Bill Nighy es una leyenda de la actuación británica. Su más reciente rol implica un nuevo nexo con alguien que el actor de Realmente amor y Pride considera cercano y admirado: David Bowie. Puntualmente, Nighy retoma en la serie de Paramount +, The Man Who Fell To Earth, la historia y al extraterrestre interpretados por Bowie en la película de Nicolas Roeg de 1976. El carisma de Nighy es gentil a la hora de Bowie y los piropos: “Fue fundamental para mi generación, para quienes creíamos que se podía más y no sabíamos cómo decirlo”. Nighy es un rostro del cine, que puede aparecer en films como la reciente Emma o ser el líder de un clan de vampiros en la saga Underworld, o la saga Piratas del Caribe y películas como Realmente amor. Tiene décadas en el medio, y su elegancia siempre ha caracterizado a sus roles.
—La historia habla de alienación, pero además de problemas de corrupción, de medio ambiente, de cómo el poder influye y destruye ¿qué le dirías a quienes están a cargo de las decisiones que nos afectan a todos?
—Les diría lo que muchos diría: por el amor de Dios, basta ya de generar dinero con el planeta Tierra. Es hora de priorizar lo fundamental, cuidar el planeta. Reparar el daño que ya hemos hecho. Dejar de actuar como si no hubiera conductas a modificar. Creo que si un alíen viniera, tuviera raciocinio y nos viera destruir el planeta, no comprendería nada en absoluto. De hecho, es una reacción que nosotros tenemos sobre todo en los últimos dos años: ¿por qué hemos llegado aquí? ¿Tan cómodos estábamos?
—Estas interpretando al personaje que alguna vez hizo en pantalla David Bowie ¿cómo tomás el hecho de tomar ese rol y cómo fue tu vínculo, si lo tuviste, con la leyenda musical?
—Me di cuenta que estaba en una posición bastante honrosa, de hacer un papel que implicaba de alguna manera procesar y darle una nueva vida a un átomo del legado de David Bowie. Eso me puso muy feliz. Tuve el lujo de cruzarme un par de veces en mi vida con David Bowie, de conocerlo. Y tuve la suerte de poder decirle, espero de una manera si no original al menos no molesta, lo que había representado su música cuando yo crecía. Fue alucinante, y fue un atrevimiento aceptar este papel cuando sabía que rozaba el legado del señor Bowie. Ambos venimos del sur de Londres, ambos tuvimos crianzas muy humildes y en un lugar, mejor dicho, una zona, donde las cosas se parecen bastante. Me imaginé entonces, quizás, en un atrevimiento que el señor Bowie se reía de la idea que alguien cercano en crianza pueda seguir con este rinconcito de su legado.
—Has dicho que esta serie habla de temas importantes de nuestros días ¿cuáles consideras que son esos temas?
—Las cosas están complicadas, como te dije antes. Creo que es preocupante que siempre avanzamos tecnológicamente sin haber logrado dominar moralmente determinadas herramientas. Sabemos más vender que cuidar, y aprender al andar, o al tropezar. Creo que ese es un tema central. Más allá de la destrucción del planeta, otros temas puntuales de la serie tienen que ver con la brutalidad de aquellos que dominan, de lo mezquino del poder. Como los más dañados son líderes, por ende el nivel de corrupción termina afectando a nuestra propia vida. Como unos pocos, y sus visibles problemas, pueden afectar dramáticamente el curso de la historia, y como no logramos alterar esa ecuación.
—Hablabas de la películas de Nicolas Roeg original ¿cómo adaptar esa película a una serie?
—No creo que se comparen, ni tampoco siento la necesidad de hacerlo. Creo que los showrunners han hecho un trabajo increíble destilando la película para trabajar en términos de una serie. Imaginar que pasó en el mundo, a mi personaje, como un nuevo alien vería eso, como el destino de ambos planetas podrían estar en juegos: todo me parece admirable y fundamentalmente bien contado, un buen relato. Es poderoso, es romántico, es vertiginoso. Tiene un poco de todo. Adoro como los personajes han sido construidos de una manera tremendamente enfocada en su personalidad.
—¿Cómo cambia tu personaje desde aquel primer film a esta serie?
