ESPECTACULOS
SKY ROJO

“Nos interesan las historias con corazón”

La serie es la nueva producción del creador de La casa de papel, Álex Pina, con la responsable de Vis a vis, Esther Martínez Lobato. Es una apuesta fuera de borda por lograr algo cool pero con conciencia de género y sobre la prostitución.

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Dinamita. Lali Espósito, Verónica Sánchez y Yany Prado, las salvajes de la nueva aventura de los showrunners. | GZA: NETFLIX

Son ocho episodios. Eso es Sky Rojo, la nueva serie de Netflix, pero, más importante, la nueva serie de Álex Pina y Esther Martínez Lobato. Él es el creador de la La casa de papel, ella de Vis a vis, y trabajan juntos, en las series de uno y del otro hace años. Hoy su fama es mundial, gracias, claro, a La casa de papel, pero todo indica que eso dejará de ser así: Sky Rojo tiene todos los componentes para llevarlos otra vez a las grandes ligas, a estos fundadores del nuevo boom que tiene al mundo viendo que ficciones salen de España. 

Sky Rojo no solo parece llevar a esa fama a Pina y Martínez Lobato sino que también a sus protagonistas, donde se roba el show una Lali Espósito más poderosa que nunca, mostrando toda su potencia de Hollywood y ese carisma que la ha llevado a ser la número 1 en nuestro país. Lali aquí, como sus compañeras, escapan, y escapan de la trata de mujeres, y así, entre el thriller a lo Tarantino y la realidad demasiado actual, ambos showrunners generan su pieza más ambicioso y feroz de ficción, mientras el resto del mundo espera el final de La casa de papel.

—¿Cuál es su universo de referencias, y no tanto en este nutrido de referencias shows, sino en general? ¿Qué creen que aparece del cine, de las series, de otras cosas, en lo que ustedes crean? 

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ÁLEX PINA: Bueno que creo que en mucho de los creamos, en La casa de papel como acá, hay mucho del Tarantino primigenio y con el compartis parte de lo cool, de la exageración de la hiperbolización de las acciones frente a un exceso de sentimientos para con los personajes. Ese nivel de emocionalidad, mezclado con la exigencia, con la acción, y además unido a una fermentación temporal, yo creo que va por ese lado. Una de las biblias que hicimos para presentar el show, hablamos de Tarantino, del Tarantino francotirador. Y luego creo que hay muchas cosas en Sky Rojo que son más poco típicas: aquí hemos usados el pulp y la acción como soporte para contar un drama social y emocional. Y eso no es tan común. Sky tiene cosas de Euphoria, al contar con estilo algo pesado, en este caso la cuestión de trata, de chicas secuestradas para tener sexo. La estética de Spring Breakers, hay cosas de los Coen siempre en nuestro camino. Pero nos gusta la emoción grande y el fanatismo muy grande. Por ahí va nuestro rollo.  

ESTHER MARTÍNEZ LOBATO: De todas las que se nos pueden pasar por la cabeza, las cosas, digo, recuerdo alguien que hace poco se preguntaba si había plagio si usabas algo de un autor que quieres mucho. Yo creo que hay pinturas, series, cosas que entran por la retina, de alguna manera, y que quedas fascinado de eso. Cuando eres creador, o creativo, eso sigue en tí, pero puede salir muy distinto. A pesar de tener tantas referencias, Sky Rojo, desde el maquillaje o la peluquería, no teniamos un referente claro para mostrarles. Cuando estaba todo escrito y en marcha, fuimos a ver Aves de presa sentímos había algo similar. Pero no, hay más de corazón, de interés en la historia.

—¿Cuánto es esta serie una reacción a “La casa de papel”? Aquí salen al mundo, hay colores, poco gris. 

ML: Después de un año de pandemia, de la casa para adentro, nos gusta la idea de dar un shock de purpurina, de brillos, de cañón de colores. El tema no deja de ser denso, pero eso no quita que no quisiéramos fiesta  

P: En Sky cabe de todo. Un ejemplo es la música. Hay flamenco, esta Camarón, pero también está Primal Scream, Ry Cooder, está Paulo Londra. Hay una gama tan ecléctica, que el eclécticismo es lo que manda. Nos dijeron: “Metamos todos los colores”. Bajo una belleza muy brillante, muy estética, de una cosa muy presente visualmente, hay una perversa realidad, dura, y emocional. Sórdida. Y eso queríamos hacer, atraer al espectador, correr los leones en el club y meterlo realmente en una caballo de Troya. En algo que se sienta como un puñetazo en el estómago, que tenga un tema conmovedor. Creo que todo funciona, el club de las chicas, la persecución, las escenas de acción, la fiesta de colores, los fuegos artificiales: es cierto, después de La casa de papel, de un solo color primario, nos abrimos a todos los colores.

