Moisés y los diez mandamientos: el éxito bendito que nadie pensó podría doblegar a Marcelo Tinelli. Y sin embargo, la telenovela basada en cuatro libros del Antiguo Testamento desde 2015 viene ganándole a la hasta ese entonces invencible Globo. No sólo eso: es incluso más vista que los partidos de la Selección. Cuando se habla de “fenómeno”, Moisés… lo generó. Emitida por el canal Rede Record (del imperio de Edir Macedo, cabeza de la Iglesia Universal del Reino de Dios), comprado por Telefe que la programó de lunes a viernes a las 22,30; más resúmenes semanales los fines de semana, la tira ha llegado también a ser la número uno en nuestro país. Suele ser lo más visto, y su número más alto se dio el 29 de abril con 19,7 puntos de promedio. Tanto es así que Guilherme Winter (Moisés) y Sérgio Marone (Ramsés) fueron el plato fuerte del debut de Susana Giménez, que obtuvo 24,5 puntos, y repitió en el segundo con el sketch, y marcó 19,1. Los actores hablaron con PERFIL y dejaron en claro que lo que sucede con Moisés no sólo ha cambiado a Brasil sino que permite una lectura sobre la realidad de ambos países.
—¿Cómo vivieron el éxito de la serie en Brasil, y cómo están viviendo lo que se está dando en la televisión argentina donde triunfan hasta frente al programa más exitoso de los últimos años?
WINTER: El éxito en Brasil superó todas las expectativas que teníamos. Pero más allá de eso, era difícil pensar que ese mismo éxito haría eco en Argentina de tal forma y que el show se convertiría en el número 1 de la TV. Estamos muy felices, muy honrados. El pueblo argentino ha sido muy cariñoso con nosotros. De nuestro lado, no hay otra cosa que gratitud.
—¿Qué ha cambiado en ellos a partir de todo este éxito que tienen con el programa?
MARONE: No mucho, sólo la cantidad de trabajo. La serie fue algo muy bueno. Fue un cambio de paradigma en el entretenimiento brasileño porque es una producción de un canal de televisión que no es tan conocido por las telenovelas como por ejemplo lo es Globo, que es el mayor canal de Brasil. La telenovela fue la primera que le ganó a Globo, el principal productor de novelas para el prime time de Brasil. Fue muy bueno para el mercado, para el cambio, para todos.
—¿Qué creen que hay en el show que dispara ese fanatismo en la gente? ¿La religión mezclada con la novela? ¿Los temas universales?
M: Yo creo que son varias cosas, varios factores. La historia es muy universal, y habla ante todo del amor, de valores humanos. Los personajes son muy humanos y Moisés permite mucho la universalidad de lo que se está contando y que cualquiera que lo está viendo se ponga en su lugar. Yo creo realmente que el mundo está necesitando de mucho amor, mucho del amor. Pero además el elenco, la dirección, todo lo que hay detrás de cámara, todo eso nos permite una altura para competir y crear algo de calidad pero también hecho con amor. No hay competencia entre los actores en el set. Y no se puede negar que es un fenómeno. Hay cosas que no tienen explicación sino que sólo se pueden disfrutar.
—¿Creen que habrá un antes y un después en la televisión, después del show, en términos de apostar a una producción enorme?
M: Por ahora creo que sí, no diría para siempre. Sí, hubo una ruptura.
W: Es una alerta. A la gente le llamó la atención que fuera de época, que fuera algo que habla desde otro lugar, de un universo y una cultura muy diferente. El mercado del entretenimiento tiene que prestan atención a esto, darse cuenta que se buscan cosas distintas.
—Hay valores universales que creen que la gente busca hoy. Hablaban de eso justo recién. ¿Creen que eso es lo que busca la gente en el programa? ¿Lo viven como una responsabilidad?
M: Yo no lo vivo como una responsabilidad. No creo en esa responsabilidad. Creo en otras. Estoy de acuerdo con lo que dijo Guillermo, pero también pienso que los países como Brasil, Argentina, Chile, de América Latina, necesitan un héroe como Moisés, un libertador. Después de dos mil años continuamos en la misma mierda, como en los tiempos de Ramsés, trabajando nosotros para un grupo político en lugar de que los políticos trabajen para nosotros.
—¿Son religiosos ustedes?
M y W: ¡Noooo!
M: Mi religión es la naturaleza, el amor al próximo, al universo, a la tierra. A veces la religión distancia al ser humano de lo que es esencial.