¿Qué esconde la casona aristocrática en el barrio de Recoleta que alberga la Escuela Nacional de Inteligencia (ENI)? En Libertad 1235, entre Juncal y Arenales, funciona la usina de “espías” de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) ex Side, y en este informe el Equipo de Investigación de Perfil Educación develará cómo funciona en ese edificio el sistema secreto que permite reclutar, adoctrinar y especializar a egresados de las principales universidades de todo el país a través de cursos, seminarios y posgrados como paso previo a formar parte del plantel formal de espías.
Mientras el presidente electo Alberto Fernández define quién se hará cargo de la central de inteligencia, la AFI paralizó por el momento los ingresos. Pero desde el 10 de diciembre todo volverá a la normalidad. Porque, a diferencia del gobierno de Raúl Alfonsín, que reclutó espías poniendo avisos en los diarios, hoy el método cambió: se profesionalizó.
En base a testimonios de docentes y a la lectura de documentos internos, el Equipo de Investigación reconstruyó cómo es el proceso de selección de egresados, de dónde provienen los aspirantes a trabajar en “La Casa” y qué contenidos se dictan para formar a los futuros espías. Es un largo camino que comienza en la propia página de la AFI: “Si está interesado en el futuro de nuestro país y desea postularse, por favor lea atentamente los requisitos y complete el formulario”.
Según datos del organismo, la AFI cuenta con 1.445 agentes, casi 400 menos desde que asumió Mauricio Macri. En el presupuesto de 2019 se destinado para el organismo 2.697 millones de pesos, un 34,1% más que en 2018, lo que se ubica por debajo de la inflación. La ENI forma toda la estructura orgánica y funcional, que se divide en tres tipos personal: personal de seguridad, personal de inteligencia y personal de apoyo, como personal no docente, maestranza y administrativos.
Si bien en la web de la AFI se anuncian convenios de cooperación académica con la Universidad de Buenos Aires (UBA), la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), la Universidad de San Andrés (UdeSA), la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), la Universidad Católica Argentina (UCA), la Universidad Belgrano (UB) y la Universidad Austral (UA), la realidad es que casi nada de esto se ha concretado.
“Efectivamente, se firmó en 2017. Ese convenio fue de colaboración general y no solamente se hizo con nosotros sino con otras universidades también, al poco tiempo de haberse celebrado, nos pidieron disculpas ya que solamente podían llevarlo a cabo con universidades públicas, con lo cual nunca entró en efecto”, explicó al Equipo de Investigación Carolina Marro, directora de Comunicación y Marketing de la Universidad de San Andrés.
En la UBA, en cambio sí se produjo la alianza con la ENI. En el edificio donde se forman los futuros espías argentinos se dicta una Maestría en Ciberdefensa y Ciberseguridad y una Especialización en Inteligencia Estratégica y Crimen Organizado con docentes de la universidad pública más importante del país.
Quienes conocen desde adentro la ENI por haber trajinado sus aulas como docentes, explican que los ingresos reales no se originan a través del reclutamiento de universidades. La principal forma de ingreso es endogámica: es decir que son los que llegan a través de recomendaciones de personal orgánico. Otra parte se incorpora gracias a contactos políticos. Y una tercera parte proviene de sectores influyentes de las Fuerzas Armadas y de Seguridad.
¿Qué requisitos hay que cumplir para ser un espía? Ser argentino nativo, naturalizado o por opción, alcanzar durante el año de ingreso la mayoría de edad establecida en el Código Civil y Comercial de la Nación, poseer la aptitud psicofísica compatible con la función y tarea a desempeñar, acreditar mediante la documentación correspondiente la formación requerida para integrar el plantel del personal del organismo, aprobar los programas de capacitación que se establezcan y encontrarse habilitado para el ejercicio de un cargo público.
Para la postulación formal hay que completar un formulario con todos los datos personales y explicar en qué se desea contribuir a la AFI. Como antesala a comenzar el curso de ingreso en la ENI, se realizan exámenes físicos, psicológicos y cognitivos.
La centenaria casona de estilo francés donde funciona la ENI fue la residencia particular del expresidente Victorino de La Plaza hasta su fallecimiento en 1919. Allí el hermetismo es full time. Pero el Equipo de Investigación reconstruyó cómo es el plan de estudios y qué contenidos se dictan en las aulas para espías. Los cursos de ingreso constan de tres niveles de entre 4 y 5 materias. Se brindan los siguientes conceptos: Inteligencia, Contrainteligencia, Normas y Procedimientos Administrativos y Análisis de Inteligencia.
Mientras que el cuerpo docente se compone por mayoritariamente del personal militar retirado especializado en inteligencia, fundamentalmente, profesores y ex profesores del Instituto de Inteligcencia de las Fuerzas Armadas (IIFA).
El Equipo de Investigación se contacó con el mendocino Alejandro Salomón, director ejecutivo de la Escuela Nacional de Inteligencia (ENI), pero no quiso hacer declaraciones. Antes de llegar a la AFI, Salomón fue durante la gestión kirchnerista rector del Instituto Universitario de la Policía Federal Argentina, habiendo sido recomendado por Nilda Garré y León Arslanián.
No solo los aspirantes a espías se forman en la ENI. También pueden tomar un curso los que se interesan por esta especialidad. Por caso, cuando aún era diputada Silvia Majdalani, actual subiderectora de la AFI, realizó un seminario de tres meses en la ENI que fue dictado por Diego Dalmau Pereyra, ex director de Contrainteligencia y actual delegado de la AFI en Chile. Dalmau Pereyra es también el “Nuevo Stiuso”, tal como reveló la revista Noticias en 2018.
Además de la formación teórica, también hay prácticas profesionales en la ENI. Son ejercicios de simulación real para casos de crisis. Uno de los más “basicos” consiste en proyectarle a los alumnos películas de "espías" en clase. El espía que sabe demasiado, interpetada por Gary Oldman, es una de las favoritas. En medio de la proyección, el docente está atento a las reacciones de los estudiantes y, al finalizar el film, de imprevisto, ingresa al aula una persona desconocida con un matafuegos en la mano. Coloca el artefacto en el centro del aula, en el piso, y se va ante el desconcierto de los presentes. Allí el docente reparte hojas en blanco con un lápiz negro, se coloca un cronómetro sobre el escritorio y se les explica que tienen tres minutos para describir con lujo de detalles lo sucedido. ¿El objetivo? Pormenorizar y relevar minuciosamente cada uno de los datos.
Hay otro examen, que es dictado para los agentes con más experiencia y se realiza en la parte trasera de la casona de la ENI. Es un apartado denominado "La Casita", donde hay un aula muy pequeña, para un máximo de 15 alumnos. Ese lugar está acondicionado especialmente para actividades operativas específicas. Tiene instalado micrófonos, cámaras ocultas y material técnico que permite realizar inteligencia a distancia. En determinado momento de la clase ingresa al aula un hombre armado con pasamontaña que amenaza a todos los presentes. Los alumnos son filmados para ser evaluados en función de la reacción que presentan ante el temor.
Al concluir la fase de capacitación, se les brinda una identidad falsa a todos los estudiantes que completan el curso de la ENI. La primera tarea que tienen por delante los nuevos egresados es espiar a un compañero. Todos son espiados. Pero nadie sabe quién los está espiando.
El Equipo de Investigación es dirigido por Rodrigo Lloret y está integrado por los mejores egresados del Posgrado en Periodismo de Investigación de Perfil Educación.