Palermo, 18,30, plena hora pico en Buenos Aires. Gonzalo Heredia (28) avisa por teléfono a la agente de prensa de Pol-ka que está retrasado y pide por favor que lo reciban con un mojito (cóctel originario de Cuba, de ron, azúcar, lima, menta y agua con gas). A los cinco minutos, estaciona su 4 x 4 en la puerta, desciende con un pequeño bolso en la mano derecha, acomoda su pelo mojado, y apenas ingresa al hotel, una mujer de cuatro décadas que estaba hospedada, le dice exaltada a su marido, quien la miraba confundido: “¡Me muero! Ya la llamo a Giselle para contarle”. La escena no es de ficción, aunque describe lo que es Heredia fuera de pantalla: el galán del momento y quien calienta el prime time en Malparida (El Trece), la ficción más exitosa de la TV. “Se me complica andar por la calle. Pero significa que mi trabajo está yendo bien. Hace poco hicieron una locura: tocaron el timbre de casa y quisieron entrar. Nunca imaginé que podía pasar. La chica no sabía qué decirme. Que sepan donde vivo es demasiado”, cuenta el compañero de Juana Viale, mientras acepta y refuta las variantes de ropa que le propone Teresa, su nueva vestuarista. Enciende el primer cigarrillo y comienza la charla exclusiva con Perfil.
—¿Qué fue lo mejor de 2010?
—En lo personal, que mi familia se agrandó, tuve un sobrino por parte de mi hermana. En el trabajo, que la novela fue un éxito y las cosas salieron muy bien. Llegar al final de esta manera me da felicidad. Creo que cada año es el mejor y supera al anterior, soy un afortunado.
—En estos dos años te ganaste un lugar como galán, ¿te sentís a la par de Pablo Echarri y Facundo Arana?
—Siento un crecimiento pero no un mote o una chapa, me siento con un lugar. Esto de galán lo puedo deshacer en dos minutos si me saco la barba y me rapo. Es un castillo de naipes. Pablo vuelve y la va a romper seguramente en la ficción.