Lila Downs se ríe. De su propio disco. La mexicana considerada la heredera de Chavela Vargas (así lo dictaminó la propia Vargas) cuenta que en las primeras presentaciones de Balas y chocolate, el disco que comienza cantando a los 44 estudiantes desaparecidos en su país, en Estados Unidos hace un mes “cantamos todos los temas del disco y nos dimos cuenta de que era mucha muerte.” Ahí la risa. Y agrega, anticipando los shows que dará el 21 y 22 de agosto en el Teatro Gran Rex: “Tuvimos que poner un poco más de canciones diferentes de otros discos también y de algo que habrá a futuro. Que esperemos que sean boleros”.
—En tu nuevo disco, como indicás, tiene una presencia muy física la muerte, que es consecuencia de la violencia. ¿Por qué decidiste hacer hincapié en esa sensación y hablar tan directamente de la situación de tu país?
—La génesis es el dolor por el país de uno, donde pasan cosas malas. Tuve miedo de hacer este disco. Pero creo que también esas sensaciones, más allá de lo que las genera, tienen que ver con la esencia de la humanidad y, por otra parte, con nuestra celebración del Día de los Muertos, un día y una sensación que nos ayudan a apreciar la vida y a portarnos mejor.
—¿Cómo se procesa esa violencia desde la creación? ¿Aparece o buscás representar esa situación de tu país, México?
—Te afecta en maneras de las que no eres consciente. Es algo que empieza a carcomer un poco la sanidad y también un poco el subconsciente. Por eso hay una necesidad de llorar, de llorar metafóricamente, ¿no? Y por eso podría decirse que hay varios temas que tratan de provocar eso.
—Al mismo tiempo, ¿mostrar la violencia desde la música permite quizás que tenga más peso real (algo que a veces pierde al verla tan seguido y en tantos medios y constantemente)?
—Ojalá. Creo que, como lo han dicho algunos poetas, la metáfora hace posible salvarse. No hay una manera de expresar la angustia de otra forma, y por eso es tan importante el arte en los sitios que están afectados por la violencia. Fijate que me ha tocado ir a esos sitios y la gente está como ávida, como con sed de metáforas y belleza. Porque están en un sitio donde hay salvajismo, donde ya no hay belleza. Y creo que estar rodeado de esa parte terrible del ser humano te hace ir a lugares más bellos, lo que te muestra que el arte no es una elección sino un impulso de vida.
—¿Esa belleza es algo que buscás crear intencionalmente?
—Sí, claro. Al permitirle a la belleza entrar a tu corazón y a tu alma, de pronto estás viviendo de nuevo. Te vas de ese lugar, de ese letargo, de ese limbo. Creo que la conciencia es importante y el arte ayuda a que no te vuelvas indiferente. A que no seas una especie de zombie que no sabe apreciar la vida y lo linda que es.
—Tu música posee una identidad fuerte, telúrica casi, y aquí el caso no es distinto. ¿Cuánto buscás de eso y cuanto te es natural?
—Esta vez no fui tan consciente. Fui mucho más democrática, con la banda incluso (por eso le damos crédito de los arreglos). Hicimos un taller de música en Broadway que nos ayudó a entender la importancia de los talleres (con comida y bebida, que siempre ayuda más a entender todo.) Salieron los temas como nunca habían salido antes.
—¿Cómo ves a la Argentina en estos días?
—Toda Latinoamérica sufre los mismos malestares, y también los mismos orgullos, y eso es lo que nos salva y la fuerza del pueblo. Es un fenómeno de nuestro tiempo y cada vez se da más y más.
Enamorados del peligro
Lila Downs posee un nexo fuerte con Argentina, y particularmente con Mercedes Sosa: “Me pasó de estar haciendo mi tesis en Guajaca y escuchar Gracias a la vida, y de repente pensar en voz alta “oyyyyy, ¿esto? ¿qué canción es?’. Me vuelvo a la música. Gracias a la Mercedes”. ¿Cómo ve Lila Downs la violencia no tanto en particular en su México sino en el mundo entero? “Creo que somos más conscientes de ella. Eso sí es positivo. Pero el control que tenemos sobre ella…¿cuál es el control que tenemos sobre ella?” Y agrega, cuestionando: “Ese enamoramiento con el peligro, que es nuestra verdad y nuestro talón de Aquiles, nuestra perdición y ganancia, la agresividad que traemos dentro (nuestro comer carne). Es nuestra debilidad, pero es nuestra.” ¿Dónde puede ver Lila Downs esa tensión entre la violencia, el rechazo que nos genera y lo inevitable que quizás nos es? “Muy claro lo veo con mi hijito de 5 años: me empieza a pasar que quiero limitar cosas que él ve. Pero ¿quiero limitar las cosas que él ve? Porque también quiero que sea libre. Entonces, ¿qué me corresponde limitar y qué no? Esa es la pregunta, ¿qué vendrá a futuro?”.