Daniel Scioli y su trío naranja
Dentro de su “círculo rojo”, suelen presentar a Daniel Scioli como un líder que está en todo: desde la foto que debe salir en la gacetilla de prensa, hasta su discurso en los medios. Pero esta semana fue turbulenta y parece que se le escaparon algunos detalles: las inundaciones azotaron más de 39 municipios bonaerenses, mientras el gobernador de la Provincia se encontraba de viaje en Roma. Si bien retornó a las pocas horas de haber llegado, fue blanco de toda clase de críticas por parte de la oposición. Su equipo de campaña salió a defenderlo mientras “el líder” estaba a kilómetros de distancia.
Este equipo que el candidato presidenciable conformó para la campaña está conformado por un grupo de personas de confianza con tareas divididas: su trío naranja.
“Fueron doce horas afuera en las que él iba con todo armado para el control periódico de su prótesis y cuando llegó se dio media vuelta y regresó. Afortunadamente, las aguas están bajando y somos un gobierno que siempre siguió en todo momento trabajando duramente, como tiene que ser, en aliviarles la situación a estas miles de personas afectadas”, asegura su vocero Jorge Telerman, desde su despacho en las oficinas centrales del Banco Provincia, a PERFIL.
Amigo de la infancia. Antes que ninguno, está su amigo de siempre, su mano derecha, Alberto Pérez. El actual jefe de Gabinete de Ministros de la Provincia es el encargado del armado interno con los ministerios y secretarías. Es su gran confidente.
Con Scioli, se conocieron hace 17 años por ser ambos compañeros de militancia del Partido Justicialista, donde llegó a ser presidente de la Juventud Peronista y vicepresidente del PJ en Capital. En 1991, con 26 años, Alberto estuvo al frente del Centro de Estudiantes de la Universidad de Ciencias Políticas del Salvador, donde se recibió de politólogo. Es un hombre más bien reservado respecto a su vida privada, vive con su mujer y tres hijas. No es muy activo en las redes sociales, pero sí una de las caras de Daniel ante las cámaras. Un avezado dirigente peronista bonaerense hoy no alineado con ninguna fuerza indicó a PERFIL que Pérez le tendría que haber insistido más a Scioli con aplazar el viaje a Italia. Dentro del sciolismo, aseguran que el candidato a presidente es de escuchar a su equipo, pero que con ciertos temas “muy pocos se le plantan porque tiene una personalidad muy fuerte”.
Y aquí es donde entra en escena otro de sus asesores, uno de los más mediáticos: Jorge Telerman. Su tarea es la de estar al frente de las estrategias comunicaciones. Al actual vocero oficial de Scioli se lo ve seguro en su cargo: ya había cumplido el mismo rol con Antonio Cafiero y fue asesor de campaña de Eduardo Duhalde. El funcionario afrancesado es uno de los últimos que se subieron a la “ola naranja”; conoce a Scioli desde hace diez años. En 2012, luego de un tiempo alejado de los cargos públicos, tras su segunda derrota en la Ciudad de Buenos Aires como candidato a jefe de Gobierno, volvió al poder político tentado por Scioli. “Este fue un año muy difícil para la Provincia, Daniel me convocó y como yo creo que en los momentos más difíciles es cuando hay que dar testimonio del compromiso, acepté”, afirma Telerman a PERFIL. “Scioli es quien efectivamente dirige esto. En la campaña está en cada uno de los aspectos. Por supuesto, confía y delega. Pero la decisión final es la de él”.