—Hay mucha cosa cool, canción, frases, instantes, pero hay momentos donde aparece muy gráficamente, sin estilo casi, la violencia contra las mujeres. ¿Cómo manejaron esa dualidad entre el brillo, el cine, digamos, y esos instantes que son decidicamente más realistas? 

P: La serie es un viaje constante entre belleza, comedia y una acción aparentemente inocua, donde de repente aparece una crueldad extrema. Cada episodio son 25 minutos, y había que contar mucho en muy poco minutos. Hay escenas donde hay sicarios que mientras entierran a una pobre chica que nada tenía que ver, y que mataron, hablan de su madre, de su madre y sus problemas. Y eso dice mucho de los personajes sin parámetros morales, y de como oscila la serie. Algo que parece desde Vis a Vis hasta en esta, esa paradoja, esa forma de no ver la crueldad que podemos ser. 

ML: En el club, donde ya mostramos el sexo obligado de las chicas, tuvimos que pensar como lo mostrabamos. También la violencia cruda, con cuerpos. Teníamos que frenarnos y pensar. Porque queríamos que se entienda que sabemos que hay una parte oscura. La trata nos implica ser honestos, ser entretenimiento es una cosa, pero no queríamos renunciar a la posibilidad de que entiendas lo fuerte que eso, esa violencia, esa amoralidad. 

—Hay algo en sus trabajos como “Vis a vis”, “La casa de papel” y ahora “Sky Rojo” que tiene que ver con revelarse contra instituciones. En “La casa de papel” es evidente, y aquí aparece el patriarcado, los sistemas ilegales pero con instituciones que permiten la trata, el machismo (en el cine y en el mundo). ¿De dónde surge esa rebeldía en ustedes contra estas calamidades del mundo? 

P: Al final nosotros hacemos una ficción a la que hay que adosarle una línea editorial o una filosofía, una idea del mundo. Generalmente buscamos dolor para dotar a los personajes de emociones. Aquí nos metimos con uno de los géneros que podría ser considerado el más superficial de todos, como es la acción, y lo dotamos de emoción, de dolor. Siempre hay una línea subliminal para hablar de, aquí, el machismo y la trata de mujeres, y en La casa de papel, del carácter estático de las instituciones del gobierno. Eso nos da mucha fuerza de salida, nos hace que nuestras series no sean una cosa vacua que se tira a la basura. Ese hacerte pensar. Es una forma de hacer un sandwich con diferentes capas.

 

La locura de contar troyanamente la trata de mujeres 

Esther Mártinez Lobato lo deja muy en claro. Sabían lo que hacían. Ella y Alex Pina, sabían perfectamente donde iban. Pero también entiende que no sabían dónde se metían. Ella y Pina se ríen pero aclaran “lo que nosotros buscamos es mezclar todo, pero que se entienda la gravedad de cada cosa, creemos en eso, no creemos en separar, si entender y procesar. Nunca hay que ser torpes con temas graves, pero honestamente, tampoco hay que ser torpes con temas leves”. 

—¿Existe una presión a la hora de hacer algo que se ve como “la sucesora de La casa de papel” o que puedan hacer lo que gustan genera un factor más bien de diversión?

ML: La próxima va serie va a ir de la prositución va a ser de media hora, y va a ser de acción y divertida, y seria e investigada. Eso fue una locura. Esa fue la loca propuesta que tuvimos y nos dijeron que sí, por ende, ya nada nos sorprende. Pero después quedaba la seriedad, es decir, darle una base a lo que hacíamos que nos dejará en el gesto y ahí fue donde vimos que había mucho más de la naturaleza de lo escabroso. No queríamos banalizar el tema, no queríamos faltar el respeto. En un punto tuvimos que hacer una calibración nueva, como para no ser deshonestos. Queremos hacer una serie rápida, de cualquier clase social, cool, y que podamos sonar en ese silencio global que hay un poco a la hora de la trata, poner la luz sobre ese pacto de no hablar sobre, el pacto de los usuarios y las instituciones. Queríamos sacar todo a la luz.