Los límites de los diferentes terroritorios del arte

La invitación llegó en el 2015 y la propuesta era crear y dirigir un programa que vinculase el teatro al edificio del museo. El museo era el Moderno y Victoria Noorthoorn, su directora, fue quien cursó la invitación. Así nació “El borde de sí mismo”, este ciclo que hoy ya encuentra iniciada su tercera edición.

Pensamos en aquel momento en un espacio en el que las artes visuales, desde el borde de sí mismo, lean el teatro; y el teatro desde el borde de sí mismo lea las artes visuales. Desde la propia mismidad, desde los propios límites se percibe un otro territorio, se ensaya, se experimenta, se prueba ese otro territorio.

“El borde de sí mismo” pone también el foco en el público (estamos en un edificio público y el proyecto es financiado 100% con dinero público) y es por esto que nos resulta indispensable compartir la experiencia, el tiempo, imaginar aquello que no tiene forma aún, permitir el error, aceptar el fracaso. Invitar al público a un espacio y tiempo al que no suele ser invitado. La obra está en el proceso: la obra se escribe, se gesta en la tensión entre la mirada del artista y el público. La experiencia del público ilumina el sendero de la obra.

Este ciclo invita al público a ser parte de la obra y al artista a asomarse al borde de sí mismo para mirar al público a la altura de los ojos.

Durante el siglo XX el acceso físico al espacio exterior no sólo entregó a la humanidad ficciones para pensarnos universales e interplanetarios o para imaginarnos la vida en micro-comunidades al interior de una nave o un planeta hostil, sino que también ofreció un grupo de imágenes inéditas al mundo: la huella de un hombre en la superficie de la luna, el acercamiento al origen del Big Bang y, destacándose entre todas, la imagen subjetiva de un ojo viendo por primera vez, en vivo y sin mediaciones, a nuestro planeta en toda su extensión.

Somos una nave espacial esférica surcando el universo en una órbita cíclica. Y estamos todos a bordo de un mismo vehículo.

Ir hacia un espacio exterior es salirse de uno mismo para mirarse desde afuera. Cambiar la perspectiva para conocer otras facetas que puedan modificar nuestras conductas. El espacio exterior de la propia disciplina, del propio género, de la propia realidad.

Esta tercera edición de “El borde de sí mismo “dialoga con la exposición “A 18 minutos del sol” (que con curaduría de Javier Villa y Marcos Krämer) proponiéndoles a seis artistas - tres de las artes escénicas y tres de las artes visuales- la creación de seis obras que graviten entre disciplinas y organicen un tiempo escénico.

Arrancamos esta edición con una obra poderosísima de José Guerrero, autor y director teatral patagónico: Un grano de polvo suspendido en un rayo de sol nos hablaba literalmente al oído (escuchábamos el texto a través de unos auriculares) y ese intimidad, ese tono confesional que guiaba la experiencia encontraba su espejo en imágenes abstractas y surrealistas que llevaban adelante en vivo Eddy García, Virginia Leanza, Leandro Listorti y el propio Guerrero, nuestros guías en este viaje a través del descubrimiento del cielo, la historia personal y la historia social (la obra testimonia las puebladas en Cutral Có en 1996).

La semana 2 fue el turno de Ernesto Ballesteros con su Pequeño espacio de concientización cosmológica una suerte de consultorio sobre el cosmos en donde el público podrá evacuar todas las dudas respecto a esa inmensidad que nos rodea y contiene.

Luego fue el turno de Gustavo Tarrío, prolífico y proteico director teatral quien, junto a Lola Bhajan nos presentarán La carta de la estrella en donde asistiremos a la transformación de Lola en estrella de una constelación propia: un viaje cuyos paisajes estarán plagados de canciones, tarot egipcio, poemas, esoterismo y docutransfiction.

En la semana 4, siguió Porkería Mala presentando Uuuf Oooh la nave endeuedada, la semana 5 fue Burro firmada por el colectivo Tótem Tabú (conformado por Laura Códega, Malena Pizani y Hernán Soriano) y el programa se cierra con un adelanto de lo que será Kill me, obra de Marina Otero a estrenarse en 2024. El ciclo se despedirá en la semana 7 (jueves 29 y viernes 30 de junio, sábado 1 y domingo 2 de julio) en donde podrán verse las seis obras del ciclo.

* Dramaturgo y director de teatro.