El manejo de la caja. El tercer soldado es Gustavo Marangoni, alias “Maranga” entre sus amigos. Es el presidente del Banco Provincia y, al igual que Pérez, conoce desde hace muchos años a Scioli. También cumplió la tarea de vocero oficial. Se conoció con Alberto Pérez en la Universidad del Salvador, cuando los dos estudiaban Ciencias Políticas. Fue militante eclesial, seguidor de Carlos “Chacho” Alvarez. En 1997, conoció a Daniel Scioli, quien lo convocó para integrar sus equipos técnicos. Dentro de la campaña, llegó a haber trascendidos acerca de una división en el equipo entre los más nuevos y los más vitalicios al lado de Scioli. Algo que Telerman negó rotundamente: “Esto no es así. Todos nos llevamos muy bien”. Como parte de este equipo también lo acompañan Cristina Alvarez Rodríguez, Juan Caurel y Pepe Scioli en el territorio.
El chico super poderoso de Macri
Simplemente Marcos. Es quizás el jugador más importante dentro de la estructura del PRO y del Gobierno de la Ciudad, pero cultiva el perfil bajo y sólo aparece en público cuando es necesario, con las palabras justas. Como el domingo 9, cuando frente a la demora por los datos oficiales de la elección reclamaba un cambio en el sistema electoral. O, las semanas previas, para defender (o aclarar) la peronización del discurso de Macri y Vidal. Es tan bajo su perfil que ni siquiera fue objeto de los ataques del progresismo porteño por sólo haber conocido las aulas de instituciones educativas privadas (el Champagnat y la Universidad Torcuato Di Tella), ni cuando siendo legislador de la Ciudad presidía la Comisión de Educación, Ciencia y Tecnología, o porque su padre Félix fue funcionario del menemismo.
Peña fue uno de los fundadores del PRO, en 2002, después de la hecatombe y en medio del “que se vayan todos”. Previo a eso, había colaborado con su padre cuando era Subsecretario de Comercio Exterior del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, a fines de los 90.
Cuando finalizó la Licenciatura en Ciencia Política y Gobierno de la Di Tella, junto a su amigo Enrique Avogadro (actual subsecretario de Economía Creativa del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires) se embarcó en un barco de carga en Campana rumbo a Kuala Lumpur y ambos recorrieron todo el sudeste asiático. Esto muestra otro rasgo que quienes lo conocen desde que era chico destacan: es cero glamour.
“No es un monje negro. Es despojado, ni siquiera tiene un buen traje ni nada que pueda explicar su interés por algo superficial”, lo define alguien que lo conoce de adolescente.
Gestión, más que ideología. En su debut como legislador, en 2003, fue el más joven hasta ese momento en ser parte de la Legislatura: tenía 26 años. En ese entonces, los Macri’s boys se dividían en el Grupo Nogaró (Federico Pinedo y Diego Santilli) y los “Festilindo”, donde estaban Peña y Gabriela Michetti. Cercano a Mauricio Macri desde el inicio, se transformó en uno de sus principales asesores tanto desde su rol de secretario de Gobierno como desde la autoría de las diferentes campañas de Macri en la delicada área de Comunicación.
Quienes lo critican y quienes lo elogian coinciden en que la firmeza y la afabilidad en el trato son dos rasgos que lo definen. “Y la misma lealtad que exige es la que ofrece. Marcos se alió con Horacio (Rodríguez Larreta). Contra lo que pensaba Duran Barba, Marcos creía que Horacio ganaba”.
Armar equipos y acercar gente que él considera inteligente, respetable y de pensamiento independiente (como el filósofo Alejandro Rozitchner, el periodista Hernán Iglesias Illa e Iván Petrella, filósofo especializado en asuntos religiosos) es otra de sus características.
Su bajada de línea es irrevocable: todos respetan a rajatabla lo que determina. De la no ideología, los globos y los colores a dar un vuelco para que la ciudadanía viera que no todo eran globos de colores y que era el tiempo de las propuestas reales. “El que pone en funcionamiento la estrategia es Marcos. Duran Barba hace estudios, encuestas, investigaciones y saca conclusiones. Duran Barba no tiene tanta influencia; analiza, da recomendaciones, pero no siempre son seguidas. Está en la mesa chica pero es una voz más. El giro del discurso para mostrar que no somos dogmáticos en que una empresa sea privada o estatal no es lo importante, sino que tiene que funcionar bien, es obra de Marcos”, detalla otro colaborador.
