Fue un proceso largo” dice Gastón Portal, desde México. Y suma a la hora de hablar de La noche mágica, el film que estrena y que se agrega a sus creaciones, a su material desarrollado para el papel y la pantalla: “Todo surgió de un cuentito que había escrito hace mucho, que es un ladrón que entra a robar a una casa, y encuentra una situación con un amante. Se encuentran, ambos con sus pistolas. Como no puede evitar la situación de entrar a punta de arma, lo obliga el ladrón a que roben juntos.” Y añade, el hijo de Raúl Portal, que creció en la TV, que cerró hace años su productora GP y que ha dejado su huella en nuestra cultura televisiva: “Ese fue el disparador. Pero después hubo mucha gente que creyó en la película, y el guión giró solo. A Natalia Oreiro, Peretti, les llegó el guión y se prendieron”.
—¿Qué era que encontraste en esta historia que querías llevar al cine?
—Hay ciertas cosas que siempre lo obsesionan. Y uno es que la gente nunca es lo que se muestra. Y no solo eso, no saben exactamente siquiera quiénes son. Siempre hay un juego de eso. Y eso está en mis ficciones, en las series que hice, en mucho de lo que conté. Ese ladrón que viene acá, aparentemente peligroso, genera un cambio en esas personas, y eso se lleva adelante desde un personaje que realmente lo confunde con Papá Noel. Después hubo muchas etapas de una oscuridad en el relato... el final era demasiado fuerte. Eso me decían, y me di cuenta que tenían bastante razón.
—¿Cómo te definirías a la hora de pensarte como cuentahistorias considerando que creciste en la televisión, que producías y que generás hasta el día de hoy contenidos?
—La verdad que a mí se me aclaró todo, porque siempre tuve un conflicto de chico, escribía desde chico y trabajaba desde muy chico (con más o menos suerte). Siempre sentía que lo que me gustaba es un poco “retorcido”, que no sé si es la palabra indicada. Alguna vez leí algo que decía que uno hace lo que puede, y cuenta lo que puede, lo que tiene adentro. Y lo cuento de una manera que me sale, que es nunca tomándome todo en serio, ni todo en broma. Hay una sensación de enrarecimiento en mis cuentos, en mis series. Todo esto no es una teoría que enarbole, porque me es difícil verlo así. Veo todo el mundo como algo como dueño de sinsentido, con absurdo. Entonces cuando filmo el drama lo trato como un dramón, pero siempre le pienso como un contrapunto que genera formas extrañas. No sé si podría contarlo de otras formas.
—Considerando tu historia, ¿cómo ves este momento donde hay una crisis para el cine y que los contenidos para plataformas valen cada vez más?
—Yo vendí mi productora GP hace años. Puse una de desarrollo de contenidos, por eso me fui a Estados Unidos a vivir, y trabajo ahí y en México. Trabajo en la construcción de contenidos, de desarrollos y veo que hay una opción ahí más interesante. Quiero decir, los cuentos son los mismos, pero hay más opciones para contar. Antes era más marcada la diferencia de un cine de tal forma, o de otra forma, si era europeo, o mainstream americano. Se leía que cada sector tenía que tener los mismos parámetros para relatar. Los accesos, que todo se vea en todo el mundo, genera híbridos y que todo se pueda ver en todo el mundo. Más allá de que sea un negocio, los que lo manejan están buscando fórmulas. Y para mí eso es más disparatado que creer en Dios. Gente que dice que esto es de una manera, y ves que la realidad es otra por completo.
Las películas junto a Raúl
—¿Qué hay en el cine que querés contar en el cine?
—No es que ahora yo decidí contar en el cine. Yo quise hacer una película desde que terminé la FUC. La vida te lleva. Yo vivo en medio de la ironía. Todo este proceso encima: vino el Covid, se frenó el cine, y todo decía que quizás terminábamos en una plataforma. Yo pedía a gritos que no. Esta película la hicimos pensando en la experiencia del cine. Siento que hago una de las últimas películas que van a al cine antes que a la plataforma. Y me siento contento por lograr hacerlo en este momento.
—¿Cuál ha sido tu vínculo con el cine desde que lo estudiabas hasta ahora?
—Mi vínculo con el cine siempre estuvo, yo crecí en una época en que los cines estaban en la calle, en el centro, en la calle Corrientes, en Lavalle. Iba al cine solo y a leer solapas de libros. Llevaba amigos a los 14 y me reputeaban. Mi viejo veía mucho cine, veíamos mucho cine italiano juntos. Lo que ahora tengo es una experiencia muy grande por haber producido, por haber sido montajista tantos años. Puede ganar elementos. Mi vínculo con el cine es lo más importante, y hoy estoy trabajando en tres series. Tengo algunos guiones terminados, que me entusiasman mucho. No sé si será en Argentina o México, pero quiero ganar el tiempo perdido. Me encantaría poder filmar algo cada dos años y hacer algo nuevo con esa frecuencia. No sé si podré.