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La ficción latina sigue peleando en el mundo

Si bien las telenovelas turcas se han multiplicado en todo el planeta, desde América Latina se continúa exportando y generando divisas. Las estrategias para recuperar el terreno perdido.

Aliados
| Cedoc Perfil
Mientras aquí productores y actores se preguntan qué hacer ante el avance de las latas turcas, en el resto del mundo muchos de los contenidos creados por estas tierras cautiva audiencias. Sin el caudal de ventas de años atrás, porque es innegable que el imperio televisivo otomano crece cada año, en horario central pueden verse la remake de Graduados triunfar en Grecia, Aliados en Rusia, Costa Rica e Israel (Bezek, la empresa telefónica número uno de ese país compró los derechos para subirla a su plataforma), Ciega a citas se vendió a 44 países y tiene su versión protagonizada por españoles, una chilena que promedió casi 37 puntos en su capítulo final y ahora se prepara una alemana. “Además, recientemente se vendió a China donde se hará una versión local, al igual que en Rusia y en Polonia, donde también se está produciendo la tira”, anuncia Michal Nashiv, CEO de Dori Media, encargada de comercializar los derechos de la creación de Carolina Aguirre y de colocar Lalola en 120 países, Sos mi vida en más de ochenta y Rebelde Way en más de cincuenta. Y desde la misma empresa confirman que Indonesia, Vietnam e Israel ya compraron Esperanza Mía como lata.
Enrique Estevanez es otro de los que busca sacar provecho a la exportación de contenidos. Hoy el prime time de Caracol tiene (después de La Tusa, adaptación diaria del film de Juan Taratuto No sos vos, soy yo) su versión de Dulce amor. “Mi estilo es internacional, el 90% de las novelas que hice se vendieron en el exterior. Dulce amor se vendió a Rusia, Medio Oriente y Chile; con Camino al amor TV Azteca le ganó el prime time a Televisa por primera vez en la historia. Acabo de venir de España y a mi hijo Sebastián mucha gente lo reconocía en la calle por las telenovelas que hacemos. Los culebrones existen en todo el mundo y se emparentan con las extranjeras que tenemos acá, como Las mil y una noches”, explica. Pablo Culell, director de contenidos de Underground, asegura que debido al suceso de Graduados, en Grecia ya les pidieron permiso para escribir una temporada más. “Nuestros formatos se vendieron en Latinoamérica, Europa del este, España, Francia, pero en Grecia siempre. Allá también fue un gran éxito Los Roldán. Hay un reconocimiento grande con los griegos: les pasó lo que a nosotros en la crisis de 2001, les gusta Graduados, es muy raro…”, intenta explicar. Daniel Otaola, gerente de contenidos de Telefe, dice: “Actualmente el mercado más interesado en nuestros productos es América Latina. En los 90, en cambio, los productos latinos viajaban por toda Europa del Este principalmente: Rusia, Israel, Rumania, Polonia. La particularidad de este mercado es su tamaño pequeño, que compran material enlatado y realizan pocas producciones locales. Son grandes consumidores de telenovelas”.
De todas formas, no es que Europa haya cerrado sus fronteras a las ficciones latinoamericanas: en Croacia siguen con atención Avenida Brasil o en Eslovaquia la producción de Telemundo (basada en el libro de Arturo Pérez-Reverte) La reina del sur y, por más coincidencias que haya, no es la debacle de las economías la explicación de un interés que viene de años. “Desde la última década nuestra presencia se ha fortalecido cada día más. En el momento tenemos presencia en más de cincuenta países y en nuestra historia hemos llegado a cien. Más que la crisis económica, lo que ha influido para que los canales europeos compren producciones latinas es la calidad”, comenta Camilo Arango, director de ventas internacionales de Caracol, cadena que le debe al éxito en el exterior de Pablo Escobar, el patrón del mal poder recuperar muchos de los casi 200 mil dólares que invirtió por cada capítulo de la ficción sobre la vida del capo narco.
Una telenovela argentina puede venderse (dependiendo del mercado y de si se pasará el contenido como lata o se hará una remake) de 200 a cinco mil dólares el capítulo. Casos como Avenida Brasil o Yo soy Betty, la fea, suelen tener precios más elevados. Por ejemplo, por la colombiana se dice que en China se llegó a pagar cerca de 10 mil dólares el episodio para adaptarla. Mientras, Globo sigue moviendo el mercado mundial con algunas producciones más antiguas que Jorgito y Nina. La vida sigue (2011) se vendió recientemente al millonario grupo Abu Dhabi TV y se emite en todo el mundo de habla árabe y Africa del Norte, en tanto FOX en Holanda y en Estados Unidos, y VIVA Plus de Israel había apostado antes por esta ficción. Ya para la Natpe de Praga, que se realizó a finales de junio, el gigante brasileño comercializó culebrones más recientes como Imperio (que finalizó en marzo, promediando 34 puntos de rating, y ya fue comprada por Telefe) y Preciosa Perla (ganadora del Emmy a mejor telenovela en 2014 y vendida a toda Sudamérica), además de la serie Cazador, protagonizada Caua Reymond.
Pese a que la Natpe europea contó con menos presencia que la habitual (de los 400 compradores “clave” asistieron unos 250) y los turcos dominaron la escena (ver recuadro), las cadenas latinas se fueron conformes. Desde su ingreso en los 80, más de 10 millones de personas hablan español en la región a partir del fanatismo por muchas producciones sudamericanas. Títulos mexicanos, venezolanos y argentinos, como Los ricos también lloran, Topacio, Kassandra (novela por la cual se dice que en plena guerra de los Balcanes se producía un alto el fuego de una hora), Muñeca Brava y Sos mi vida hicieron un recorrido tan grande que los culebrones protagonizados por Verónica Castro, Grecia Colmenares y Natalia Oreiro sirvieron para que países como Albania, Rusia o Polonia se interesaran en nuestra lengua.
El autor de Sos mi vida, Ernesto Korovsky, agrega: “Tienen una fascinación por lo latino. En Telefe internacional me explicaron que cuando ofrecen novelas, siempre en los países que visitan les preguntan en algún momento: ‘¿Algo igual a Muñeca brava no tienen?’ No pueden entender que no sigamos haciendo eso”. Tal vez ésta sea la mejor explicación de por qué el negocio, aunque sea importante, no es lo que era.