Esto lo ha enfrentado en discusiones, dentro del propio PRO, con otros referentes que hubiesen preferido definiciones políticas más claras. Y seguramente, respecto de las diferencias con la alianza Cambiemos, teniendo enfrente al Coti Nosiglia, no sea fácil la discusión.
Para Macri es fundamental. Y, pese a su juventud, probablemente el mayor “no” que le hayan dicho vino de Peña. “En 2011, Mauricio y otros querían tirarse a las presidenciales para perder, pero al mismo tiempo posicionarse. Y ellos lo convencieron de que no se presentaran. Eso fue un impulso fuerte para Marcos, frente al 54% que luego resultó para el FpV”, recuerda alguien que estuvo cerca de aquellas negociaciones. “Macri dice que sí a todo, Marcos le dice que no y Macri le hace caso. Lo enfrenta. Es con quien confronta ideas político-estratégicas. Ni Emilio Monzó pudo sacarle ese lugar”, reconoce.
Sergio Massa se queda con De la Sota
A partir de la crisis interna que sufrió el Frente Renovador, la campaña electoral y sus referentes cambiaron. El lugar que dejó vacante Juan José Alvarez a principios de este año no pudo ser ocupado por una sola persona: los diputados Graciela Camaño, Felipe Solá, el senador provincial Sebastián Galmarini e incluso Malena Galmarini, esposa de Sergio Massa, consolidaron un equipo de campaña.
“La diferencia entre la campaña de Massa y las del resto de los candidatos está en el origen: Massa es un primus inter pares, el primero entre iguales. Esto le dio al principio una ventaja estratégica, que era la generación de una “comunicación guerrillera”. Esta campaña de “guerrilla” o de “partisanos” estuvo centrada en el manejo de los territorios municipales de la Provincia, con eje principal en Tigre. Es decir, la campaña del Frente Renovador se hacía desde diferentes espacios locales liderados por la confederación de intendentes que había nombrado a Massa como la cabeza del movimiento. Esto fue una ventaja hasta que tuvo una crisis que le produjo un cambio en la estructura del equipo y, por lo tanto, en su estrategia de campaña”, explica Luciano H. Elizalde, decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral, doctor en Comunicación e investigador del Conicet.
Los estrategas que lideran a los equipos de campaña son el peruano Sergio Bendixen y el español Antonio Sola. El primero se radicó en Estados Unidos y asesoró a Barack Obama sobre cómo captar el voto latino. La campaña de Massa no es profesionalizada como la de Mauricio Macri o Daniel Scioli, ya que tampoco cuenta con los mismos recursos económicos. “Sergio es un dirigente político muy comprometido con lo que hace y no deja en manos de cualquiera el trabajo. El está en todo. Es difícil seguirle el ritmo. Con los equipos técnicos estamos preparando el bagaje de propuestas que vamos a poner sobre la mesa. Creemos que es una obligación que los candidatos digan qué van a hacer”, explica Camaño.
“Massa tiene un grupo de consejeros, no un equipo de campaña. El toma las últimas decisiones. Uno de sus grandes errores fue monopolizar y centralizar las funciones. El no puede ser jefe de campaña, de prensa y de gestión. Tiene que haber una persona con autoridad que pueda decidir mientras el candidato focaliza en las propuestas”, dijo una fuente cercana al Massismo a PERFIL.
De todos modos, parece que fue necesario pensar en un nuevo jefe de campaña para aumentar el éxito. Este martes habrá una reunión en Córdoba entre Massa y José Manuel de la Sota para que el gobernador cordobés ocupe ese rol dentro del massismo. Dice Camaño: “Somos los únicos que tienen respuestas políticas serias después de la interna. Macri estudia darles cargos a sus competidores y Scioli tropieza con su viaje”.
