Desde este lunes empieza Separadas, la nueva tira diaria, a las 22.15, por El Trece. La apuesta fuerte se caracteriza por, otra vez, generar un show en prime time con una presencia mayoritaria de mujeres: Celeste Cid, Mónica Antonópulos, Marcela Kloosterboer, Agustina Cherri, Julieta Zylberberg, Gimena Accardi y Julieta Nair Calvo son las protagonistas, las siete mujeres afectadas por un evento común que alterará, sean DJ, amas de casa o policías, el curso de sus vidas.
En ese grupo, escrito por Marta Betoldi (Las Estrellas), hay dos pares de hermanas. Uno de ellos es las Rivero, interpretadas por Cid (Martina) y Antonópulos (Clara). “Son dos personas desconectadas de distintas maneras, ambas son antagónicas –inicia Antonópulos–. Intentan sobrepasar la realidad de manera diferente. Mi hermana (Martina), que encarna Celeste, es más inestable, contestadora, rebelde, le cuesta madurar, muy noble, generosa y de mucha creatividad. Es como Susanita de Mafalda”. “Mi personaje, Martina –dirá Cid– ve a Clara (Mónica) también como inestable, conservadora, ya que prioriza a su familia y a sus hijos. Juegan de opuestas, aunque tienen valores bastante parecidos. Mi protagonista es sola, bastante infantil, tal vez por traumas quedó en esa tecla. Su vínculo es muy amoroso, casi de madre a hija, y por eso se pelean mucho”.
—¿Creen que “Separadas” presenta otro punto de vista sobre las mujeres en estos tiempos más feministas?
ANTONOPULOS: Es la segunda tira que veo con tantas protagonistas femeninas, la otra fue Las Estrellas, que respondía a otro momento. Por suerte, las transformaciones están siendo en capas muy profundas, a una velocidad enorme, y al mismo tiempo vas descubriendo todo lo que falta por hacer. Está escrita, además, por una mujer (Betoldi), y esto también implica un cambio. Ahora leo los textos desde otro lugar. Hoy hacer mujeres livianas sería viejo, para nada actual, y en eso me parece que estamos de acuerdo. Nadie queda afuera. Para nosotras, también como intérpretes, es más interesante. Somos actrices adultas, grandes, con hijos, y estamos atentas a qué vamos a contar.
CID: Pol-ka es una productora que siempre les dio mucho espacio a las protagonistas femeninas: Locas de amor, Mujeres asesinas, Guapas, Socias, Para vestir santos, Las Estrellas y otras. Tiene un historial importante, más dramático o más liviano. Hace poco tuvimos que grabar una escena de forcejeo entre un varón y una chica: ahora nos invita a cuestionarnos. Quizás en otro momento no le hubiéramos dado importancia, pero hoy, directores y actores repensamos la secuencia. Noté la transición en el tiempo, y esto es bienvenido.
—Durante muchos años las actrices –incluso las protagónicas– ganaban menos que los galanes. ¿Les pasó?, ¿les pasa?
A: No lo cerraría solo al núcleo actoral. Me parece que es un problema generalizado, pasó y pasa. Sucede en todas las áreas y trabajos. Incluso cuando una mujer queda embarazada aparece la amenaza de poder perder su trabajo. Y cuando vuelve su capacidad no es mirada de la misma manera. Todavía los lugares no están acondicionados para las madres que amamantan… Faltan muchísimas cosas. Sucede en todos los ámbitos. Lo bueno es que nos estamos dando cuenta de que le pasaba a una y a otra. Empezamos a ganar una voz colectiva, que fue silenciada por miedo y terminó siendo cómplice de lo que venimos arrastrando. Ahora podemos decirlo y tenemos un contexto a favor. También hay muchos hombres que se están empezando a cuestionar. Es necesario empezar a sumar. Este movimiento debe incluir a todes.
—¿La televisión actual se anticipa a los cambios de la sociedad?
C: Nuestra autora, Marta Betoldi, dijo que su sensación era como que la sociedad le reclama a la televisión deudas que ella misma tiene.
