Afectados por el efecto de superficie

Daniel Tognetti y Andy Kusnetzoff son bastante más que dos ex CQC: ambos dejaron el programa de Mario Pergolini hace años y los dos atravesaron sus propias experiencias tanto en TV como en radio. A la vez, son los dos nombres de mayor peso surgidos del mítico CQC inicial, y es muy difícil despegarlos de aquel poderoso molde cuando encaran, como ahora, sendos programas periodísticos en los que procuran abordar la realidad desde un ángulo diferente, dándole una vuelta de tuerca a la agenda informativa. Pero si hay algo que hace más difícil alejarlos de la sombra de Caiga, es cierta fórmula que emparenta a Blog y a Argentinos por su nombre, entre sí, pero también con una manera de hacer TV patentada por Cuatro Cabezas a través de su nave insignia: hay trabajo en la búsqueda de los temas, en el enfoque y en la puesta, pero la mirada rara vez incluye la posibilidad de ir más allá, de establecer algún tipo de reflexión sobre lo que se está mostrando, de entregar tantas novedades en las formas como en las ideas.

Blog lleva por subtítulo la frase “Periodismo de autor”, un nombre compuesto echando mano a la nomenclatura más cool posible; la gráfica del programa es impactante en la presentación de las notas y funcional en los informes, y los temas son de una amplitud tal que en un mismo envío pueden convivir las tribulaciones de una mujer para conseguir los remedios que le permitan combatir la hepatitis, el partido de fútbol entre un equipo de Fuerte Apache y otro de Ciudad Oculta y una entrevista a Martín Barrantes en forma de carta-bomba para su ex, la modelo Pampita. Lo curioso de Blog es que la primera nota, la “social-política”, esta semana fue la más floja, y terminó por rozar el amarillismo más chillón, mientras que la del fútbol inter-villas fue muy entretenida y la entrevista a Barrantes resultó brillante.

Quizá no sea su voluntad, pero Blog parece funcionar mucho mejor con los temas livianos que con los más duros. Su lógica es la del reality, y no todos los temas pueden ser abordados desde ahí.

Algo similar pasa en Argentinos por su nombre: también aquí es el conductor el punto fuerte del programa, porque puesto en el terreno de juego Andy es capaz de sacarle provecho a casi cualquier cosa que se ponga frente a su micrófono. Pero aun con la argentinidad, sus glorias y sus miserias como excusa, el ciclo no logra profundizar nunca sobre eso que muestra y mucho menos sobre sus porqués.

Andy puede presentar una nota floja sobre uno de esos temas enormes (La Educación En La Argentina, así, con mayúsculas), demostrar lo que todo el mundo más o menos sabe (que los chicos en las escuelas conocen más a Nazarena Vélez que a Sarmiento) y de regreso al piso admitir que es un tema complicado y que no está en manos del equipo la posibilidad de analizarlo. ¡Qué divinos estos argentos! ¡O qué canallas! ¿Por qué? Quién sabe…

Tampoco es cuestión de pedir a gritos ¡reflexión, reflexión! (en lo de Grondona hacen como que reflexionan y andá a encontrar una idea), y quizá se trate apenas de ajustar un poco la ecuación objetivos-posibilidades: estamos ante dos programas que no tienen mucho para decir sobre las drogas en las villas, el sistema de salud, la educación o sobre otros grandes problemas argentinos, y sí en cambio pueden llegar a proponerse como magazines de actualidad aggiornados, hechos con gracia, calidez y calidad.