"No te preocupes, somos la misma persona”, dice mientras se quita de a poco los últimos vestigios de bruja: los dientes carcomidos, el sombrero encopetado y un lunar con pelos que hipnotiza miradas. De su bolso saca el maletín donde guarda el maquillaje que la convertirá una vez más en María Elena Fuseneco, la entrometida vecina de la familia Argento en Casados con hijos. Erica Rivas (Calientes, Mil millones, El sodero de mi vida) habla con un algodón en la mano y el espejo en la otra.
Después de animarse el año pasado a ser una joven Silvina Ocampo en la obra de teatro Divagaciones, Rivas se consolidó en televisión con un personaje hecho ‘casi’ a medida. “Lo que más me gusta de María Elena es su oscilación, ella es muy ciclotímica. Me fascina su bipolaridad constante y, sobre todo, me encanta hacer los ataques tremendos que le agarran”, dice.
—¿Conoció mujeres así?
—Todo el tiempo. De hecho, está basada en una en particular pero no te lo voy a decir. Igual me parece que María Elena es una parte mía, peligrosamente mía. En realidad, somos casi la misma persona, pero yo soy más tranquila. No me gusta para nada estar en medio de una pelea.
—¿Y las similitudes?
—En la oscilación que tenemos las mujeres de esta época. Este deseo de querer ser madres pero también querer ser profesionales, de querer andar muchos caminos al mismo tiempo. Las mujeres somos una constante contradicción. Creo que tengo eso de ella. Pero en general, te digo la verdad, soy ella... pero también no soy nada ella.
—¿Le dicen loca por la calle?
—De todo me dicen. Igual, nunca le tuve miedo a la locura, así que no me molesta que me digan loca; al contrario, me siento más parte de ese mundo que del de los cuerdos.
—¿Por qué?
—Porque soy actriz ( se ríe). Y además porque estudié Psicología mucho tiempo. Hay algo de la locura que tiene que ver con un universo que me atrae, que me parece mucho más interesante que el de los cuerdos.
—¿Si no hubiese sido actriz, hubiese sido psicóloga?
—No sé. Hubiese sido antropóloga o arqueóloga. Una astróloga me dijo una vez que ésta era mi tercera vida de actriz, como diciendo que mi destino no era otro que el de la actuación.
—Una vez dijo que en esta profesión también había vivido momentos ingratos. ¿Por qué?
—Soy muy voluble a las críticas. Una vez me criticaron muy mal y me costó mucho volver a hacer teatro. A veces pienso que la gente cree que a una como actriz nunca le pasa nada. Al contrario, a mí todo el tiempo me duele ser actriz. Y creo que en ese proceso de dolor está mi trabajo.
—¿Cómo lidia con la exposición estando en la tele?
—Una cosa es ser una estrella y otra cosa es ser una actriz que quiere contar historias y personajes. Para mí es muy importante mi vida privada, me nutre como actriz.
—¿Por qué cree que las repeticiones de Casados con hijos miden más que los nuevos capítulos?
—No sé... Es un fenómeno como el cuento de los chicos, que siempre quieren oír la misma historia. A la gente le gusta volver a ver lo mismo.
—¿Qué dice su hija Miranda cuando te ve en la pantalla?
—A veces cuando le hablo me dice: “Hey, pero así contesta María Elena”. Parece que entendió bien lo que es ficción y realidad. Igual, esa división nadie la tiene muy en claro. Ni yo.
Cine entre amigos
Cinco años después de haber trabajado en la película Gallito ciego, Erica Rivas vuelve a la pantalla grande con Chile 672, de Pablo Bardauil y Franco Verdoia. “Es una película hecha con amigos. La filmamos cada fin de semana durante todo un año. Me encanta la idea de que pueda llegar al público un proceso de trabajo así. La gente va a pagar la entrada para oír nuestra historia, que nació en un salón, en un taller de entrenamiento para actores”, dice la actriz y mujer del actor Rodrigo de la Serna. La película, próxima a estrenarse los primeros días de noviembre, ya fue seleccionada para competir en la sección oficial del 21º Festival de Cine Latinoamericano de Trieste, Italia. Según adelanta, la historia gira alrededor de cuatro vecinos que viven en un mismo edificio y que luchan por sobrevivir a la soledad. Con Rivas se suman María Lorenzutti, Patricia Camponovo y José Luis Alfonzo.