EQUIPO DE INVESTIGACIóN
Acoso y abuso sexual

A un año de las denuncias contra el amigo de Francisco, aún no comenzó el juicio

El exobispo Gustavo Zanchetta se presentó hace unas semanas ante la justicia salteña y no declaró, sólo se le informó los cargos de los que se lo imputan. El testimonio de una de las víctimas que habla por primera vez.

gustavo zanchetta papa francisco
Tras aceptar la renuncia de Zanchetta el 1 de agosto de 2017, Francisco en diciembre de ese año lo designó al nuevo cargo de “asesor” de la oficina de gerencia financiera del Vaticano, la APSA. | Cedoc

Ya transcurrió más de un año desde que las denuncias de acoso y abuso sexual contra el exobispo de la diócesis de Orán, Gustavo Zanchetta, salieron a la luz y conmocionaron a la sociedad salteña, pero nada cambió. Radicado actualmente en el Vaticano, Zanchetta recién se presentó ante la jueza de la Sala II del Tribunal de Juicio de Orán, María Laura Toledo Zamora, el pasado 27 de noviembre acompañado por su abogado defensor canónico, el padre español Javier Belda Iniesta.

En esa audiencia, la magistrada le notificó al obispo emérito que está imputado de abuso sexual simple, continuado agravado por ser cometido por un ministro de culto religioso reconocido. Además, el religioso ratificó su domicilio procesal, su teléfono de contacto y a Enzo Gianotti como defensor oficial.

El rol del sumo pontífice en este caso se vio cuestionado desde que en febrero del 2019, el mismo día que Francisco comenzó el Encuentro sobre "La Protección de los menores en la Iglesia" para tratar los casos de abuso sexual, se conocieron documentos internos que demostraban que el Sumo Pontífice estaba al tanto de las denuncias de abuso sexual y desmanejos económicos que pesaban contra del ex obispo. Incluso, según trascendió en esa oportunidad, en 2015, cuando recién comenzaban a circular las sospechas contra Zanchetta, el Papa lo llamó para hablar sobre el tema.

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El vínculo entre Zanchetta y Francisco se remonta a la época en la que el primero ocupaba el cargo de subsecretario de la Conferencia Episcopal Argentina, que era encabezada por el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio. Según distintas fuentes que denunciaron las actitudes del obispo emérito, Bergoglio había sido confesor de Zanchetta, lo trataba como su “hijo espiritual” y mantenían una relación muy cercana.

El padre Juan José Manzano, 1 de los 3 sacerdotes que lo denunciaron por abusos sexuales y de poder asegura que Francisco y Zanchetra tenían un vínculo personal. "Eran muy amigos", confiesa. Y publicaciones católicas como el británico Catholic Herald, al que se hizo eco luego el sitio conservador estadounidense LifeSiteNews, que afirma que Zanchetta "es un amigo personal de Francisco".

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La visita de Zanchetta a la Argentina se vio envuelta en un marco de polémica. Antes de su llegada, la fiscal penal de Violencia de Género y Delitos contra la Integridad Sexual de Orán, María Soledad Filtrín, pidió la captura internacional de Zanchetta. Cabe destacar que este pedido de aprehensión, se difundió a raíz de que Zanchetta no respondió a los reiterados llamados telefónicos y correos electrónicos, emitidos por la justicia argentina para ser notificado de cualquier acto procesal.

Zanchetta, que no podrá mudarse de domicilio sin previa autorización del tribunal ya que de lo contrario podría declararse su rebeldía, será juzgado por la jueza Toledo Zamora en compañía de sus colegas Héctor Fabián Fayos y Raúl Fernando López.

Nacido en Rosario el 28 de febrero de 1964, Zanchetta comenzó a transitar los caminos de la religión católica durante su adolescencia, cuando participó de la Juventud Franciscana. Fue en la ciudad cordobesa de La Cumbre, donde ingresó al noviciado de la Orden de los Franciscanos Capuchinos, pero abandonó poco antes de realizar los votos perpetuos.

Tiempo más tarde, en 1991, ya establecido en Quilmes, el entonces obispo Jorge Novak (conocido por su compromiso con los derechos humanos), lo ordenó sacerdote. Mientras estuvo radicado en el municipio del sur bonaerense Zanchetta tuvo diversos cargos, pero el que más se destaca es el de subsecretario ejecutivo de la Conferencia Episcopal, donde tuvo un trato más directo con los obispos.

Su nombramiento como obispo de Orán se conoció durante la Jornada Mundial de la Juventud de 2013, evento que fue presidido por Francisco en Río de Janeiro. Ocupó ese cargo por cuatro años. Durante todo ese tiempo, según pudo reconstruir este medio, se convirtió en una persona respetable por toda la comunidad, a pesar de que enfrentó reiteradas acusaciones por comportamientos de carácter autoritario. Nada se hablaba en esa época de las denuncias por abusos sexuales, pero hoy, es otro cantar.

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Desde que se conocieron las denuncias contra el obispo emérito, las víctimas (que en la causa algunas aparecen como denunciantes y otras como testigos), han mantenido un estricto silencio. Su contacto con la prensa ha sido escaso, limitándose sólo a contar en privado y siempre que fuera sumamente necesario, las vivencias que atravesaron mientras eran seminaristas.

