C uando en septiembre Paloma Herrera anunció que dejaría de bailar en 2015, la noticia conmocionó al mundo de la danza. Hoy, explica: “Estoy feliz de haberlo anunciado con tiempo y haberlo podido digerir yo y el público también. Ahora voy a cerrar mi año con el American Ballet, con algunas giras, y también vengo al Colón en octubre y después, Rosario, Córdoba y Mendoza con el Ballet Colón, en noviembre”.
—Y después, ¿qué sigue?
—Mi agenda este año es a full, la computadora rebalsa de mails imposibles de contestar. Quiero disfrutar el cierre, no quiero pensar en cosas para después, que no me dejen disfrutar este momento. Sólo sé que en diciembre [el 21] es mi cumple: cumplo 40 y pienso que va a ser un festejo buenísimo.
—¿Dónde vas a vivir?
—Eso dependerá un poco de lo que suceda. Nueva York fue por mi carrera, yo me fui porque el American era la compañía de mis sueños. Mi departamento está allá, yo soy muy newyorker, pero siempre que tenía un día libre estaba acá para estar con mi familia. Siempre fui de acá por mi país, por mi gente, por todo. Así que ahora que no esté en el American Ballet, calculo que estaré la mayoría del tiempo acá.
—¿Vas a estar durante las elecciones de este año?
—En estos 24 años en Nueva York viviendo, me di cuenta de algo gracioso: nunca hice el cambio de domicilio. Eso dice mucho: que siempre tengo una patita acá. Así que como en octubre voy a estar acá para las funciones, voy a votar perfectamente acá.
—¿Sabés a quién vas a votar?
—Todavía no tengo decidido mi voto pero yo igual mucho en la política no me meto, no sé absolutamente nada.
—¿Cómo ves a Maximiliano Guerra como nuevo director del Ballet Estable del Teatro Colón?
—En carreras extensas como las nuestras, nos hemos cruzado en diferentes momentos. Yo lo vi de chiquita con él hecho una estrella, y después yo compartí escenario con él –a mis 21 años estaba haciendo Bella durmiente con él en el Colón; también bailamos en Japón…– y ahora él como director y yo bailando. Todo se va transformando en el tiempo. Tengo súper buena onda con él pero he bailado con muchos directores, y siempre me han dado una recepción maravillosa. No puedo decir que lo anterior fue un desastre y ahora va a ser bueno. Todos los directores se han portado maravillosamente bien conmigo. Es un ida y vuelta porque saben que cuando vengo al Colón, lo hago con la mejor onda, nunca con divismo.
—Maximiliano dirige el Colón; Julio Bocca, el Sodre; Iñaki Urlezaga, el Ballet Danza por la Inclusión… ¿Vos dirigirías una compañía?
—¡No, gracias! Ja, ja, ja. [Se ríe con ganas]. Por ahora, no gracias. Igual nunca se sabe. Soy bailarina… Tampoco sería coreógrafa. Dirigir no es lo mío; hay que manejar muchas cosas, más allá de los bailarines. Sí, me encanta dar master clases: es muy gratificante ayudar y ver progresar alumnos, y compartir, más allá de la técnica, todo lo vivido.