ESPECTACULOS
john malkovich

“Nunca he sido capaz de sentir un éxito”

En diálogo con Perfil, dice que sabe que puede filmar una película que no verá nadie o algo comercial y no se siente torturado por eso. El gran actor está en Buenos Aires en el Coliseo hasta el domingo con un espectáculo con textos de Ernesto Sabato. Valora las experiencias artísticas catárticas y se reconoce un eterno insatisfecho.

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“En Estados Unidos el cine no es cine. Es un negocio y está bien.” | Juan Obregón

Como un hombre del Renacimiento, John Malkovich parece interesado en el mundo y sus alrededores; casi nada del universo le resulta ajeno: “Si eres una persona con la suerte de tener curiosidad sobre el mundo, siempre es agradable poder recorrerlo, conocer gente de otros países, otras ciudades, con otras miradas”. No sólo es un gran actor de cine y teatro, y director de teatro y de ópera, sino que también es copropietario de un restaurante en Lisboa, es un apasionado de los viñedos y de la industria vitivinícola, ha dirigido teatro en Francia, y tiene su propia marca de elegantísima ropa de hombres, Technobohemian. La filosofía y la literatura son parte de su vida cotidiana. Se reconoce lector de Faulkner, García Márquez, Vargas Llosa, del chileno Roberto Bolaño, del norteamericano Donald Richard DeLillo y actualmente está leyendo My struggle, del noruego Karl Ove Knausgård. Y demuestra que no pone límites a lo académico y lo popular, porque sobre el reciente Nobel de Literatura expresa: “Dylan ha sido leído por un montón de personas por décadas en todo el mundo. ¿Por qué no entregarle el Nobel?”.

La lectura colabora a su enriquecimiento personal y a la elaboración de sus proyectos. Esto queda confirmado en la propuesta que lo trae a actuar por primera vez a la Argentina. Estrenó ayer en el Coliseo y tendrá dos funciones más, el 22 y 23 de octubre con  An evening with John Malkovich, un cruce de textos de Ernesto Sabato y música orquestal en vivo, donde encarna a Fernando Vidal Olmos, personaje de Informe sobre ciegos, “un mentiroso patológico, un cobarde increíble, extremadamente inteligente, conmovedor. Es en realidad un ciego; es capaz de ver todo excepto sus obsesiones; su suposición de que los ciegos gobiernan el mundo es cierta en su sentido figurado”, según definió durante la conferencia de prensa que brindó el pasado 19 de octubre en el Hotel Alvear Palace.

Presentarse en nuestro país conmociona a Malkovich: “Nunca me imaginé que iba a venir aquí. Hice esto en diferentes lugares pero no sabía qué iba a pasar. Estoy muy impactado de hacerlo en la Argentina. Además, conozco la labor de Sabato en la comisión de [búsqueda de] desaparecidos. [Asimismo], van a estar Mario, el hijo de Ernesto, y nietos del escritor”.

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La ocasión del Coliseo es de por sí apasionante, pero que el actor esté en Buenos Aires es además una oportunidad de conocer al hombre detrás de tantos personajes que llegaron a través de la pantalla grande. En la conferencia de prensa, recordó algunos de los directores con los que trabajó: “Todos los directores me han impactado; todos han sido inolvidables. Recientemente he perdido a dos de los directores con los que he tenido una relación. Uno es Raúl Ruiz, de Portugal; el otro, Michelangelo Antonioni. El mundo es un lugar un poco más penoso sin ellos. Sin embargo, los directores no son las personas más fáciles del mundo. Pero cada uno tiene, de manera particular, su cultura, su mirada cinematográfica, ciertos puntos de vista”. Y Oscar Ranzani de Página/12 hizo la pregunta ineludible, por Relaciones peligrosas: “Sí, quizás esa película sea un punto de giro en mi carrera, más afuera de Estados Unidos que en Estados Unidos. Tuvo un gran efecto. Además, hace tres años, en 2013, dirigí y actué en una nueva versión teatral con una nueva traducción, en París, en el teatro L’Atelier”.

Luego, en un encuentro el miércoles pasado, el diálogo con diario Perfil avanzó más allá del espectáculo que lo trae a Buenos Aires:

—Usted trabaja especialmente con importantes textos, sean guiones cinematográficos y/o novelas. ¿Cómo piensa el vínculo entre la palabra y la actuación? ¿Es posible un teatro que no se sostenga en textos sustanciosos, un teatro hecho de imágenes?

