Ganador del Oscar por El secreto de sus ojos, director argentino mainstream como pocos, y alguien que hace 25 años trabaja en Hollywood (Dr. House, por ejemplo), Juan José Campanella dice estar “preocupado”. Habla del año electoral en Argentina, apenas, pero también habla del estado del mundo. Tiene una certeza, y se basa en Colony, la serie de TNT donde fue director de siete episodios –y estaba a cargo de los directores que se sumaban– y productor ejecutivo, que va los jueves a las 21.00 por TNT Series, la saga de ciencia ficción que muestra a Los Angeles bajo un orden dictatorial extraterrestre y que sigue a los grupos que resisten: “La ficciones empiezan a tener más eco de la realidad. Por ejemplo, los realizadores de Colony vieron venir el giro del mundo hacia la derecha. Trump no llegó y lo puso una nave espacial. Fue parte de un proceso, de un caldo que se viene dando desde el 11/9, donde se favorece a un Estado vigilante. El Brexit, lo de Colombia por la paz y otros sucesos dejan en claro el giro del mundo a la derecha”. Y agrega: “Trump es una película de horror cada quince minutos”.
—¿Cómo se vive en el detrás de escena de Hollywood la elección de Trump? ¿Creés que habrá repercusiones concretas? ¿Ya se las siente?
—Antes del gran cambio del año pasado, que fue la elección de Donald Trump, ya teníamos resuelta toda la segunda temporada de Colony. Vale aclararlo, por las lecturas que se puede hacer. En mis 25 años trabajando en Estados Unidos, nunca vi a la gente tan atenta a lo que sucedía en la política. La serie no busca hablar de eso en Estados Unidos, pero creo que entendió que la realidad se iba a asemejar en la serie e interpretar lo que está ocurriendo en el mundo.
—¿Hay cambios en el corto plazo en la industria de la televisión debido a Trump y su presencia?
—Por ahora, los cambios por Trump, o generados por la reacción a él, no son tales. La industria viene cambiado desde hace cinco años. Primero, el cambio fue positivo y generó una rareza que ahora es norma: no hay presión del lado creativo. Quizá la superpoblación de series te hace sentir eso, y es lógico, todos quieren ser la serie nueva, pero los productos, como Colony, están cerrados antes de salir a la cancha, por así decirlo. Hacia dónde va, cómo, el estilo visual: todo ya está filmado cuando sale al aire. Entonces, existe una presión pero no de esa forma del lado creativo.
—¿Creés que ese auge de la televisión y el autor del que hablás nace principalmente por algo en especial?
—Hay muchos factores. No es menor el cambio del cine, sobre todo el de Hollywood. En los 90 se fue hacia el entretenimiento puro, supermasivo, que busca el cross-over, que guste tanto al latino como al nórdico, al niño y al adulto. La máxima idea de eso es el cine de superhéroes. Eso generó un éxodo y una falta de temas adultos interesantes (o maneras interesantes de ver géneros convencionales: Colony es una reinterpretación de la invasión extraterrestre, aquí eso se reinterpreta y el extraterrestre es una dictadura). El cine no se permite esas ideas. Los autores entonces migraron. Y aparte hay que empezar a pensar en la importancia de los mercados globales para Hollywood. Se cortan los diálogos (salvo por Tarantino) para que sean lo más simple y universal posible. Ahí fue donde la televisión capturó autores, contenidos y consumidores por diferentes plataformas (del cable al streaming).
—Aun así, para vos el cine parece tener más impacto. ¿O no?
—El cine está pasando por un momento de crisis, ha perdido el impacto social que tenía cuando empecé a estudiarlo y me enamoré de él. Ese impacto social hoy es de la televisión. El cine latinoamericano no escapa a eso. Y tiene problemas propios: la comunicación entre los países de Latinoamérica (las Academias estamos intentando paliarlo). Nos llega televisión de Colombia y casi nada de cine. No encontramos un medio. Yo propuse en la Academia de Academias que formamos una especie de streaming de cine latinoamericano. Eso es una desgracia, el no tener dónde ver otro cine. Está muy difícil la cosa.
—¿Creés que las series creadas y producidas en Latinoamérica pueden lograr avanzar el estatus de productos regionales que a veces parece condenarlas?
—Podríamos erradicar el español neutro y ya desde ahí se abre la cabeza para aceptar visiones de distintos lugares del mundo, abriríamos posibilidades. Nadie sabe muy bien qué es lo que hay que hacer, a quién ir, con quién producir en este aspecto: ¿qué conviene hacer: algo local que se disfrute por su idiosincrasia o buscar algo universal? El ejemplo es El patrón del mal. Mis ojos creativamente están puestos en el cable. La televisión de aire tiene los días contados. Al menos si hablamos de ficción, eh.
—Hablás de un giro a la derecha, y sin pensarlo pragmáticamente sino de forma más romántica: ¿cuál creés que debería ser la reacción de las series y el cine?
—Creo mucho en la teoría del caos. Creo que siempre que se ha tratado de hacer un movimiento en el cine (la televisión nunca lo hizo), algo organizado y con una lista política, ha fracasado. Los mejores movimientos surgen del caos, desde el punto de vista de la física, no del descontrol. Los artistas harán naturalmente lo que les genere ese contexto. No se puede hacer cine por encargo, incluso si ese encargo es emocional e ideológico. Es imposible. Te salen piezas de propaganda, o cosas que no van a tener la humanidad y la complejidad que tiene el cine. Para mí, las obras más ricas del cine son las que no tienen en claro su ideología y ponen todo en cuestión, todo en duda. Las que nacen del dilema del artista.
Regreso al cine
Esta entrevista se realizó antes del despido de Alejandro Cacetta del Incaa, que luego generó la furibunda reacción de Campanella, quien en Twitter manifestó: “No hay UNA persona en la industria del cine, NI UNA, que tenga dudas sobre la honestidad de Alejandro Cacetta. Horrible y torpe opereta”. En tal sentido, la charla tomó derroteros más amables, si se quiere.
—¿Cómo viene tu nueva película?
—Estoy trabajando con Eduardo Sacheri en un guión de largometraje, con la intención de filmar el año que viene. No puedo adelantar nada sobre cómo va la historia. Espero filmar en enero y febrero del año que viene y estrenar en agosto.
—¿Hay algo que te gustaría hacer en el cine que sospechás que nunca vas a hacer?
—Un musical. Siempre pensé que los directores que no son coreógrafos no sé muy bien qué hacen en los musicales.
—¿Cómo creés que será en concreto la reacción frente a la situación global por parte de las diferentes artes?
—El arte empieza a ser una condensación y a la vez la devuelve a la sociedad, y ahí quizá se concretice eso que ya tenía flotando en el inconsciente colectivo. El arte de su tiempo es el que mejor representa a su sociedad, no el que la guía. No podemos juntarnos los directores y ver qué hacemos. Los relatos nuevos van a aparecer.
—¿Cómo creés que reaccionarías si tenés que vivir en una situación similar a la de los personajes de Colony, bajo un régimen dictatorial?
—Uno no sabe cómo reaccionaría en una situación límite. ¿Qué me pasaría si esa dictadura contra la que lucho mató a alguien que quiero? Si el deseo de venganza se mezcla con el de justicia, entonces ahí las cosas se complican.