Chumel con Chumel Torres no lo niega, nunca. El famoso youtuber adorador de la cultura pop comenzó a hacer pública su inteligencia a partir de una serie de críticas en Twitter al presidente de México, allá por 2012. Pero cuando vio Last Week Tonight, el premiado show de John Oliver (que emite HBO), se animó a preguntar en voz alta: “¿Podemos hacer algo así en América Latina?”. La respuesta era “sí”.
Así fue como Chumel se convirtió en el rostro y el carisma de un show que acaba de cumplir cien emisiones como producto original de HBO Latinoamérica y que posee diez investigadores, nueve guionistas, 1.200 horas de filmación, doscientos expertos entrevistados, 6.900 horas de elaboración de guión y bandas como Interpol o The Jesus and Mary Chain en el piso. Y, por supuesto, enojos de gobiernos como el de Venezuela, México y sigue la lista. Cada viernes a la 23, el mexicano define desde la comedia todo aquello que, según el periodista, “pesa más en las redes sociales, y lo hace por encima de los datos. Hablo de cómo aparece también un factor en escena en América Latina a la hora de la política: los sentimientos.”
—¿Cómo definirías entonces la forma en que los medios en América Latina aprovechan esa visceralidad y cómo buscan esquivarlo?
—Yo leí una vez algo que me pareció clave: si una persona insiste con que está lloviendo, y otra insiste de la misma forma que no llueve, entonces tu deber como periodista es abrir la ventana y ver si llueve o no. La clave para nosotros es crear un espacio para la verdad. Es decir, no llevas al piso a quien dice que llueve y quien dice que no llueve. Le das ese espacio a la investigación y a la búsqueda de la verdad. Lo que nosotros hacemos es hacer a esa verdad entretenida desde la comedia, darle un poquito de dulce, agregarle un poco de chocolatito a algo que puede ser muy difícil de digerir.
—¿Qué papel juega entonces la comedia en el periodismo, y particularmente en su forma de presentar diversos informes sobre temas claves en la región?
—La comedia es la manera de llegar a todo el mundo. El buen humor genera inherentemente empatía. De hecho, lo sentimos tanto que nos define, que no se puede ser inteligente sin ser gracioso o entender tal o cual broma, que cuando nos divierte alguien que nos cae mal, no nos gusta nada. La comedia es un arma que tiene un 50% de filosofía, 50% de psicología y eso se hace algo análogo a nuestros tiempos. Es la mejor herramienta para diseccionar el mundo. La que te permite de inmediato confiar en la inteligencia de la humanidad.
—¿Qué pasa entonces cuando los políticos usan la comedia, o ese mismo tono, para ser listos antes que cualquier otra cosa, y así generar impacto?
—Los políticos hablan políticamente, pero ahí entiendes que existe la posibilidad que no seamos tan diferentes. No digo de los políticos, sino a la hora de nuestros problemas, y eso hace fácil identificar cuando la comedia es un arma, una herramienta de la cual se espera un rédito o algo que deja en evidencia un problema. Los problemas en América Latina suelen ser los mismos. O no ser tan difíciles de comprender más allá de las diferencias entre territorios. Claro que hay diferencias, pero cuando hablas de corrupción en Brasil, Argentina, México o Ecuador, sabes muy bien de que estás hablando y que cambian los nombres, pero es un problema común a toda la región. Tener un enemigo común es lo que ayuda a que nuestro show pueda hacer muchos de sus contenidos universales, o fáciles de reconocer, más allá de desde dónde te ríes y que se hable de un problema puntual de México.
—¿Cómo esquivan el riesgo permanente de doblegarse frente a la corrección política?
—Hay una frase que le copié a Bill Maher, que también trabaja en HBO, que dice que “si la realidad te molesta, el problema no es la realidad. El problema eres tú.” Y creo 100% en esa frase. El problema es comprender que el mundo no es una guardería para tu sensibilidad. Sobre todo si necesitas demostrar tu inteligencia, o que otros son estúpidos, a partir de ser políticamente correcto en las redes sociales. Hay una idea de sensibilidad que uno entiende que existe, pero que termina siendo tóxico si vivimos negando la realidad. Aceptar una realidad no es resignarse a ella, pero es un problema cuando pretenden modificar desde ubicarte en tal o cual lugar como alguien sensible e inteligente o todo lo contrario.