“No se puede vivir del amor”, cantaba Andrés Calamaro en la década del `90. Como una ironía, es el desamor el que hoy le complica las finanzas. Mientras el músico se muestra embobado por su joven novia, su ex le reclama bienes en dos continentes y consiguió que la Justicia dictara el embargo de un importante porcentaje de las regalías que el músico cobra a través de SADAIC.