A: La televisión es una herramienta de comunicación y ahora también debemos hablar de las plataformas. Quizá deberíamos pensar en cómo incorporar, cómo incluir, sin excluir a nadie. Hay un grupo de gente que ve series, otros ficciones nacionales, no debemos englobar. Tenemos todavía un cerebro bipartido, viejo o nuevo, lindo o feo. Creo que correspondería terminar con estas antinomias.
—¿Son pañuelos verdes?
C: No formo parte del Colectivo de Actrices Argentinas pero me siento afín a sus planteos, sin lugar a dudas. Es un espacio muy necesario.
A: Tampoco lo integro. Siento que es un movimiento y agrupación muy importante. Quizá la militancia la llevo a nivel más personal y lo hago desde otros lugares, no creo que haya uno solo. Tal vez no la ejerzo desde mi profesión sino desde agrupaciones de mujeres y rondas femeninas. Admiro a nuestras compañeras y obviamente estoy a favor de ellas, de la ley y de la educación sexual.
—Ambas tiene dos hijos varones: ¿cómo los educan?
A: Tengo un hijo de siete y otro de un año y medio. Son dos maternidades distintas y los contextos también. Hoy hasta el vocabulario se pone en juego. Ellos absorben información, no discriminan, no saben odiar y nos cuestionan. Me ponen en jaque. Me asombra cómo los niños militan sobre el veganismo y te debaten por qué matar a los animales. Los jóvenes traen consigo una información más pacifista.
C: Nosotras a esa edad no éramos así. Mi hijo se cuestiona sobre la ropa para hombre o para mujer. Invita a pensar, hay que romper estructuras. El mayor tiene 15 años, yo era muy joven como madre.
—¿Cambió esa idea de que las mujeres no podían trabajar juntas?
C: Ese fue uno de los principios del patriarcado. Estuve en muchos grupos y jamás tuve malas experiencias con otras mujeres. Siempre sentí solidaridad y compañerismo.
—¿Y las mujeres con poder?
C: Creo que no pasa por el sexo, pasa por el tema del poder, se da en hombres o mujeres: vuelve loca a la gente. Para mí el poder es lograr mantenerse, construir un hogar y sentir armonía por hacer las cosas bien.
A: El poder y los seres humanos tienen una relación compleja, no pasa por el sexo ni el género. Creo que hasta el cine de Hollywood ayudó a conformar esa imagen de que nos llevábamos mal, mostrando al hombre como objeto de deseo. La competencia forma parte de la sociedad, es humano, nos agrupa a todos, no hay divisiones.
Ser madre en el set
Graban toda la semana y cumplen un horario de 8 de la mañana hasta 18. “Es un muy lindo grupo el que se armó. Da placer venir a trabajar –subrayará Celeste Cid–. Hay varias que están amamantando, porque fueron madres hace muy poco, como Agustina (Cherri) y Marcela (Kloosterboer)”.
Cuando se les pregunta cómo son como telespectadoras, aseguran que no son adictas a la pantalla. “Puedo engancharme –confiesa Antonópulos– con algunos capítulos donde trabaja mi marido (Marco Antonio Caponi) o mis compañeros. A veces, por mi estado –cuando estaba embarazada–, no aguantaba la violencia. Por ejemplo, El cuento de la criada no lo pude seguir…”.
“Veo poca, muy poca –continúa Cid–, algunas series para niños. No tengo continuidad. Ahora estuve viendo Sex and the City (risas) porque me interesaba cómo trataba el tema femenino, aunque es muy antigua y frívola. Es un programa de muchos años atrás, con amigas mujeres como protagonistas. Cuando termine Separadas debo filmar una miniserie para Disney –anticipa–, será en diciembre, pero aún sin título y faltan muchos meses”.
Mientras que en febrero Mónica Antonópulos reestrenará en el Espacio Callejón el espectáculo teatral Late el corazón de un perro, escrito y dirigido por Franco Verdoia, donde comparte elenco junto a Silvina Sabater y Diego Gentile. “Haremos funciones solo los domingos. Estoy muy contenta, disfruto mucho esta escena independiente. Aparte estoy estudiando astrología… me interesa el tema”, confiesa esta capricorniana, quien será su hermana en la ficción y quien también es del mismo signo: Celeste Cid.