ESPECTACULOS
Stefano Trespidi

“Nadie puede mejorar un proyecto del maestro”

El director italiano realiza la reposición de La Traviata, según la puesta de Franco Zeffirelli. Elogio a la belleza femenina y aprecio por los sponsors para el mundo de la ópera.

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Apuesta. Para el italiano, el objetivo mayor es lograr lo mismo que haría su maestro. | colombaroli

La primera sede del Teatro Colón estaba ubicada donde hoy se encuentra la casa central del Banco Nación (Reconquista y Rivadavia): allí, hace 160 años, se inició la trayectoria de esta institución, con el estreno de La Traviata. Como parte de los festejos por los años transcurridos desde 1857, la actual puesta en escena de La Traviata –desde su edificio en la calle Libertad, claro– será transmitida en vivo mañana a las 17, en Plaza Vaticano, con entrada libre y gratuita. También están disponibles las últimas funciones en la sala, hoy a las 20 y mañana mismo a las 17.

Se trata de la ópera de Giuseppe Verdi basada en La dama de las camelias, de Alexandre Dumas, en este caso, con la producción que Franco Zeffirelli había hecho para la Opera de Roma. Al respecto de la reposición en Buenos Aires, declaró a los sitios www.operaroma.it y www.attualita.it: “Siempre me hace feliz cuando ‘mi’ Traviata gira por el mundo, […] pero particularmente es motivo de satisfacción que una reggie mía sea recibida en el Colón, un teatro geográficamente lejano pero tan cercano a nuestra tradición y ligadísimo al repertorio de la ópera italiana”. Para todo esto, el cineasta y director italiano, que actualmente tiene 94 años, delegó la tarea en su colega Stefano Trespidi, quien accedió a responder sobre el origen y las características de esta puesta.

“Es una ópera muy clásica, podemos decir tradicional, con ese estilo magnífico y fantástico del maestro –apunta Trespidi–. Se estrenó en 2007 en Roma y la última vez que se puso fue en 2009. Yo sigo fiel al proyecto original, porque no hay nadie que pueda mejorar el proyecto del maestro. Mi satisfacción es lograr el objetivo que el maestro haría; no tengo ninguna frustración personal cuando lo hago. La última vez que lo vi fue este verano, en junio. Cuando lo encuentras, ves la energía que tiene. Luego, normalmente lo llamo después de la primera prueba de escenario, y del estreno.

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—“La Traviata” en el Colón en 2017 se había anunciado con una puesta de Sofía Coppola. ¿Cómo cree que recibirá el público esta versión de Zeffirelli?

—No sé cuánta gente haya comprado un boleto para La Traviata por Sofía Coppola. El público de ópera compra el boleto, por una parte, para ver la obra; por otra parte, por el elenco, y sólo en parte por el director de escena. Sofía Coppola no es muy famosa por su puesta escénica, no tiene fama en este nivel. Distinto sería si yo fuera a comprar un boleto de cine para ver una película de Coppola.

—¿Cómo evalúa la participación de sponsors privados en el mundo de la ópera?

—Los sponsors son muy importantes, no sólo por el dinero. Por ejemplo, a Zeffirelli, para los trajes, le gustan los materiales muy buenos. Los sponsors también son el puente, para un proyecto cultural, entre la sociedad y el mundo de la cultura. Una obra lírica es mucho más difícil de atender que una película, porque requiere de un nivel de atención muy grande. Los sponsors son el puente entre la sociedad y la cultura.


Sobre la belleza y otros canones

—Zeffirelli ha demostrado su fascinación por la belleza, especialmente la femenina, y sus ojos. ¿Aparece eso en esta Traviata?

—Al maestro le encanta la belleza en todas sus formas, y la femenina como su máxima expresión.  Y son importantes los ojos de las mujeres ahí anida la vida; son la expresión de la intimidad. En un espacio vasto como la Opera de Roma o el Colón, a gran distancia de los personajes, es difícil trabajar esto, pero por momentos este contacto de los ojos es muy importante.

—¿Cómo se articula este canon de belleza con sus relecturas contemporáneas?

—Al maestro le gusta considerar el período de la música y del libreto, le interesan los cánones de belleza del tiempo cuando fue concebida la obra y del tiempo representado en ella. Sólo a veces, como en Pagliacci [la acción hacia 1860 es trasladada al período entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial], se inclina por una producción más contemporánea, con esta nueva concepción de belleza.