ESPECTACULOS
Moses Pendleton

Bailar para entrar en otra dimensión

La companía Momix se presenta en el Coliseo con un show que reúne acrobacias, iluminación y recursos escenográficos. Habla su director, Moses Pendleton.

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Brillo. En medio de un mundo caótico, en el escenario crean un ambiente cargado de luces y esperanza. Momix está formado por gente de distintos países. | charles paulk azzopardi

Bajo el rótulo de “danza”, existen fenómenos con diversas aspiraciones y formatos. Rituales para invocar divinidades; experiencias que investigan potencialidades y límites del cuerpo; encuentros sociales festivos con movimientos pautados; revisitaciones a códigos del siglo XVII; entretenimientos televisivos de dudoso gusto… y también proezas físicas y visuales para el disfrute y la evasión. A este último grupo pertenece el consagrado grupo norteamericano Momix. Desde 1981, Moses Pendleton dirige esta compañía, que rueda por el mundo haciendo una mezcla de coreografía, acrobacia y juegos con escenografía, iluminación y vestuario. La eficaz fórmula, que construye líricas imágenes, se verá del 15 al 18 de junio en el Teatro Coliseo, dentro de un compilado de escenas, titulado Momix Forever, en el que se incluyen pequeñas obras como Pasión, En órbita, Béisbol, Opus cactus y Botánica. Con más de tres décadas de experiencia, Pendleton explica cómo lleva adelante su pequeña compañía independiente, con la que, en ocasiones, realiza dos o tres giras simultáneas por distintos puntos del planeta.

—¿Qué búsquedas y objetivos tiene Momix?

—Lo nuestro es teatro físico visual. Utilizamos técnicas de danza, acrobacia, gimnasia y ballet. Para crear un mundo surreal y fantástico con cuerpos y artilugios luminosos, yo trabajo como si fuera un artista plástico, un escultor o un musicalizador, más que como una compañía de danza estándar. Para Momix, la fantasía es el interior de la realidad. Ya hay demasiada realidad en la primera plana de los diarios. Invitamos a las personas a que dejen el mundo real e inicien un viaje con nosotros.

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—¿Cómo es la organización interna de la compañía?

—A veces tenemos dos compañías que van ofreciendo espectáculos al mismo tiempo en distintas ciudades. En total, somos veinte personas, algunas de las cuales trabajan part time. Entre los integrantes, hay un mix de nacionalidades y orígenes: franceses, italianos, afroamericanos. Momix tiene 37 años, así que hay integrantes que se han retirado y otros que están semirretirados, pero vuelven a la compañía para realizar giras cortas. Tenemos nuestro propio estudio en el campo, en las afueras de la ciudad, en New England, a 200 km de Nueva York. En términos económicos, no tenemos ninguna ayuda externa; dependemos de las giras para obtener ingresos.

—Se han vuelto mundialmente famosos. ¿Hay algún continente donde aún

no se presentaron?

—Nunca actuamos en la Antártida, je, je, pero si usted tiene un contacto allí, podríamos ir. Ya hemos estado en varios países de Africa. Y acabamos de estar, por ejemplo, en Oslo, Noruega.

—El grupo da funciones en grandes teatros, en ciudades cosmopolitas. ¿Por qué

la sede está en el campo?

—La naturaleza me nutre, me inspiro en el mundo natural. Las plantas, los animales, los caminos son parte de mi trabajo: relacionar el mundo no humano con los seres humanos. Mi estética se inspira en la naturaleza. Nuestros jardines, flores, lagos son mi musa.


El sueño, como parte de la realidad

Los espectáculos de Momix son una suerte de cuento de hadas, en el que se presenta un universo que es pura armonía, donde reinan la concordia, el amor, los espejismos… Una pareja logra fundir sus cuerpos en un juego de contrapesos; unas faldas plisadas hacen un vaivén como de pétalos movidos por el viento; hombres-insecto, hombres-caballo saltan sobre una proyección de verde follaje… ¿Cómo es posible sostener, ideológicamente, esta poética, desde un país cuyo presidente es Donald Trump? ¿Cómo se articulan la realidad y el escapismo? Así lo plantea Moses Pendleton: “Creo que escapar hacia la belleza, la poesía y la paz es algo que se debería enseñar en la escuela; no creo que sea algo superficial y extraño. Creo que hay mucho escape en las artes, en la música, en la danza, en la pintura y en la escultura. Momix muestra cierto tipo de esperanza a las personas. Allí hay optimismo y belleza, que no son las horribles pesadillas que se leen diariamente en las primeras planas de los diarios. Momix es una anécdota linda y real que camina con el mundo. Esto no significa que no estemos conectados con la humanidad, cuando trabajamos para que una escena represente a una flor, o algo similar. El mensaje de Momix es muy positivo. Es una afirmación, no una pesadilla; es un mundo de sueños. En las culturas primitivas, el sueño era una parte importante de la realidad, y nosotros podemos mostrar un poquito de eso en este mundo moderno, caótico y peligroso”.