El desafío es enorme. Primero, pensar un teatro. Un teatro público. Y pensarlo definido, con bordes precisos, contundente-plural. Es por eso que la programación de un espacio como el Teatro Cervantes-Teatro Nacional Argentino definirá esos bordes, esas precisiones, marcará esa contundencia.
Claro que un espacio público también precisa pensar la manera en que recibe a los que se acercan: –espectadores, trabajadores, artistas–. El trabajo es, entonces, pensar la manera de construir un espacio que bienvenga a los que se acerquen y trabajen en él así como definir, en su perfil de programación, las líneas y estéticas a compartir.
Creemos que un teatro público tiene que estrechar vínculos con toda la comunidad teatral del país –tarea titánica, claro; pero que puede empezar a verse en las líneas y programas que llevaremos adelante: vínculos estrechos con las carreras y licenciaturas dedicadas a las artes teatrales de los espacios públicos de formación artística (empezamos firmando convenios con la UNA y la Emad en este 2017), audiciones abiertas para los laboratorios de creación (este año a cargo de Ricardo Bartís y Silvio Lang), el programa Teatro Cervantes-Teatro Nacional Argentino produce en el país que presentará este año cuatro trabajos íntegramente realizados por artistas de distintos puntos del país acciones, todas éstas, que tienen la intención clara de colaborar con una enorme cantidad de artistas para que todos formen parte de la programación del Teatro Cervantes-Teatro Nacional Argentino.
Creo indispensable compartir aquí con ustedes lo que dimos por llamar Misión, redactada por el nuevo equipo de dirección del teatro, y que explica de manera clara lo que queremos sea este espacio durante los próximos tres años. Dice así: “Desde nuestro único Teatro Nacional encaramos el desafío de pensar el teatro y lo nacional en toda su complejidad. Entendemos que el teatro nacional es una institución que va mucho más allá del edificio de la esquina de Córdoba y Libertad: abarca todo el país. No como centro irradiador, de la Capital al Interior; no como lugar de convergencia, del Interior a la Capital, sino como un nodo en una vasta red: la red de las prácticas teatrales del país. Estas prácticas definen y amplían nuestro ámbito de acción. No puede restringirse el sentido de teatro nacional a las obras de autor argentino. Teatro nacional es el teatro que se hace en el país, o para el país, o que es relevante para el país, y que puede contribuir a agitar o transformar el país. A crearlo, en suma.
‘Pensamos que un teatro nacional debe ser una caja de resonancia de los conflictos estéticos y sociales actuales, y que éstos deben orientar nuestra mirada sobre el pasado y nuestra tradición. Más que un teatro-museo, queremos un teatro-espejo del presente y, con suerte, un teatro-reloj que adelante lo que vendrá.
‘El Teatro Cervantes buscará hacerse cargo de su especificidad en tanto teatro público, sin imitar/mimar/copiar los procedimientos del teatro comercial, sin vampirizar las prácticas del teatro independiente. El Teatro Cervantes se propone convertirse en la casa de los artistas vivos, en el lugar donde puedan trabajar desde la experimentación, el desafío, el riesgo y el error.
‘Concebimos el teatro público no como un servicio obligado a satisfacer una demanda preexistente, o que esté al servicio de determinada política oficial, sino como una institución que ofrezca a la ciudadanía expresiones artísticas en las cuales reflejarse o negarse, que discuta los modelos dominantes, que refleje y estimule la diversidad, que pueda transformarse en una plataforma para el desarrollo de nuevas asociaciones de artistas y públicos que piensen crítica y activamente su arte y su época.’”