasionara.