ESPECTACULOS
Oscar Martinez

“El arte te ayuda a soportar la vida”

El actor culmina el rodaje de Yo, mi mujer y mi mujer muerta. Se alegra por su continuidad en la pantalla grande y pide que se proteja la distribución de films nacionales ante los tanques de Hollywood.

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En el film, Martínez interpreta a un viudo que descubre que su esposa, de la que profanaron la tumba, no era la persona que él había pensado. Comedia dramática y patética. | Maria Antolini

Todos los gatos del Cementerio Británico disfrutan del sol en este mediodía de marzo, pero también de la atención: allá a lo lejos, una imagen a la que están acostumbrados, un cortejo fúnebre, y acá, del otro lado de la cámara, una a la que no tanto y que implica un equipo de rodaje saludando a los felinos del lugar. Lo que los mininos no saben es que ese funeral es parte de Yo, mi mujer y mi mujer muerta, la nueva película de Santi Amodeo, protagonizada por Oscar Martínez, Carlos Areces y Malena Solda. Tampoco saben los gatos que la película se rodó en España y Argentina. Pero no debe importarles. Aun así, el rodaje continúa y la película, de próximo estreno, confirma el formidable presente en el cine de Martínez: “De 2013 en adelante le encontré el pulso, el placer, a filmar en el cine. Y la suerte de que me ofrezcan proyectos muy atractivos: tengo la de Juan José Campanella, la de Miguel Cohan, y estoy ahí de cerrar una en España, con María Ripoll, una directora catalana.

—¿Cómo definirías a “Mi mujer, mi mujer muerta y yo”?

—Creo que la película es una especie de comedia negra. Tal vez no en términos plenos. Empieza con un funeral, con el entierro de la esposa del protagonista. Ella pidió ser cremada, él se niega a eso. El tiene una pesadilla donde ella vuelve de la tumba para reclamarle. La hija lo llama y le dice que profanaron la tumba. El decide ir a esparcir sus cenizas en Marbella, que es lo que ella había pedido. Ahí tiene la revelación de que su vida matrimonial no fue como él creía. Si bien hay escenas de contenido emocional, hay escenas con humor. No un humor de comedia desenfrenada, sino situaciones absurdas, hasta patéticas (por ejemplo, él va a un club nudista e ignoraba que su mujer también iba). Uno puede pensar que es un drama hecho y derecho, pero no es así. Es una comedia dramática.

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—¿Cómo ves tu vínculo actual con el cine desde “Relatos salvajes”?

—Veo que se me abrió por fin el cine, con continuidad. Es algo que no me pasó nunca en mi carrera. Hice películas incluso emblemáticas como La tregua, gané premios importantes, tengo otros premios por el cine. Pero yo hacía una película cada seis o siete años, y desde Relatos salvajes ocurrió algo, me volví más visible, y no paro de filmar. Me siento muy bien por eso, estoy prácticamente abocado al cine. No hago teatro desde hace cinco años, cosa que es inédita, ya que durante cuarenta años hice teatro casi de manera ininterrumpida.

—¿Cómo ves el cine argentino en su actualidad?

—Yo lo veo bien porque creo que hay una camada de directores relativamente jóvenes, suficientemente maduros ( no tan jóvenes, no es que hacen su primer largo) pero yo trabajé con Santiago Mitre, con Damián Szifrón, con Cohn y Duprat. Son directores relativamente jóvenes pero que ya tienen su impronta, amén de que trabajé también con Sebastián Borensztein y Marcos Carnevale, que son una generación más grande de la que hablé, pero hacen un cine atrayente. En el aspecto creativo, con poco se hace mucho. Siempre nos mencionan en los festivales, estamos en Venecia, en Cannes. Ganamos premios importantes. Desde el punto de vista industrial, lo veo en el mismo punto que hace cincuenta años, con dificultades, más ahora, porque ya es un problema mundial. Ni en Italia, España y hasta Francia se filma como antes. No nos agarra muy bien parados desde el punto de vista de la industria. Por suerte, aparece gente con ganas, talento y la suficiente vehemencia para hacer películas.

—¿Pensás que una reestructuración de la ley de fomento ayudaría a mejorar esa situación?

—Depende de cómo sea la ley de fomento. Si no es restrictiva, sí. Si hay mejores condiciones, bienvenida sea. Pero no se trata solo de eso. Se trata de la cuota de pantalla, de la distribución que hace a la calidad de la exhibición. Ese es un punto fundamental y muy delicado.

—¿Qué pensás del canto contra Mauricio Macri que tan popular se hizo?

—Eso surge en las canchas de fútbol, ¿no? No debería ser tenido en cuenta como política. Para mí es irrelevante y es inconducente. No creo que esa sea la manera adecuada de canalizar los proyectos y las ideologías. Pero bueno, estamos en Argentina y eso es moneda corriente. Supongo que habrá quienes quieren utilizar eso, pero después están las elecciones y en las elecciones se verá.

—¿Cómo ves la política argentina en este momento?

—La política está en crisis en el mundo entero. Si uno ve lo que pasa en Europa y Estados Unidos, ve que la política occidental, la democracia republicana liberal, está en crisis. Es indudable. Eso despierta en mí un temor muy grande, porque a lo que se está tendiendo es a que aparezcan los nacionalismos y populismos que tanto daño han hecho en la historia de la humanidad. Me preocupa eso, preferiría que no estuviera ocurriendo, más allá de los que quieren sacar partido de esto. No se dan respuestas a cambios muy profundos y a la brecha cada vez más grande entre las clases medias para arriba, las clases medias para abajo. Es un momento de crisis, de cambios muy vertiginosos y contundentes, y eso explica de algún modo la aparición de ciertos ismos que se creían ya superados. Lamentablemente, por el imperio de las circunstancias, esa gente ahora está recuperando el poder y gana elecciones. Así surgieron nombres como Hitler, y eso me da miedo.

—¿El arte puede tener una respuesta frente a eso?

—Lo ideal es la mayor participación ciudadana, de la ciudadanía. El arte no cambia el mundo, nunca lo cambió. No está para eso. Te ayuda a soportar la vida humana tal como es, y eso no es poco. No me imagino un mundo sin arte, sin música, sin cine y sin literatura, sin artes. Nunca cambió el mundo ni lo va a cambiar. Nunca formé parte de los que creyeron que el arte era una herramienta para cambiar el mundo porque para mí está probado que no es así.

 

La seduccion del guion

—¿Cómo fue el rodaje tanto en España como en Argentina?

—Fue bueno por cuestiones de logística y de producción. Hemos filmado en Sevilla, o cercanías de Sevilla, en Marbella. Nos agarró la ola polar en un sitio donde la temperatura no baja nunca de los 20 y pocos grados. Fue muy bueno de entrada el vínculo con el director, por suerte, ya que a los tres días estábamos rodando las secuencias más fuertes de la película y, si no hubiera sido buena y rápida esa conexión, hubiera sido muy comprometido para la película.

—¿Ves un hilo común en los personajes que venís interpretando en los últimos años?

—No, la verdad es que no. Desde esta película a El ciudadano ilustre, Inseparables, Koblic, La patota, no veo un hilo común. El de Koblic es paroxísticamente diferente. Además de que por suerte se diferencia, yo trato en lo posible de diferenciarlo.

—Hablaste cuando mencionabas este proyecto como asociación creativa que te interesaba mucho, ¿qué es entonces lo que te satisface de este proyecto?

—En primer lugar lo que me sedujo fue el guión, obviamente… Ese es el punto de inyección, el que produce el arranque. Después de eso tuve varios Skype con Santi, pedí referencias para ver de quién se trataba, y todas fueron muy buenas. Nos encontramos en Madrid, cuando yo fui por los Platino. Tuvimos una reunión de un par de horas en el Hotel Palace. Fue muy bueno. Luego viajé, el 3 de enero, y estuve en preparativos para película, ensayos y lecturas con todos los actores que intervenían. El 23 de enero empezamos el rodaje en España. Retomamos hace dos semanas y ya casi finalizamos.