Mañana llega a Buenos Aires Ricardo Darín con su mujer, Florencia Bas, y muchas ganas de reencontrarse con sus dos hijos, Ricardo y Clara, a quienes confiesa que extrañó al punto de no ver la hora de abrazarlos. Viajó para presentar sus dos películas, El baile de la victoria y El secreto de sus ojos, en San Sebastián, y además porque la de Juan José Campanella se estrenaba en Madrid, cosa que sucedió el viernes 25 con la ciudad empapelada y mucha expectativa. “Es impresionante lo que pasa con la película, la vieron críticos, periodistas, gente del espectáculo y ha generado un revuelo muy grande”, comenta desde España.
—¿Esperabas esta repercusión de “El secreto de sus ojos”, que ahora ha sido elegida para competir en los Oscar?
—Lo de los Oscar, te digo, no me mueve un pelo. Sé que sirve para dar un golpe promocional a la película, pero la verdad es que no me pone ansioso. Con respecto a la repercusión, la verdad es que pensé que iba a funcionar bien, pero nunca imaginé que iba a ocurrir lo que ocurrió. Y con esta magnitud (superó el millón de espectadores), cómo la gente se inflamó de orgullo y esa cosa de sentirse con tanta fuerza, el honor de que la película sea argentina... todo es realmente fantástico.
La suerte en el Festival resultó esquiva: la Concha de Oro fue para el film chino City of life and death, del director Lu Chuan, y el premio a mejor actor para Pablo Pineda por Yo, también, la española que dirigieron Antonio Naharro y Alvaro Pastor. “No vi las películas, pero me alegro por el chico Down que ganó el premio; ahí sí, vi un trailer donde actuaba y estaba muy bien.”
—¿Cómo te sentís cuando te hacen jugar como el “gran favorito”?
—No me gusta nada ser el favorito, generalmente pasan estas cosas. Pero a mí no me afectó en lo personal; si me importaba, era porque podía ayudar más a la película, nada más. En este caso, para la española es un gran espaldarazo.
La filmación de Campanella no estuvo exenta de problemas, cuando en mitad del trabajo, los capitales argentinos se retiraron, y director y elenco, Ricardo Darín, Soledad Villamil, Guillermo Francella, Pablo Rago, entre otros, tuvieron que seguir adelante. “Nos reubicamos todos, nos adaptamos a la situación y nos pusimos la película al hombro para que pudiera terminarse”, resume.
Dice, y lo ha repetido varias veces, que no se identifica con su personaje, haciendo la salvedad de “cierta pretensión idealista de hacer valer la justicia, de que las cosas funcionen como deberían”.
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