Ya se la suponía momificada descansando en el retro kitsch, ese nicho que combina algo de olor a nostalgia, con una pizca de tilinguería y gustito a hipocresía actualizadas. Sandro podría hablar de eso y Olmedo, si viviera, también, pero ahora no importan. El tiempo vuelve venerable lo que antes fue execrable, así que ahora enciendan las luces porque ella bajará las escaleras otra vez: se llama Raffaella Carrá y hoy es la súper invitada de Diego Armando Maradona en La noche del 10. No será su única aparición ya que canal 13 promete, además, una entrevista en un programa “especial”, conducido por Jorge Guinzburg.
Detrás de la diva italiana teñida de rubia y con boca de buzón, hay dos historias. Una cuenta que Raffaella Roberta Pelloni nació en Bologna, el 18 de junio de 1943; que estudió actuación y debutó a los 17 años en el cine pero que fue en la tele, los shows, la música y las coreografías donde encontró lo que buscaba. La otra, subterránea pero más cercana, es la de las legiones de chicas que cantaban y bailaban sus canciones entre fines de los ’70 y los primeros ’80. Las nenas, que la adoraban e imitaban frente al espejo soñando con algún día calzarse el catsuit brillante, nunca entendieron por qué a Raffaella le iba tan mal con los novios: o no respondían sus llamados (“0303456, na na nara na na na na, tu teléfono sigue sin contestar”); o desaparecían sin avisar (“Lucas, dónde te has metido, nunca lo sabré”); o directamente la dejaban (“No quiero ser más la abandonada, no quiero serlo, no quiero serlo”). Con experiencias propias y ajenas, consumadas y perdidas, fueron aprendiendo que a veces “la soledad en esta noche es mala compañera”, que Lucas era gay y que las fiestas pueden ser fantásticas “con amigos y sin ti”.
Las nenas soñaban con calzarse un catsuit mientras la imitaban ante el espejo
Volver a verla será recordar cómo era el placer de saltar y revolear el pelo sin saber de qué se trata. O quizá se trate de descubrir que el efecto ya no es el mismo porque pasó el tiempo y, entretanto, habían averiguado demasiado.
