ESPECTACULOS
Srba Dinic

"En Finlandia y Alemania hay más disciplina y menos fuego"

El maestro dirigirá Don Pasquale en el Teatro Colón. Se define como un coordinador, detesta hacer show desde el podio de director de orquesta. Diferencias de público y salas.

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Aclamado. Prestigioso y de fama mundial, el director de orquesta Srba Dinic en su primera visita al país. Deslumbrado por el Colón. | nestor grassi

Srba Dinic trabajó en más de treinta países. Casi toda Europa, México, Corea, Taiwán, China, pero sucumbe antes el imponente Teatro Colón, espacio que lo albergará en la puesta de Don Pasquale, este 24 septiembre a las 20 y por un total de siete funciones. “Nunca he visto un teatro tan bello”, dice el destacado director serbio que apenas llegó tuvo que dirigir La condenación del Fausto: “Fue una gran sorpresa, aunque en el teatro nunca hay paz. Fue una emergencia, pero conozco a esa ópera muy bien. He sido director durante seis años de la orquesta del teatro de Bellas Artes de la Ciudad de México y justo la última que había hecho fue esa. Fue una prueba de fuego, pero estoy muy contento”.

Gran conocedor del repertorio italiano, el maestro Dinic es el invitado especial a la gran ópera bufa de Donizetti: “Las óperas grandes que requieren gran coordinación son un gran reto. No es fácil, pero los músicos tienen un gran nivel y aunque convencerlos de lo que piensa un director no siempre es sencillo, porque se requiere sabiduría y energía, con 25 años de carrera puedo decir que siempre he intentado ir en la misma dirección, consiguiendo los mejores resultados posibles”.

—¿Se viven diferente las óperas bufas?

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—La dificultad más grande es que una gran orquesta debe escucharse muy ligera, muy fina. No vulgar ni con demasiado sonido. Decimos que es una orquesta “verdiana”, pero con un sonido completamente diferente y fino. Ese es el reto más grande que tengo. Lo más importante en la ópera bufa son las palabras, no solo el canto. Es muy importante que se entienda lo que los cantantes dicen, porque a veces lo dicen muy rápido.

—De alguna manera, se debe ceder cierto protagonismo…

—Un director de orquesta debe apoyar eso que está pasando arriba. Un director de orquesta es un coordinador. No me gusta hacer un show en mi podio, me gusta estar dirigiendo de manera precisa para que salga lo que está en la partitura. Esa es mi idea. En eso no hay diferencia entre ópera bufa o una tragedia como Tosca. En esta obra es importante no mostrar de más, todo debe hacerse con cuidado. Claro, sin perder expresividad. Eso es lo más difícil en una ópera bufa… No puedo decir qué me gusta más, si la ópera o un concierto sinfónico. No podría vivir sin ópera y tengo en claro cuál es mi función. El punto número uno es que todo funcione bien, los cantantes, el coro y la orquesta. Todos juntos podemos crear algo bueno. Yo me retiro un poco, con gran placer, apoyando y disfrutando esto que está sucediendo.

—Hay un lugar común que dice que la música unifica. ¿Es tan así?

—Depende de los países. Mi experiencia es que las orquestas de América o las de españoles o italianos reaccionan de la misma manera. Las de Alemania o Finlandia son más disciplinadas, pero tienen menos fuego. Es algo fantástico que tiene mi trabajo. Conocer distintas culturas, por eso me alegra estar por primera vez aquí. Es un gran país y me encanta la ciudad.

 

"Perdemos contra Netflix"

“Mamá era maestra de piano y mi abuelo director de orquesta. Para nosotros era lo más normal ir una vez por semana a ver un concierto. Con las nuevas generaciones es más difícil. Lo veo con mis hijos, que casi van solo a ver al padre cuando dirige (ríe). Por otro lado, ahora es más fácil con YouTube y otras plataformas, más las mil cosas que podemos saber que antes no estaban a un click de distancia”, reflexiona Dinic.

—¿Cómo se atrae a las nuevas generaciones en otros países?

—En Alemania, las escuelas llevan a los alumnos a conciertos y ensayos. Pueden ver todo el trabajo de un director de orquesta, todo lo que pasan en un ensayo… Si no empieza a despertarse el interés a esa edad, será más difícil más tarde. El teatro ofrece la fascinación de salir por un rato de las cosas diarias, por lo menos por dos o tres horas. Siempre me gustó ver cómo funciona un teatro y se crean cosas a veces surreales. Eso ni las películas pueden hacer. Esto tiene un contacto vivo, aunque estemos perdiendo la batalla contra Netflix.  

—¿La ópera está preparada para convivir con la crisis?

—El teatro es un lugar para cambiar la vida diaria y siempre sirvió para mostrar que la gente no está contenta. Las comedias que se convirtieron en una crítica pública a los gobiernos podrían hacerse otra vez. En Alemania en los 70 y 80 se hicieron puestas muy críticas a lo que sucedía en ese momento. El teatro no es una isla. El teatro nunca debe quedarse afuera de lo que está sucediendo. Tenemos esa función.