Desde su oficina en Madrid, Ana Belén adelanta cómo se prepara para los conciertos que dará en la Argentina: 7 de marzo, en Rosario; al día siguiente, en el Gran Rex de Buenos Aires; y el 9 de marzo en La Plata, antes de partir a su siguiente compromiso, en Chile. La cantante, que se ha hecho famosa presentándose sola o con su marido, Víctor Manuel, con temas como Contamíname, Lía, La puerta de Alcalá, ahora busca promocionar su disco Los hombres que amé, pero adelanta que no defraudará al público ávido de escuchar los clásicos.
—¿Por qué en tus conciertos recurres a canciones muy transitadas?
—Hace mucho tiempo que dejé de pelearme con eso. Me vi a mí misma como espectadora de algunos conciertos y, si esos músicos a los que fui a escuchar no me cantaran las canciones que yo he amado, saldría muy defraudada. Si yo un día no canto El hombre del piano, probablemente me prendan la falda...
—¿Por qué de las canciones nuevas no han surgido éxitos como los de los ’80 y ’90?
—Tiene una explicación facilísima. Esas canciones salieron en un momento en el que se consumía mucha música, pagando. Es decir, nosotros hacíamos discos en el soporte disco físicamente. En cambio, ahora, grabar un CD lo haces con muchísimas dificultades; la gente puede bajar música impunemente, sin pagar, y eso ha hecho que la industria discográfica se desmantelara. Derroche o Contamíname pertenecen a ese otro momento, en que se vendían muchos discos. Ahora, con las nuevas tecnologías...
—¿Esto implicaría que tu público es de edad madura?
—Teóricamente sí, pero en mis conciertos veo gente muy joven. A lo mejor, son jóvenes que por no se sabe qué motivos han encontrado alguna canción, y entonces se han metido en internet a buscar más música mía. Tú piensas que cantas para gente de tu generación, pero no es tan así.
—A los 62 años, ¿has tenido que hacerte cambios por razones de marketing?
—No, no hice nada que me incomodase ni con lo que me sintiera que no era yo haciéndolo… Me he equivocado cantidad de veces, haciendo alguna película o alguna función, porque a lo mejor no era el momento de hacerlo, porque no has dado con ello.
—¿Y te has hecho operaciones estéticas?
—No, no, la verdad que no. Me suelen decir: “Estás muy bien”. Me cuido y, cuando puedo, hago ejercicios. No hay más nada de qué preguntar, no hay más nada que indagar.
—¿Qué pensás de los artistas que se operan?
—Entiendo que se las hagan, y me parece muy bien, son decisiones absolutamente personales, pero yo no.
—Como si fueras “La puerta de Alcalá”, ¿qué etapas has visto en España?
—Creo que soy una superviviente: estoy hablando de toda una generación. Crecimos en una dictadura, nos hemos opuesto a la dictadura, hemos estado cuando había que estar, y seguimos estando ahí, porque lo peor que puedes hacer es acomodarte: tienes que estar siempre vigilante.
—¿Y cuál es tu visión de las medidas político-económicas?
—Bueno, pues, muy jodidas para la gente que menos tiene. Como siempre ocurre, el más jodido es el que está en el escalafón, en el lugar más bajo y en la clase media.
—¿Cómo crees que reacciona el PSOE (Partido Socialista Obrero Español), al que apoyaste años atrás?
—Yo no soy militante, hace mucho tiempo que dejé de ser militante, y la única vez que he militado ha sido en el Partido Comunista. Y la oposición está actuando saliendo a la calle: aquí se han conseguido muchas cosas porque la gente no ha dejado de salir a la calle, y ha estado luchando, y hemos salido a la calle para conseguir que la sanidad, por ejemplo, siguiese siendo pública, y ahora la lucha es para que no sólo sea pública, sino de calidad. Hay que salir a la calle y tratar de que la gente no tenga miedo. Lo peor es que te metan el miedo en el cuerpo.
—¿Cómo recibes las noticias de Venezuela?
—Con preocupación. Es una pena, porque finalmente eso está ocurriendo entre los ciudadanos de un país. Pienso que incluso son hermanos los que están peleando ¿no?
—¿Y Maduro...?
—Sobre Maduro no tengo ninguna opinión.
—En diversos países, políticos de derecha son sospechados de actos de corrupción. Tú, que has sido siempre vinculada a la izquierda, ¿cómo ves este tema en los partidos de izquierda?
—Desgraciadamente, la corrupción está en todas partes. Ya no tiene que ver con un partido u otro, sino con las personas: qué tan corrupto tú seas, qué tan corruptible tú seas.