ESPECTACULOS
Luciano Caceres Emme

Dos sexies que enfrentan el mundo marginal

Protagonizan el film Rouge amargo, que trata sobre la prostitución y la trata de personas. El dice que puede ser héroe de acción y ella arremete contra el poder político.

Dupla. Cáceres y Emme, en días de estreno. En el film de Cova, interpretan a una pareja en fuga.
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Luciano Cáceres, Pablo en Graduados (“que quizá vuelva en 2014”, dice el actor), define Rouge amargo –el film de Gustavo Cova que se estrenó el pasado jueves y que protagoniza junto a Emme– de la siguiente forma: “Yo vi las Bourne y decía: ‘¿Por qué no se hacen acá?’. Realizar una película que tenga que ver básicamente con lo físico. Y por suerte me pasó con este film. Por mi formación, me solían llamar más desde aquello que se llama cine de autor, un cine con otros tiempos. Y, después de esta película, creo que me la banco como héroe de acción, no lo veo tirado de los pelos”. Es más: para determinado espectador, como aquel que vio hace diez años El amor (primera parte), Cáceres es un rostro conocido, y ahora, post Graduados, ha devenido un rostro masivo. “Estoy más sólido, y conociendo más el oficio. Entender que el oficio está bueno entrenarlo. Ahora, encima te conoce casi todo el mundo en la calle”, afirma el actor, que espera que eso sirva para derrotar algunos pruritos con el cine nacional y, específicamente, con los preconceptos que puede despertar Rouge amargo: “Es difícil competir con una megaproducción que tiene millones de publicidad. Hay una costumbre de no ver cine nacional: te bancás un bodrio de afuera pero no uno nacional. Hay una cultura de eso”.

Si Cáceres hizo su “Bourne”, como dice, interpretando a ese ex preso intenso, entonces Emme juega, sin perder cariño o sensibilidad, a la femme fatale en desgracia, a la Lois Lane a rescatar, interpretando a una prostituta (ella insiste en que “no quería ser ese estereotipo”). Pero, más allá de la apuesta al género, Emme sabe que Rouge amargo roza algunas cosas bastante pesadas como la trata de blancas y ese submundo: “Obviamente que siempre me interesa mostrar ese costado más grave, sobre todo si le interesa a la película. Además, la prostitución es una profesión muy delicada. Es increíble para mí pensar que todavía hay gente que está trabajando de eso por necesidad. O inclusive pensar en las travestis y la violencia que viven en la calle”. Y sigue, al considerar que en el film se muestra, desde el género pero no sin ser incisivo, la forma en que el poder político siempre sale impoluto de esos entramados. “Obviamente, me estaría metiendo en una cosa muy generalizada, algo que no corresponde, pero hubo muchos casos donde el poder no fue juzgado. Pero lo cierto es que la trata de blancas no puede pasar. Se hace imposible concebir que se lleven a una nena que está yendo al colegio. Me angustia mucho porque, si bien estamos a muchos años de los militares, hay cosas que siguen siendo ‘desaparición de persona’”, sostiene.

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El actor habla también de “desaparecidos en democracia” y asevera que las veces que estuvo cerca de ese mundo se dio cuenta “de lo realmente pesado que es”. Pero, al mismo tiempo, insiste en que “lo que hace al género local es ver cosas precisamente con tono local: la corrupción de acá, política de acá, cómo se puede contar una noticia acá...”.

 

De ‘Playboy’ y el éxito

Emme, chica Playboy en algún momento de su carrera, alguien que sostiene: “La música es mi lugar natural”, se juega al todo por la prostituta que interpreta en Rouge amargo. Ella ha sabido, precisamente desde aquella tapa de Playboy, mostrarse sin tapujos, y eso sucede en el film. ¿La cansa que la encasillen en su capacidad para exhibir su cuerpo? “No me importa ni opinar de eso. Uno está todo el tiempo expuesto. Me interesa más la vida real. Aparte, hay una idea equivocada: todo requiere el cuerpo. Cantar, actuar, hacer esta entrevista: todo es poner el cuerpo. No hay diferencia para mí. A veces me siguen preguntando por la tapa de Playboy, y yo obvio que no me arrepentí nunca”, dice convencida.

En ese sentido, Emme sostiene que no entiende la idea “tortuosa” que se tiene en torno al sexo: “Todos tenemos una vida sexual”. Cáceres insiste con que estaría bueno “hacer una segunda parte” y cuenta que el éxito de Graduados, la tira de Telefe del año pasado, generó que hubiese gente que fuera a verlo al Teatro San Martín a hacer Macbeth. Y no lo dice condescendiente sino defendiendo que “yo laburo igual para una sala de cincuenta o para una sala de 1.100. O en la tele. Es un buen momento de mi carrera”, afirma.