Es época de cambios para Julieta Venegas. El nuevo álbum de esta exitosa artista mexicana, Los momentos, marca un giro respecto de sus producciones anteriores. Lo explica ella misma: “Es un disco con letras que cuentan historias difíciles de abordar: desengaños, pérdidas, anhelos. Esos temas nunca son del todo simples, si te los tomas en serio. No tenía una idea preconcebida, pero cuando me senté a escribir las canciones apareció todo esto. Siempre parto con una idea y acabo en otro lado. Esta vez llegué a la instancia de la composición sin premisas. Soy de resolver sobre la marcha, no soy nada conceptual. Y con las músicas del disco pasó algo similar: no tenía una idea acabada de lo que iba a hacer. Por lo general compongo con piano y caja de ritmos.
Esta vez quería que las canciones tuvieran otros timbres, no quería usar cavaquiño, ukelele ni banjo, instrumentos que venía utilizando mucho. Eso ya le dio una sonoridad diferente a los temas. Trabajé mucho con Yamil Rezc, un productor mexicano que se transformó en un auténtico cómplice. Casi siempre hago todo en soledad, así que una opinión más me sirvió para avanzar en otro sentido. Yamil trajo baterías y percusiones y yo trabajé más con sintetizadores y voces. Y quedó un disco muy diferente a los que venía haciendo”. Ese disco distinto será presentado oficialmente en Buenos Aires el viernes 7 de junio en el teatro Gran Rex. Antes, el miércoles 5, esta artista de 42 años que a lo largo de su carrera ya ha vendido 10 millones de discos en todo el mundo estará en Rosario. Argentina es un país por el que Venegas siente un cariño especial, empezando por su devoción por Charly García: “Charly me cambió la vida. Lo escuché por primera vez a los 22 años. Estaba en un bar y sonaba Los dinosaurios. Me quedé con la boca abierta, no tenía referentes así. ¡Un pianista rockero! Eso me mató, me rompió la cabeza. Yo venía de una formación clásica, y los amigos rockeros que tenía tocaban la guitarra. La imagen de un rockero que tocaba tan bien el piano me impactó mucho”.
—En los agradecimientros del disco aparece otro argentino, Gustavo Santaolalla. ¿En qué aspecto colaboró?
—Gustavo es siempre una presencia inspiradora, igual que Cachorro López. Tuvimos un par de conversaciones antes de la grabación del disco que me fueron muy útiles.
—Trabajar para una compañía discográfica multinacional implica ciertas obligaciones. Por ejemplo, grabar con alguna regularidad. ¿Eso supone alguna presión para vos?
—No, para nada. Primero porque esta compañía siempre me dio mucha libertad y segundo porque soy yo la que quiere grabar con cierta regularidad. Tengo muy buena relación con la discográfica y por lo general siempre planteo yo la idea de trabajar en un disco nuevo. No me gusta escribir canciones estando de gira, eso sí. En ese momento, prefiero descansar en el hotel, leer o salir a pasear. Cuando decido ponerme a componer, paro y me concentro en eso exclusivamente. Desde que nació mi hija hace tres años, mis giras son más cortas, además.
—¿Cómo cambió tu vida y tu trabajo a partir del nacimiento de Simona?
—Soy muy afortunada. Estuve de gira durante casi todo el embarazo, pude parar después unos cinco o seis meses y ahora la llevo conmigo a los tours. Es decir, no hubo grandes cambios. Naturalmente, se modificaron las prioridades: ella está por encima de mi carrera. Pero puedo hacer convivir las dos cosas.
—Te criaste en Tijuana, así que conocés bien el tema. ¿Cambió el trato de los Estados Unidos con los inmigrantes mexicanos en los últimos años?
—No mucho. Tengo a una parte de mi familia ahí. Los que somos de Tijuana estamos acostumbrados a vivir en dos lugares: vas a la escuela en Tijuana, pero el cine y los conciertos son en San Diego. Soy bilingüe y entiendo muy bien la idiosincrasia de los estadounidenses, aunque me sienta mexicana cien por cien. Pero aún así no puedo explicar el problema. Creo que muchos mexicanos ven a los Estados Unidos como el paraíso.
“Hay ciudades tomadas por los narcos”
México es noticia a diario por la violencia desatada por el narcotráfico. Julieta Venegas señala a ese problema como el más importante que tiene hoy su país y lo describe: “La violencia en la calle por robos es igual a la del resto de Latinoamérica, en todo caso. Pero lo más impresionante es el nivel de descontrol en el tema del narcotráfico. Todos los días mueren muchos jóvenes en mi país. Nadie sabe hasta dónde va a llegar esto. Los narcotraficantes tienen un poderío parecido al de los gobernantes, que además en muchos casos son cómplices. La gran tragedia es que muchos jóvenes mexicanos no ven otra opción en sus vidas que sumarse a esa locura. Hay ciudades pequeñas a las que ya no puedo ir a tocar, que están completamente tomadas”.
Hija de un padre al que califica “como un mexicano típico, bien conservador”, Julieta asegura que “el machismo también es un problema que persiste en nuestra sociedad, pero no me parece que otros países de la región sean tan diferentes”, opina. “El problema es que ese machismo se traduce en la violencia contra la mujer, física y simbólica. Hay femicidios en forma permanente. Muchos hombres mexicanos creen que ser macho es eso”.
Interesada en la actualidad, Venegas es además una buena lectora: “Siempre me llevé bien con la literatura. Soy una amante incondicional de Dostoievsky, me parece increíble cómo su literatura capta a la perfección la condición humana”.