Florencia Bertotti (30) y Araceli González (46) vuelven a ponerse la camiseta de El Trece en una producción que, dicen, apuesta a mostrar lo femenino desde otro lugar. “Volver a Pol-ka fue rarísimo. Recordaba todo distinto. Los camarines que hoy me parecen chiquitos antes los veía gigantes, aunque todo esté igual que siempre. Estoy contenta porque hacía un tiempo que no trabajaba y este proyecto me encantó. Voy a tener seis meses muy intensos”, cuenta la ex Floricienta. En cambio, para la hasta hace poco conductora en Fox Life la cosa no pasaba por ahí. “No es tanto el retorno a esta productora lo que tenía en mente. Mi preocupación era más el volver a hacer ficción después de tanto tiempo, uno cuando empieza hacer otras cosas se pregunta: ¿Qué?, ¿le perdí el cariño a esto?”, confiesa.
—¿Te gusta más conducir que actuar? ¿Temés haber perdido el ritmo?
GONZALEZ: Todavía no lo puedo saber. Hoy me siento cómoda porque estoy haciendo un personaje divino y para mí entrevistar fue una experiencia maravillosa. Sobre todo porque soy muy dispersa y estar focalizada en una sola persona me enseñó a prestarle mucha más atención a los hombres de mi casa (ríe). Ahora los escucho mucho más y entiendo otras cosas. No sé si perdí el ritmo, porque en cuanto empecé a trabajar encontré lo que podría haber olvidado. Esto de representar a una mujer y sus problemáticas y conflictos también tiene que ver.
—Integran un elenco de mujeres protagonistas, algo inusual. ¿La televisión es un reducto machista?
BERTOTTI: Nunca me lo había puesto a pensar. Pensé: qué bueno, somos cinco minas, pero no que estábamos rompiendo con un estereotipo. Por ahí es verdad lo que planteás. Sin darte cuenta pasa que hay muchos que son equipitos de hombres, pero a la vez siento que en realidad lo más común es la típica parejita de telenovela. Hace un tiempo que no se ve algo como Los machos, que retrataba puramente el universo masculino, atreviéndose a subestimar y criticar a la mujer, algo que rompió con lo políticamente correcto de la tele.
G: No estoy de acuerdo. Hace mucho que se viene abriendo el panorama y lo femenino tiene mucho más protagonismo. Con eso del machismo tengo un concepto particular, sobre todo a partir del programa que hice en cable. Las edades fueron cambiando al varón. Los más grandes se muestran machistas y los más jóvenes, con vínculos más abiertos. Ocupan un lugar muy importante en la mujer, nosotras a veces dejamos muchas cosas por un tipo, peleamos con él y muchas veces te encontrás con un hijo de puta. Acá se van a ver relaciones donde el hombre no es tan malo y quizás una es el problema. La tira los muestra reales, sin estereotipos.
—Retornan a la pantalla en una época de bajo encendido. ¿Qué piensan de este momento de la televisión?
G: La verdad, siento que la gente está mucho más exquisita a la hora de ver televisión, cosa que se agudizó mucho más con el tema del cable, que ahora tiene mucha más participación. Antes era cosa de cuatro canales, dos te diría. En este caso hay mucha más competencia y todo está más repartido. A mí me gusta salir a la pelea, sobre todo cuando estoy segura del producto que estoy haciendo. También está bueno que la gente elija, no le tengo miedo a eso, aunque obviamente quiero que le vaya bien al programa.
B: Lo más importante es que lo que hacés esté bueno, que te genere orgullo. Está bueno que funcione, pero el éxito que puede tener un programa no repercute sobre la calidad. Puede pasarte que estás haciendo un gran éxito que no te gusta, como trabajar en algo que te superenorgullece y no lo ve nadie. Nunca tengo mucha noción sobre qué está del otro lado. No tengo ese nervio, esa tensión. Cómo está el rating o cómo se muestra, no sé. Yo no puedo hacer nada con eso, no pienso en eso.
—¿Que les vaya tan bien a latas extranjeras les genera algo especial?
B: Todo está globalizado. Hay programas que hice hace veinte años y hoy lo están pasando en Rumania. El poder de la lata es infinito. Hay una suerte de que todo va y viene, todo circula y eso es positivo. Antes veías una novela venezolana y te resultaba empalagosa, con un código tan exagerado. Era todo de ese color, era diferente y se buscaba eso. Hoy todo se parece y es más normal que venga una lata de afuera y le vaya bien. A mí no me molesta. Suma, es arte y está bueno.
G: No sé si me molesta o no. Me da un poco de miedo. Es buenísimo que vengan cosas de afuera porque sirve para ver otras cosas, pero se corre el riesgo de que muchos actores argentinos no trabajen en algo que para nosotros era pan comido. Eramos muy buenos en telenovelas, tuvimos un mercado impresionante. Lamentablemente, ese mercado se cayó, se destruyó. Antes ser protagonista de un culebrón costaba mucho y te llevaba a todas partes del mundo. Me gustaría ver más telenovelas con cabezas argentinas, con historias nuestras.
Amigas de sus ex
—¿Cómo quedó tu relación con Guido Kaczka?
B: Todo bien. Eso es esencial, más cuando hay hijos de por medio. Está buenísimo tener un buen vínculo con alguien con quien estuviste casado. Habla bien de todas las partes. Por suerte estoy en paz.
—¿Tiene algo especial que tu jefe sea tu ex?
G: El otro día me preguntaba: ¿trabajo para mi ex? Conozco Pol-ka desde que nació, a todos los que laburan (de hecho mucha familia mía trabaja). Soy la gallega de siempre, y para mi hijo es muy bueno que sus papás puedan trabajar juntos. Toto está muy contento, le pregunta a su padre si estoy actuando bien. Está bueno para la cabeza y yo estoy contenta.