Es de público conocimiento la reciente separación entre el conductor de Duro de domar y Gabriela Blondeau, que tuvo en un principio tintes escandalosos hasta que, como suele suceder, se aquietaron las aguas o simplemente las revistas del corazón dejaron de lado el caso Pettinato-Blondeau para ocuparse del caso Neumann-Cubero.
Pero fue el mismo conductor el encargado de reflotar su intimidad, al anunciar el martes a la noche que, desde ahora en adelante, no comenzará más su programa televisivo con sus ya clásicos y cínicos monólogos donde mezcla como en Cambalache la Biblia con el calefón, sino que hablará de su vida privada. El ex saxofonista de Sumo, salvo por algún desliz estudiado, no solía hacer referencia a sus problemas sentimentales, pero quizás ahora, como lo hace Moria Casán, tome a la televisión como un diván y a nosotros, los espectadores, como silenciosos psicoanalistas lacanianos. Hasta quizás un día invite a sus ex para saldar viejas cuentas al aire.
Linda forma la del hombre de trajes coloridos para enganchar a los televidentes que, se sabe, como buenos voyeur que son (somos), jamás nos perderíamos detalles de la intimidad de una de las estrellas locales. Pero por otro lado: ¿por qué no escuchar las vivencias de este cincuentón con onda y con una vida cuanto menos atractiva? ¿Algo tendrá para trasmitirle a la humanidad?
Y no defraudó, Pettinato dio una lección de vida a muchos hombres. Habló detalladamente de ciertos comportamientos extraños en el que incurren los varones recién divorciados y, la verdad, por lo que contó, estos se convierten en seres bastante patéticos. La causa no es la tristeza que los invade ni la devastación que produce una ruptura con todo el costo emocional que se paga por dejar atrás una vida escrita de a dos, sino porque los recientemente solteros se internan en una vorágine consumista sin ningún sentido. Bueno, la falta de algo siempre se suple con la adquisición de otra cosa.
Dice Pettinato que tras la ruptura compró jabones de primera marca, carísimos, como si estos limpiasen mejor que un jabón de tocador común y corriente comprado en el supermercado. También adquirió unos nuevos artefactos lumínicos para el departamento de soltero de extraños materiales que, según relató, al estar demasiado tiempo prendidos se derriten o explotan. Eso sí, aclaró que esos nuevas lámparas no eran “gay”, como si existiesen lámparas gay. Yo lo único gay que conozco son amigos y amigas, Claro, esto lo dijo para que no decaiga su imagen de soltero heterosexual.
Pero el shopping absurdo no terminó ahí: Pettinato reconoció que los que reestrenan la soledad también se compran, con el afán de impresionar, nuevos celulares de última generación, como hizo él y “que se parezca al pene de uno”. “Mientras más grande el celular más grande tu pene, si se abre el celular, se abre tu pene”, prosiguió. Raras las asociaciones de Pettinato, ¿no? ¿Será que el conductor tiene demasiado tiempo ocioso para ejercer la asociación libre?
La compra más onerosa que hizo Pettinato fue el stereo para el auto que siempre quiso tener y no se sabe por qué no lo compró antes. No debe ser porque su ex mujer no lo haya dejado, ni porque no tuviese dinero. Pero sí lo hizo ahora, con la mala suerte de que un par de señores se lo robaron por la mañana cuando él había decidido no ir a su programa en FM 100. “Dios me castigó por no ir a trabajar”, acotó creyente.
Se ve que a Perttinato la vida de soltero no le sienta nada bien: salió de shopping a comprar objetos inservibles para el hogar, piensa que será más atractivo con un celular del tamaño de su aparato reproductor y gastó una fortuna en un stereo que de tan atractivo atrajo la atención de los dueños de lo ajeno.
Moraleja: no te divorcies o llevarás la triste vida de Roberto Pettinato.