Atún en lata, arroz blanco y agua mineral: en el club de barrio, al lado del set de grabación, María Valenzuela almuerza y se relaja como de sobremesa, sin manías de diva ni titubeos de principiante. El entorno puede respirar aliviado porque su sonrisa y el tono de voz son amigables hasta en los matices pero, a la vez, pisa con la seguridad de 50 años perfectamente puestos. Rubia, con el cabello largo y lacio (“Así quería Adrián Suar”, dice sobre la recomendación de su jefe, el dueño de Pol-ka) y muy delgada después de los 7 kilos y medio que bajó con el entrenamiento de “Bailando por un sueño 3”, la actriz estrena hoy Son de Fierro, la nueva tira de Canal 13, junto a Osvaldo Laport y Mariano Martínez, al término de Sos mi vida (ver recuadro).
Mientras que durante el año pasado mantuvo cierta tranquilidad (hizo dos capítulos de Mujeres asesinas, además de la participación en “Bailando...”), en 2007 el ritmo se aceleró con las grabaciones sin tregua: “Son diez horas diarias, más las dos de producción y el estudio de los libros en tu casa. Yo todavía soy de las actrices que estudian. Mi hija me dice: ‘Pará, sos una nerd’. Tengo 40 y pico de años de profesión y tan mal no me fue. Empiezo a las 6 de la mañana, y a las 8 de la noche ya no doy más. Pero este año estoy tratando de tomarme el tiempo para dedicarlo a mí misma, al entrenamiento, al baile que tanto me ha tonificado y cambiado el cuerpo. Recuperé mi imagen desnuda frente al espejo. No quiero perder eso y entrar en el achanchamiento, porque si no, con tanto laburo, ¿dónde queda el placer?”.
—¿Tanto esfuerzo está muy bien pago, como opina Suar?
—Creo que los actores que ganan como para no quejarse son los menos, sobran los dedos de las manos. Es un gran esfuerzo, con una tira empeñás tu vida, y me parece bien que estén bien pagos. Esta es una profesión en la que trabajás un año y al otro no sabés.
—Tenés experiencia como para comparar. ¿Antes se ganaba más?
—Creo que se pagaba mejor y se laburaba menos. Hoy es por más tiempo y menos plata. A los 20 años decía que cuando fuera grande iba a ganar más y trabajar menos: una utopía. En este país el trabajo del actor está mucho peor pago que en los Estados Unidos o en Centroamérica. No nos olvidemos de que los productos de acá se venden afuera y con eso ganan los productores, no los actores. En teatro, somos socios con el productor porque vamos a porcentaje, no a sueldo fijo, como en la tele. Y estaría bueno que también fuéramos socios en ganancias y pérdidas.
Núcleo. Acostumbrada a representar durante su carrera a miembros de familias tipo porteñas, en la vida real Valenzuela está divorciada del ex periodista deportivo Juan Carlos “Pichuqui” Mendizábal, con quien tuvo tres hijos: Malena (22), Julián (17) y Juan (15). “No somos los Ingalls ni los Locos Adams. Los varones viven con el padre; yo vivo a dos cuadras, sola por primera vez en mi vida; y Malena se mudó porque sentimos que era el momento de que tuviera su independencia. Soy muy madraza y tengo un vínculo que reforzamos mucho. En las comidas familiares también entra el padre, con quien mantengo una buena relación”, cuenta. El menor –Juan, alias “Chapita”– juega al tenis con intenciones de competir a alto nivel; el del medio está por terminar el colegio; y la mayor y más conocida (en 2003 estuvo muy grave a causa de un aneurisma cerebral) estudia Diseño de Interiores y trabaja como asistente de la mamá. “Está muy bien de salud –confirma–. Ya la malformación desapareció y sólo queda la estética para cubrir su cerebro, que calculo será en febrero. Con eso ponemos el ‘The End’.”
—¿Y vos cómo estás?
—Se me ve bien pero estoy chota (risas). El pulgar de una mano me quedó lesionado por el rock & roll. Nunca me lo hice ver. Tengo un dolor en el hombro derecho que me molesta el brazo si lo roto, y tampoco me lo hice ver. Con la cintura (tiene un pellizco de disco), al quedar afuera de “Bailando...”, por lo menos dejé los antiinflamatorios que tomé durante tres meses.
—¿Por qué participaste en ese programa?
—Era laburo, una oferta laboral, económica, que convenía y por la que ya cobré. En lo artístico, me gustó el desafío de mostrar algo más que actuar; y el tener la oportunidad de ser solidaria, de devolver lo que yo había recibido, además de que se trataba de la salud de una chica de la misma edad que mi hija.
—¿Qué te pareció la votación que determinó tu descalificación?
—Me pareció un poco exagerado todo lo que dijo el jurado sobre mi falta de movimiento en la cintura. Después lo vi grabado y creo que estuvo bien, que moví bastante la cintura y las caderas. Y la del público... Yo creía que la gente se había quedado sin crédito en el celular y no podía mandar mensajes de texto. Algunos dijeron que la gente joven es la que manda mensajes de texto, y por eso votaron a (Ximena) Capristo. Creo que las votaciones tendrían que ser por teléfono de línea porque la gente grande no usa mensajes de texto. También se habló de que el soñador de Capristo hizo una cadena de llamados por todo Chaco. Pero lo importante es que el sueño se cumplió y que llegamos muy lejos, e hice un papel que me reconoció todo el mundo. Con el grupo de chicas me llevé muy bien, era como una especie de Mirtha Legrand, la Mamá Cora de todas, y se dirigían con muy buena onda y respeto a mi persona y mi trayectoria.
—Ahora que estás sola, ¿qué tendría que tener un hombre para que le haga bien a tu salud?
—Humor (sin dudarlo). No me importa la edad, porque hay muchos jóvenes malhumorados. Con cama afuera, pero nunca digas nunca.
—A la hora de escribir tus memorias, ¿Pichuqui fue el amor de tu vida?
—Muchos fueron el amor de mi vida. Cada momento tuvo su intensidad y fue algo único. Pichuqui fue el gran amor durante muchos años, además de que con él tuve tres ángeles maravillosos y decidí –remarca– que él fuera el padre. Después hubo el primer amor o diferentes amores.
—Lucía, tu personaje en “Son de Fierro”, se reencuentra con un viejo amor. ¿Allá lejos y hace tiempo, viviste un romance con Ricardo Darín?
—No, no, fuimos muy amigos de pendejos, laburábamos mucho juntos y después nos íbamos al cine, cenábamos, muy amigotes, me llevaba a la cancha de River... Después dejamos de vernos, tomamos caminos diferentes, pero cuando nos encontramos es de mucha risa, tiene mucho sentido del humor. El romance, por esos años, fue con otro pero no me preguntes quién porque no te lo voy a decir.
—Con tantos años de trabajo y esfuerzo, ¿qué errores cometiste como para seguir alquilando y no tener casa propia?
—Fue parte del crecimiento, y al crecer, te equivocás. Hay un 50 por ciento de algo mal que hice y que hoy puedo ver, y estoy trabajando para modificarlo. Cometí errores, presté a mucha gente y me siento feliz de haberlo hecho. Me costó mucho tiempo tomar contacto con el dinero, no me preocupaba ni me ocupaba y, de alguna manera, me molestaba porque todo estaba bien. Ya hace un tiempo que tomé contacto, lo administro, lo manejo, me ocupo, me hice cargo, soy la que guarda, la que da, la que paga las cosas, ahora soy yo.
—En cualquier momento te llaman para una comedia musical. ¿Cómo te ves cantando?
—Bien, me la rebusco. Soy Géminis: hago todo correctamente.