ESPECTACULOS
pablo trapero

“Me gustaba Guillermo como un villano”

El director asegura que está acostumbrado a las presiones y siente que las expectativas sobre su film El clan son un privilegio. Mientras programan una función para las víctimas de los Puccio, afirma que es una película muy rara y la define como un thriller melodramático. Las marcaciones a Francella.

Thriller. El director Pablo Trapero admite que El clan, basada en hechos reales, tiene escenas muy extremas que muestran la violencia.
| Marcelo Aballay
Ella, Epifanía, la madre de cinco hijos, corta un pollo en su hogar de San Isidro. Con una cuchilla digna de un asesino de una película de terror. Arquímedes Puccio le reclama, aunque después la acaricia como debe acariciar Nosferatu: “Se nos va a morir de hambre este hombre”. Arquímedes recorre la casa, con el pollo en la mano, diciendo frases de cualquier noche familiar a sus hijos, hasta que abre la puerta de un baño en el primer piso, donde Ricardo Manoukian está secuestrado (que Puccio más tarde va a matar y no precisamente de hambre). Tan sólo una escena, de las primeras de El clan (se estrena el 13 de agosto), muestra qué hay en la película de Pablo Trapero que tiene a Guillermo Francella como Arquímedes, el mítico jefe del clan Puccio, la familia que sacudió a los 80 cuando se descubrió su entramado de secuestros y extorsión, y Peter Lanzani como Alejandro, su hijo rugbier (jugaba en los Pumas), cómplice y prisionero a la vez: “mucha intensidad”. El cuchillo enorme es un detalle que responde, según explica el propio Pablo Trapero, a “un montón de cositas disonantes, incluso la forma en la que habla Arquímedes. O cómo no pestañea. Algo que fue una marcación mía a Guillermo. Sentía que era algo que generaba mucha tensión.
—La película comienza con material de archivo donde se muestra a Alfonsín dando el discurso de “Nunca más”. ¿Por qué querías que de entrada tuviera un componente político?
—Primero porque un poco lo que propone la película es justamente eso: el caso de la familia Puccio existe porque había un contexto para que eso pasara. Es un síntoma, es un emergente de una situación que fueron los últimos años de la dictadura y los primeros de la democracia. De alguna manera el oponente más grande que tiene Arquímedes es el cambio de contexto. Para él, el gran problema que hay (fijate que hasta ahí se mueve con seguridad) es que cambia la época.
—Pero dejás en claro que Arquímedes Puccio no era sólo producto de un momento, sino de una historia como país.  
—Arquímedes es un personaje tan fascinante como la historia argentina El mismo es un personaje, aunque la película hace un recorte (de cuatro años muy puntuales donde se dan los secuestros que muestra la película y son los casos juzgados), que tuvo una vida criminal mucho antes de esos secuestros. Primero fue correo diplomático de Perón, tuvo una causa por el contrabando de armas, fue sobreseído siendo diplomático, después Tacuara, más tarde la Triple A, y después los servicios de inteligencia. Antes de morir se reconocía como montonero. Fue pasando por muchos lugares y algunos muy contradictorios.
—¿Por qué contar hoy la historia de los Puccio desde un lugar más que nada cercano al género policial? ¿Qué representa Puccio para la Argentina?
—Lo que me gustaba, y por eso decidí hacerlo con Guillermo, era jugar con un villano. Para mí lo atractivo era hacer una película donde el contexto, que siempre está en muchas películas que hablan de esa época, ayuda a construir algo que a mí me gusta y un género que a mí me gusta, que es el noir. Estás hablando de situaciones y estás hablando del contexto, pero sin mostrarlo.
—¿Qué dirías, en ese sentido, que muestra la película?
—A través de una ficción, ya que esto es una interpretación de un caso real, podés ver muchas cosas más en ese mundo tan cerrado que es la familia Puccio y su hogar que las que pasan. Justamente todo lo que pasa alrededor de eso: el cambio de época, la connivencia de mucha gente, el silencio, la complicidad, la ingenuidad. Todo ese universo, toda esa euforia, que yo escuchaba y sentía y al mismo tiempo el descrédito y el miedo, después de una etapa muy dolorosa. Eso habla mucho del caso y de la época.
—La violencia de la película es real, muy vívida para el espectador, y eso hace muy presente la violencia de aquella época, pero quizás también la actual, donde se habla constantemente en los medios de casos brutales.
—La propuesta de la película es, justamente, interpelar al espectador en ese sentido. Siempre que se habla de esos años se habla como si fuera otra gente.
—Hay otro elemento, y es que la música juega un papel extraño en el film…
—Todo es muy raro, es una película muy rara. Por ejemplo la escena donde suena Wadu Wadu. Que es una secuencia muy extrema… En principio, cada secuestro está contado por una canción que corresponde a la época y al año. Y que me ayudaba a acompañar esos cambios de tiempo de alguna manera. Después para mí fue una experiencia muy linda poder agarrar mis discos y empezar a poner música y ver qué servía, Ella Fitzgerald, Seru Giran, Virus. David Lee Roth, Creedence, Son cosas que no siempre podés conseguir, porque la cadena de derechos es infinita. Para mí poner Ella Fitzgerald o David Lee Roth es un lujo. Creo que puede generar tanto fascinación como distancia…
—De hecho, suena “Just a Gigolo” en un secuestro, eso sí es extraño.
—Suena y mientras tanto lo que vez en pantalla es atroz. Me preguntaba si un familiar viendo eso podía sentirse ofuscado.
—Volviendo un poco al principio de la charla, ¿cómo definirías a la película?
—Por eso te decía que para mí, en las primeras notas, es un thriller melodramático o un melodrama con mezcla de thriller. Hay un elemento de melodrama tradicional, o cosas como un pequeño homenaje a Buenos muchachos. Tiene un balance muy extraño entre la evolución dramática de todos los personajes, la novia, la mamá, Sofía, esa endogamia extraña y además poder entenderlos a todos. Los protagonistas son Arquímedes y Alejandro, Silvia, Guillermito.
—“El clan” es la película argentina más esperada del año, y después de “Relatos salvajes”, que fue el film nacional más taquillero, se crea una gran expectativa. ¿Sentís presión al respecto?
—Presión no. Que haya gente que quiera que la película le vaya muy bien no es presión. Después la película se comunicará con el público como pueda. Yo no creo en esa cosa deportiva del cine de “ganó tantos premios, entonces tal cosa”, o “hizo tantos espectadores, entonces tal otra” y me parece que sí por un montón de razones hay muchas expectativas y eso para mí es un privilegio. Es una presión depende de dónde lo mires, sería un presión que no me dejaría pensar. El director de cine está acostumbrado a las presiones de muchos tipos.