El jueves 19, cuando un joven de 22 años ingresó en la guardia del Hospital Italiano de Almagro con una herida de bala en la cabeza, los médicos intentaron reanimarlo, aunque sin esperanzas frente a la gravedad del cuadro, le declararon muerte cerebral. A 30 cuadras de ese lugar, en el Instituto del Diagnóstico de Barrio Norte, el tiempo se agotataba para "Sandro" (64), quien esperaba desde hacía ocho meses un doble transplante de corazón y pulmones, y estaba primero en la lista de de emergencia del INCUCAI.
La vida y la muerte se enfrentaban. Era el comienzo del milagro. (Con el fin de preservar la identidad del donante, según lo indica la Ley Nº 24.193 y demás normas vigentes respecto a la donación de órganos, tejidos y células, este relato no revelará el nombre del protagonista ni el de sus familiares directos, a excepción del de Roberto Sánchez, por su ineludible notoriedad).
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