El tecladista de Dream Theater, Jordan Rudess, lo deja claro: “Si tuviera que definir aquello que implica Dream Threater para quienes todavía no saben de la banda, entonces debería hablar de una banda de metal progresivo, que si bien no se ha atado a las normas del género, ha sabido generar una idea de espectáculo en cada show. Es importante que nuestra libertad pueda percibirse como una enorme puesta en escena, que trascienda nuestra música”. Rudess lo deja claro, seguro, y la banda que se inició en 1985 es dueña “de un culto muy raro y difícil de conseguir hoy día, y eso queda claro en Argentina: nuestra visita del 28 de junio al Luna Park es la cuarta en nuestra carrera al país”.
—El nuevo show que traen, “The Antonishing”, presenta su nuevo disco, lanzado a comienzos de 2016; ¿cómo lo definirías?
—La banda siempre ha sabido crear sets distintos. Podría decirse que son shows de Broadway pero con una personalidad y una idea de espectáculo muy distinta. Sí dueños de la misma profesionalidad. En este caso, hablamos de una ópera de 60 minutos, con intervalo. La inspiración viene de cosas como El señor de los anillos o Game of Thrones. Fue un desafío. Un escenario realmente pensado desde la concepción del disco: no fue un “¿cómo vamos a ilustrar esto?”, fue algo que se generó con este objetivo en mente, con esta idea de puesta en escena. No hay detalle que se nos escape.
—Más allá de que poseen un público fiel, ¿es difícil lograr generar que conceptos como “The Antonishing” sean llevados a cabo en un momento donde cada vez más la música popular limita esas libertades?
—Entiendo a lo que vas. Sirve que tengamos siempre claro qué queremos, y que seamos una excepción dentro de la industria. Sería muy difícil si comenzáramos ahora mismo. El metal es un género musical de seguidores muy fieles, pero claro que entiendo tu pregunta. Lo bueno de nuestra carrera es que nuestra libertad es aquello que siempre llamó la atención de nuestros fans. Entonces, ése es nuestro fuerte. La música ha tendido a homogeneizar, pero nuestros shows y discos son prueba de que se puede apelar a otras sensibilidades. Nuestro éxito es muy grande, y hablo de la cantidad de fans que van a nuestro show. En todos los lugares del mundo.
—Por su estilo, pareciera que “The Antonishing” habla directamente con lo que se escucha actualmente. Es decir, se presenta como otra opción. ¿Lo pensaron así?
—Seguro, pero tampoco tan reactivos a lo que se escucha. Es decir, pensamos más el disco en términos de reaccionar frente al “cómo” se escucha. Las canciones de moda parecen intercambiables, y en ese sentido lo más notorio es cómo la atención de quien escucha, y eso piden quienes las venden, sea cada vez más escueta. Se busca que todo funcione por tres minutos y medio. Eso no es nuevo, pero ahora parece ser la única opción. Por eso, hacer una ópera, meternos en ese mundo, algo que fue popular pero que requiere una atención distinta, fue un objetivo concreto.
—¿Fue difícil llevar a cabo el disco?
—Fue distinto, y eso siempre es bueno. Aparte nos ayudó salirnos de nuestra comodidad. Lo bueno es saber que tu público al menos lo escuchará antes de hacer un juicio de valor. Eso ya es algo con lo que contamos y te da fuerza.