Como explica una de las víctimas consultadas por el Equipo de Investigación de Perfil Educación y que por primera vez da su testimonio, “el silencio responde a una cuestión de evitar cualquier posible entorpecimiento, y también por lo difícil que es recomponer la vida, en una comunidad tan pequeña donde escaparse del dedo apuntador no es nada fácil”.

El textual anterior pertenece a Alan, un joven salteño de 23 años, víctima del ex obispo que en la causa aparece como testigo y cuando sea convocado por la justicia, asegura, prestará declaración ante el tribunal. “Hay que hablar, ahora es el momento, que la gente sepa lo que pasó”, afirma.

Alan (llamado así para resguardar su identidad), ingresó al seminario cuando tenía 17 y estuvo allí durante cuatro años, hasta que en enero del 2019 decidió dar por finalizada la formación que lo conduciría al ministerio sacerdotal. “Me fuí porque no se podía estar. De 30 curas solo nos apoyaban tres. Y el actual obispo (Luis Scozzina) en lugar de preocuparse para ver cómo estamos, insiste con la teoría de que todo fue armado para perjudicar a Zanchetta y a los denunciantes no les deja tener contacto con nosotros”, cuenta.

En casi toda Salta, pero sobre todo en Orán (región conocida por los fuertes desafíos pastorales que implica esa zona, por la presencia del narcotráfico y la pobreza), las aguas están divididas. Por un lado, los que eligen creerles a las víctimas y los denunciantes y se sienten defraudados por la persona que veían como el modelo a seguir. Por el otro, los que “piensan que todo fue armado para sacarle plata a la iglesia” y eligen seguir respetando la imagen del ciudadano ilustre, ahora puesto en duda.

“A Zanchetta lo conocí antes de entrar al servicio. El me visitó en mi casa. Es algo común, lo hacen para ver si estás preparado para ingresar al seminario. Me sentía importante, era motivador. Un hombre tan querido, una figura a seguir, respetada por toda la comunidad, se estaba preocupando por mí. Ahora me siento un boludo. Hoy me doy cuenta que no venía a verme por mi interés vocacional, sino con otras intenciones. Un juego sucio”, asegura.

Alan recuerda en diálogo con el Equipo de Investigación los hechos que vivió con el ex obispo. “Zanchetta tenía actitudes inapropiadas. Primero, decía que estaba cansado y que necesitaba masajes. Te decía ‘el obispo está cansado masajéame”, y el tipo lo disfrutaba, gemía como si estuviese excitado. Pensamos que era algo inusual, lo tomamos como un juego, pero después siguió con los pedidos y ya empezaba a quitarse la camisa”, relata. “No lo hacía con todos, a los que por ahí eran gorditos o procedían de una etnia aborigen no les daba bola”, agrega.

“Vivía todo el tiempo caliente, con la leche en el ojo. En el almuerzo te lamía la cuchara provocativamente, salía de dar misa y te tocaba el hombro, o te agarraba de la cintura por detrás y te apoyaba los genitales en la cola”, recuerda. “Nunca me imaginé que se iba a descontrolar. Nosotros tratábamos de manejar la situación, de tomarlo para la joda”, adhiere.

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Al contar cómo pasa sus días actualmente, Alan asegura que “no es fácil, porque estamos hablando de una eminencia dentro de la sociedad”. Si bien insiste en remarcar el apoyo incondicional de su familia desde el momento en que se lo contó, afirma que es inevitable sentirse frustrado por el hecho de no poder recomponer sus vidas, a pesar de la ayuda psicológica ya que “la gente te señala con el dedo, no saben lo difícil que es todo”.

“Vamos desconfiando de todo el mundo, si el obispo hizo eso, quien te garantiza que otro no sea así”, reflexiona. “Yo no pierdo la fe, pero ya casi no voy a misa. Prefiero ir sólo a orar por mi cuenta. Cuando voy y hay gente el cura se incomoda, sabe que sabemos lo que son porque Zanchetta no es el único, y además nos conocemos todos y la gente mira raro”, dice. “Si tuviera la posibilidad de hablar con el ex obispo, le preguntaría porque. ¿Por qué todo este daño? ¿Qué sintió él cuando entró al seminario y porqué se enamoró del servicio, de la iglesia y ahora hizo esto?”, cierra.

Zanchetta renunció a su cargo como obispo de Orán el 31 de julio de 2017 (antes de que se conocieran las denuncias en su contra), argumentando problemas de salud. Luego, partió rumbo a España donde fue recibido por el arzobispo Carlos Osoro. Una vez establecido en Europa, el papa Francisco lo nombró asesor del ente para la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, la oficina que custodia las propiedades de la Santa Sede y es dirigida por el obispo italiano Nunzio Galantino.

Además de las acusaciones por abuso sexual, la justicia salteña investiga a Zanchetta por administración fraudulenta y una posible estafa al estado mientras era obispo de Orán. A raíz de esta acusación, el 7 de noviembre pasado fue allanada la sede del obispado. El supuesto desfalco de subvenciones estatales, de acuerdo con la denuncia, sería por talleres extracurriculares en el seminario San Juan XXIII por los cuales se recibió dinero pero que nunca existieron. El seminario en cuestión se cerró después de la escandalosa salida de Zanchetta del Obispado.

El Equipo de Investigación se comunicó con Gianotti y Scozzina para hablar sobre el caso pero no quisieron realizar declaraciones. 
 

El Equipo de Investigación es dirigido por Rodrigo Lloret y está integrado por los mejores egresados del Posgrado en Periodismo de Investigación de Perfil Educación.