De la Sota contó en su campaña como precandidato del frente Una Nueva Alternativa con la colaboración del especialista brasileño João Santana y un equipo de comunicación.
Margarita, y su socio de tiempos radicales
En 2007, Margarita Stolbizer abandonó la Unión Cívica Radical y comenzó a armar el partido GEN –Generación para un Encuentro Nacional–, del que actualmente es presidenta. Desde entonces, Marcelo Ferreira la acompaña en la coordinación de sus campañas políticas. Es su hombre de confianza.
“A Marcelo Ferreira, mi jefe de campaña, lo elegí por su cercanía conmigo, su confianza, su capacidad de coordinar equipos en todas las áreas de la campaña, y porque tiene capacidad de liderazgo”, contó Stolbizer en diálogo con PERFIL. Ella es del partido bonaerense de Morón y él, de La Plata. Se conocieron hace muchos años, cuando ambos formaban parte del radicalismo y se entusiasmaban con Raúl Alfonsín y su lectura del preámbulo de la Constitución.
Corría el ’82, se estaba abriendo nuevamente el arco partidario y un Ferreira de 17 años comenzaba a interesarse en la política. De la mano de Alfonsín llegó la UCR, partido que abandonaría en 2001, luego del fracaso de la gestión de Fernando de la Rúa al frente del gobierno de la Alianza.
Por el mundo. En el medio, el actual jefe de campaña de Margarita Stolbizer se subió a muchos aviones.
Estudiaba la carrera de Arquitectura en la Universidad de Buenos Aires y formaba parte de la Federación Universitaria Buenos Aires (FUBA) cuando fue seleccionado por sus compañeros para ser el secretario de Derechos Humanos de la Unión Internacional de Estudiantes.
Con 27 años, Marcelo Ferreira se fue a vivir a La Haya para trabajar con jóvenes pertenecientes a otros países, tan lejanos como diferentes. Allí, con compañeros de Africa, Asia, Europa y Latinoamérica, aprendió a trabajar en equipo y la importancia de buscar siempre un consenso, algo que hoy define su desempeño como jefe de campaña.
También vivió en Praga. La carrera de Arquitectura quedó atrás, y en su estancia en Europa Ferreira se formó en el Diplomado sobre Justicia Social y Derechos Humanos.
En 1995 nació su primer hijo, Matías, y en ese momento el platense decidió volver a la Argentina. Apenas arribó comenzó a trabajar en la fundación radical Sergio Karakachoff, que en ese momento presidía Federico Storani. Allí conoció a Stolbizer.
Por esos años Ferreira se desempeñó como asesor de varios intendentes bonaerenses pertenecientes al radicalismo. Uno de ellos era Sergio Buil, del partido de Rivadavia.
En una entrevista con PERFIL, el jefe de campaña de Stolbizer recordó: “Después de la crisis de lo que fue la Alianza, yo me fui del partido, como muchos, desilusionado por lo que había sido ese fracaso. Marga empezó a construirse una línea interna dentro del radicalismo, y yo siempre había tenido un trato muy cordial con ella. Aparte yo me estaba dedicando al desarrollo económico local, y resulta que varios de los intendentes con los que trabajaba ya estaban nucleados alrededor de Margarita. Además, ella sabía lo que yo estaba haciendo y siempre habíamos querido hacer algo en conjunto, pero mi traba era el radicalismo”.
Desde el principio. Llegó 2007 y la traba que significaba la Unión Cívica Radical para Ferreira desapareció. Margarita Stolbizer fundó el partido GEN y lo llamó para trabajar en ese proyecto. A los pocos meses, Ferreira se encargó de la primera campaña política que Stolbizer protagonizó al frente de su propio partido.
“Desde ese momento estoy al lado de ella de forma permanente”, recordó el platense. Para él, luego de la desilusión que tuvo con la Alianza, trabajar con Margarita fue “recuperar los valores de la política”.
Ese es el eje de su campaña.