“Resulta que Arjona un día invitó a una feminista a cenar, y que la comida le cayó mal porque ella se despachó con toda esa pavada de la igualdad entre sexos. Entonces, cuando le trajeron la cuenta, él la dividió en dos y le dijo ‘tú paga tu parte’, pero tú, no había llevado un peso.
¡Bien por ella!, sea quien fuera la dama, no sólo porque es feminista sino, porque, además fue ¡re viva!”
Esto escribió mi compañera de columna en El Antifashion, perpleja, luego de leer una entrevista al sex symbol guatemalteco, donde el tipo, con toda sinceridad y elementalismo, como parecen ser sus canciones, se despachó con una queja airada.
Repasemos un poco. El cantante éste descubrió un nicho de mercado muy interesante: mujeres cuarentonas, insatisfechas de la vida, a quienes les tocaron en suerte, probablemente, maridos, amantes, novios formateados en el más acendrado de los machismos. Ellas buscan su independencia y por el sólo hecho de buscarla, se convierten en feministas. Ok, bien por ellas. Pero para ser independiente hay que bancársela: si sos tan independiente, y hacés de la diferencia de sexos una guerra sin cuartel, lo mínimo es que te pagues tu cena.
Arjona estuvo bárbaro. ¿No hubiera insultado la vocación feminista de otra manera?