“Quiero mostrar las tetis. Para algo gasté diez mil mangos. Vení nena, ayudame a abrirme algunos botones de la camisa para las fotos”, pide, exaltada. Moviéndose de aquí para allá, la cantante de tango que actuó con Mores, Troilo, D’Arienzo y Hugo del Carril demuestra que sus 80 años no le quitaron aún la vitalidad.
Quizás por eso tampoco tiene miedo de subirse a un escenario y ser la figura indiscutida de Tanguera, el musical de Diego Romay, que se estrenará el 10 de enero y en el que compartirá cartel con el bandoneonista Lisandro Adrover y la bailarina María Nieves.
“Estoy muy segura de mí misma –afirma–. Sin embargo, mis rodillas nunca van a dejar de temblar como dos castañuelas cada vez que actúe”.
—¿Aún se pone nerviosa?
— Y sí. Pero se me pasa una vez que me meto dentro de la música. Yo soy todos los tangos que canto; si no, no los cantaría. Si algún día no logro llorar con un tango, me vengo a tejer a casa. Por eso nunca cambié el género de una canción; si se escribió “uno”, yo voy a cantar “uno”. Nunca lo adaptaría al femenino, el tango es cosa de hombres.
—Pero usted es mujer. ¿La trataron bien a lo largo de su carrera?
—¡Divinamente! Me hicieron muchos regalos...
—¿Cuál de todos es el que nunca olvidará?
— Un auto. Lástima que al tipo nunca le di pelota. Pobrecito, se gastó tanta plata al cohete.
—¿Se quedó con el auto...?
—¡Claro! Pero a mí un hombre no me va a enamorar con eso. Yo prefiero que me regalen una rosa y que me digan una linda palabra. Ya no me sorprenden los autos, las alhajas o los viajes. He viajado tanto a lo largo de mi carrera que si viene un tipo y me propone dar la vuelta al mundo, lo saco volando.
—Y usted, ¿cómo seduce?
—Yo no seduzco, a mí me seducen.
—¿Nunca cantó para seducir?
—Bueno, pero si empezamos a hablar de eso no terminamos ni en dos días. Enamoré a muchos, pero sólo me casé dos veces.
—Tita Merello lo tuvo a Sandrini. ¿Cuál fue su gran amor?
— Enrique Santos Discépolo. Siempre estuve locamente enamorada de él. Pero no me daba bola; yo era muy chica y él tenía a su gallega... Lo conocí tanto que logré entenderlo. Por eso, interpreto muy bien sus tangos.
—¿Y ahora está enamorada?
—No, no, no y no. Hombres no. Los tengo demasiado conocidos. La última vez que hice el amor fue en 1976, pero no te voy a contar por qué me retiré.
—¿Hay rencor en sus palabras?
—Me tengo que cuidar porque soy la mujer ideal. Soy grande, tengo un buen pasar, vivo sola... ¿sabés cuánta gente hay en Buenos Aires a la que no le gusta trabajar? Pero igual mi vida la viví a full, me falta volar en globo nada más.
—¿De qué se arrepiente?
—No tuve hijos, pero no me arrepiento. Hay tanta gente que me ama, ellos son como mis hijos. Sobre todo los homosexuales. Yo los acepto, los entiendo, los admito, salgo a la noche con ellos... son los putos y yo. ¡No me saques las malas palabras, eh! ¡Están en el diccionario!
—¿Extraña algo del Buenos Aires de antes?
—Nada, en absoluto. Este es también mi Buenos Aires. Me adapto muy fácilmente a todo.
—Los hombres de antes tomaban whisky y los de ahora gaseosas light. ¿Cómo ve a los tangueros actuales?
— No creo que los tangueros tomen Coca, aunque he visto a muchos tomando whiscola. Yo no entiendo cómo pueden arruinar una bebida tan rica con una gaseosa. Las cosas tienen que ir por separado. Es como si yo en el medio de un tango empiezo a cantar una cumbia. Hablando de eso, me dieron ganas de tomar una cervecita. ¿Abrimos una?
El reencuento . Tanguera, el musical de Diego Romay que antes protagonizaba su ex esposa Mora Godoy, contará en la temporada 2007 con María Nieves y Alba Solís, dos grandes figuras de la época de oro del 2 por 4, quienes se conocen más que bien.
Es que hace ya cincuenta años, en 1957, las artistas trabajaron juntas en la comedia musicalTangolandia y después, durante trece años, recorrieron el mundo con Tango argentino, un espectáculo de Héctor Orezolli y Claudio Segovia que fue pionero de todos los shows de tango que reúnen canto y danza y que hoy son un éxito hasta en los países más inesperados. Además, la bailarina y la cantante fueron también las estrellas de los primeros años de Grandes valores del tango, cuando el 9 todavía era de Alejandro Romay.