ESPECTACULOS
Gabriel Goity

“Me molesta que olviden a nuestros actores”

Apasionado en sus opiniones, sostiene que la entrada a las salas no es cara porque lo que se ofrece no se olvida más. Rescata que vive del teatro desde 1982 y que es un invitado en la tele. Arranca en Netflix con Psiconautas.

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Defensa. Goity rescata la memoria popular de los grandes de la escena y se enoja cuando solo se habla de los actores extranjeros. | Aballay

Casi en simultáneo con París, el público argentino puede ver la obra Sin filtro, de Florian Zeller, el mismo dramaturgo del que se estrenó El padre, interpretado por Pepe Soriano. Este nuevo texto francés cuenta con la actuación de Gabriel Goity, Carola Reyna, Carlos Santamaría y Muni Seligmann y dirección de Marcos Carnevale. Cerca de la sala Pablo Neruda del Complejo Teatral La Plaza nos encontramos con Gabriel “Puma” Goity, quien luego de casi tres temporadas con Casados sin hijos vuelve al género más difícil: la comedia.

Se suma a este trabajo la posibilidad de verlo por Netflix en la segunda temporada de la primera serie de ficción original, Psiconautas, donde comparte escenas con  Florencia Peña, con quien hizo teatro. También están en el elenco Verónica Llinás, Martín Piroyansky, Luis Ziembrowski y Julieta Zylberberg.

—¿Cuál es el secreto para que una comedia sea exitosa?

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—Creo que no hay secretos, hay circunstancias que no maneja uno. Son más de veinte años de trabajo... A este autor lo conocí de la mano de Daniel Veronese y Pepe Soriano haciendo El padre. Encaro todos los trabajos con la misma pasión. Es muy difícil, y por eso me encanta. Tengo el privilegio de trabajar con los mejores directores y actores y me alegra que los productores me convoquen.

—Ultimamente en los escenarios comerciales son cuatro actores…

—Esto tiene que ver con los costos y las nuevas situaciones de trabajo. Es mucho riesgo hacer espectáculos con un numeroso elenco. Un lujo que se pueden dar los teatros oficiales, el San Martín y el Cervantes, con suerte.

—¿Qué tiene de original “Sin filtro”?

—El dramaturgo juega con mostrar lo que uno piensa. Es un matrimonio que recibe a un amigo, quien trae a su nueva pareja, una jovencita. Hay un contrapunto entre lo que se dice y lo que se piensa. Uno fue educado con el lema de “es lo que se dice” pero no es así, “uno es lo que hace”. Aunque en la actualidad con esta devaluación de la condición humana no hay coincidencias entre lo que se dice, se hace y se piensa. De esto habla la obra. Muestra cómo actuamos socialmente y me parece muy interesante, porque lo expone con mucho humor. A diferencia de otros autores, que también interpreté, como Yasmina Reza (Un dios salvaje) o Neil Labute (Gorda), que son más oscuros, éste apuesta más al amor y a la buena gente. Por eso me resultó muy atractivo, ya que mi personaje tiene contradicciones y están expuestas.

—¿Sos un especialista en hacer comedias?

—Me han llamado para hacer las mejores comedias…bienaventurados los que saben hacerlas… Las que hice también emocionan. No es fácil hacer reír. Hay un lugar de cuestionamiento para los que hacemos este género, a los que hacen tragedias no le hacen este tipo de preguntas… Siento que hice muchos tipos de personajes en cine, en televisión o teatro.

—¿Por qué se buscan espectáculos que no superen la hora y media?

—A mí me parece que está bien. A veces pasa por el ego del autor o de los actores… con una hora y media te alcanza para demostrar el talento… es mucho tiempo. También me pasaba cuando hacía teatro independiente. Prefiero que el espectador diga: ¿ya terminó? Si no, como decía mi amigo Pablo Cedrón, “la cultura se transforma en la capacidad que tenés para soportar el aburrimiento”.  Hay que provocar al público para que vuelva.

—¿El precio de las entradas ($ 600 o $ 700) con el actual costo de la vida no se vuelve un freno para ver teatro?

—No me parece. Si vas a ver teatro de verdad con actores profesionales que dejan todo en el escenario no es mucho dinero, porque te vas a acordar siempre. Si vas a cenar gastás ese mismo dinero y te olvidás a los cinco minutos. Si resulta caro podés ir al San Martín, al Cervantes o alguna sala alternativa. Cuando el espectador decide ir al teatro compra la ubicación más cara aunque vaya solo una vez por mes. Hablemos de calidad y no de precios. ¿Cuánto debería costar volver a ver a Alfredo Alcón haciendo Los caminos de Federico? Me hice actor porque entré a la sala y vi a Ernesto Bianco: salí transformado. En Buenos Aires tenés muchas posibilidades para ir al teatro. Cuando la gente está interesada no pesa el valor. Si no, preguntale a Rottemberg o Kompel… los espectadores pagan por los buenos espectáculos.

—¿Admirás a tus colegas?

—Claro, me parece que es parte de nuestra historia. Me molesta cuando hablan de los extranjeros y olvidan a Luis Sandrini, Tita Merello o a Ulises Dumont. Me parece que debemos tenerlos muy presentes. Hay cierta jactancia de la ignorancia, incluso a veces escuchás a actores que se enorgullecen de no haber estudiado. No hay que ser desagradecido: aprendimos de verlos. Me gustaría trabajar con Miguel Angel Solá, lo admiro de toda la vida, también con Rodrigo de la Serna, soy fan de ellos.

 

Un hombre que ama actuar

Este año será para Gabriel Goity compartido entre teatro y cine. “Voy como invitado a la televisión –aclara–, me encanta hacerla, pero no espero que me llamen. Vivo sin ella desde hace bastante tiempo. Mi carrera se sustenta con el teatro desde 1982. El actor que apuesta por la televisión pierde. Tenés fecha de vencimiento”.

“Voy a hacer en septiembre en el teatro Nacional Cervantes –anticipa Goity– un unipersonal a partir de la adaptación que está haciendo Alejandro Tantanian de la novela Las benévolas, escrita en francés por el autor estadounidense Jonathan Littell. Me va a dirigir Laura Yusem. Es sobre la historia de un ex oficial de las SS, un nazi que entabla una discusión sobre cuántos murieron en el Holocausto. Las funciones serán a las 18, y luego vendré a hacer esta comedia. Y los días lunes viajaré a Montevideo, también para septiembre-octubre, donde me invitaron a interpretar Casado sin hijos con todo el elenco uruguayo”.

“También filmaré una película –subraya– sobre un personaje real, que vive en Lanús, El Capitán Menganno. Me va a dirigir Leandro Bartoletti. Es un protagonista, vestido de superhéroe que lucha sin armas contra la inseguridad. También estará Eugenia Tobal. Fue un verdadero premio que me llamara Valeria Bertuccelli para estar en su ópera prima: La reina del miedo. Acepté sin leer el libro, quería estar allí. ¡No me lo iba a perder! Elijo por la gente… si me llaman para hacer un Molière o un Shakespeare primero pregunto ¿con quién? ¿Yo? No tengo la capacidad para dirigir, ni cine, ni teatro… me gusta tanto actuar que no podría”, finaliza.