—En el film, el control venía del alcohol, que lo hacía fácil de ser manipulado. Hay que sumarle 40 años de eso, y esa relación tóxica, basada en gin y tantos cigarrillos, hace que sea sorprendente que funcione. Ahora de casualidad lo hace. No encuentra que lo mantiene en este mundo, que lo enamora de algo como los relatos.
—¿Qué fue lo te enamoró de los relatos?
—Mi gran entusiasmo al crecer fueron los libros. Todo lo que hacía era leer. Mi idea sobre los relatos nace en la ficción, en libros y cómics. Amaba los cómics. Amaba y amo aquello que se llama literatura de la imaginación, que a veces se define como sci-fi. Creo que la literatura de la imaginación ha sido marginalizada desde siempre, en esa pequeña sección de la librería. Como historia, no me gustaba tanto la idea del espacio exterior, pero sí como el espacio exterior podía afectar con su llegada a nuestro mundo. Amo estas historias. De hecho, amo esta historia. Le habla a todos los nervios de lo que me enamoró de los relatos de chicos, de adolescente, y de adulto. Amo la idea de alguien que se sienta y crea historias sobre cómo la tecnología nos afecta, como ahora, por ejemplo, el vivir enfrente de las pantallas creará una generación realmente nueva, diferente a cualquier otra. Antes, nombres como Asimov, Mateson, Philip K. Dick y muchos otros hacían precisamente eso. Eran brillantes y entendían que ver más allá era su trabajo. Eso siempre me ha intrigado mucho. Leo mucho, y leo de todo, pero este tipo de literatura siempre ha tenido un lugar muy preciado en mi corazón.
—¿Cómo definís la forma en que elegís tus roles en este momento de tu vida?
—En este caso, lo importante fue sí respetar el pasado, pero también ignorarlo por completo, ya que no podía avanzar si me ataba a algo, incluso una película que es una obra maestra. Es cierto que uno intenta siempre dar lo mejor de uno, pero si, por ejemplo, el legado de Bowie aparece ahí, de la forma que sea, uno pone todo lo que tiene. Eso es lo único que puse en juego a la hora de traer algo del pasado. Después ¿qué elijo? Todo la verdad. Y no todo, la absoluta verdad. No iré a los lugares comunes del no querer quedar estereotipado, dios sabe que el viejo rockero me lo asignan bastante seguido, pero es importante entender cuantas películas o series quienes contar, no tanto “cuántas me quedan” pero sí cuántas quieres contar, si quieres que además de tu trabajo, haya tanto o tan poco ahí. Pero en mi corazón he logrado combinar el mainstream industrial y producciones más pequeñas, independientes.
Las gemas de Bill
—Los extraterrestres han sido una parte muy grande de la ficción. Puede que suene ridículo pero ¿cuáles son tus pensamientos a la hora de otras vidas en el espacio exterior?
—Me resulta difícil creer que no hay nada por ahí. Pero me gustaría haberla visto. Lo hermoso es que no tengo idea. Podrían ser energía, podrían ser partículas, podría por una vez celebrar mi ignorancia y admitir que estoy preparado para creer en vida del espacio exterior. Pero amo que en la ficción te permiten ir directo a temas muy pesados, como el futuro de la raza humana, que somos, que podemos ser, que nos define. Otros géneros tienen muchos problemas para llegar ahí de una forma natural, pero esa es una ventaja del sci-fi. Me gusta creer en aliens porque me gustaría que alguien nos ayude, ya que no nosotros no podemos hacerlo. Pero bueno, nunca les hemos dado la mejor bienvenida en el cine.
—¿Hay película en tu carrera que quieres y que consideras gemas escondidas?
—Nunca pensé en ese sentido. Sí me impresiona que cualquier ahora puede descubrir película de tu pasado en plataformas y que sean su “presente” del cine, es decir, sin el mandato de una hermosa sala de cine, ciclo o festival. Hay una película que adoro que se llama Sometimes, Always, Never y no sé cuán famosa es. Pride es otra que quiero mucho. Son películas celebradas pero que siento no han circulado tanto en las salas. Me gusta la nueva vida que las plataformas le dan a las películas.