—Me encantan las palabras y la literatura. Sí, también me gusta el teatro puramente visual, y mucha gente ha hecho un gran trabajo en ese ámbito. Sin embargo, el teatro puramente visual sin un contenido visceral no me interesa demasiado; encuentro allí que las imágenes son sobrevaluadas. No obstante sí, he visto grandes propuestas casi sin lenguaje. Pero los griegos ya han escrito que el teatro debe ser enriquecido con una experiencia catártica.

En su gusto por el mundo, la cultura y la diversidad, Malkovich habla fluidamente francés, y entonces, con placer, vuelca su conversación hacia este otro idioma, y contesta:

—¿Cómo piensa la relación en el cine entre lo comercial y lo artístico, particularmente en el cine de Estados Unidos, donde usted ha trabajado tanto?

—Hay una especie de malentendido, una mala comprensión del asunto. En Estados Unidos, el cine nunca ha sido cine, sino que ha sido más bien un negocio, algo para ganar dinero; nunca ha sido una cosa para expresar determinados sentimientos, reflexiones o ideas filosóficas. Está muy lejos de eso; es un negocio. En el negocio, puedes incluir sentimientos o ideas, sí, siempre y cuando ganes dinero. En Europa, en cambio, el cine ha sido creado, ha comenzado, como en América del Sur, de otra manera. De hecho, en sus inicios el cine es más bien un hijo de Europa que de Estados Unidos. En Europa era para expresar cosas, tenía otro objetivo; en Estados Unidos eso nunca fue así, sino que ha sido siempre un negocio, como otros; por eso hay un malentendido. De todos modos a mí me parece que está bien así; no tengo nada en contra de los negocios, están bien, a mí me gustan. Entiendo muy bien que no puedes hacer las cosas artísticas y perder una fortuna, no se puede hacer eso cómodamente en Estados Unidos: ni en el cine, ni en el teatro, ni en la música popular o clásica. Yo estoy totalmente a gusto de ser contratado en cualquiera de estos mundos. Puedo hacer una película que sé que no le va a interesar a nadie y está bien, no hay problema. O puedo hacer las grandes cosas de Hollywood, las que entiendo muy bien, y considero que también está bien. No encuentro un choque conflictivo en esto; es otro objetivo que el que tenía en el comienzo. Hay filmes norteamericanos magníficos, pero van a ganar dinero.

—¿Qué es el éxito para usted?

—Creo que nunca he sido capaz de sentir un éxito; es una cosa que está muy lejos de mí; no hay nada que pueda satisfacerme. Pienso siempre en el laburo; pienso en cómo uno puede mejorar; por qué en vez de hacer esto podría haber hecho esto otro. Este pensamiento me parece algo normal. Busco siempre una manera de mejorar una obra, una película, una escritura; si trabajo con música clásica, que lo hago a menudo, busco siempre otra manera de pensarla…

—¿Nunca se siente satisfecho?

—No. Pero está bien así. No es nada grave. No soy un torturado por esto. Es simplemente una realidad que hay que reconocer, hay que decir: “De acuerdo, soy así, tengo 62 años; he sido siempre así y me imagino que no voy a cambiar”. Está bien, no es grave. Ahora voy a hacer esto [el espectáculo] tres noches; tengo mucho trabajo; luego lo hacemos en Mendoza. Eso soy yo. No voy a cambiar.


Una agenda en torno a textos de Sabato

John Malkovich habló del espectáculo que la productora Ars trajo a Capital Federal y que irá a Mendoza, provincia que a Malkovich le resulta atractiva por su tradición vitivinícola, donde se presentará con la Orquesta Filarmónica de Mendoza, en el Teatro Independencia.

 Sobre el show y su percepción de Sabato como escritor, dijo: “Había leído Sobre héroes y tumbas mucho tiempo atrás. Se trata de una novela muy bella, muy trágica y también extremadamente graciosa. Luego trabajé mucho sobre la adaptación de Informe sobre ciegos, para desarrollar la escena. Las emociones que sentí la primera vez que la leí son las mismas que tengo ahora. Creo que Sabato es un gran, gran escritor, autor de grandes novelas, como García Márquez y Faulkner”. An evening with John Malkovich ha ido variando en las cinco puestas que ya ha transitado. Aquí todos los fragmentos son de Sabato: Informe sobre ciegos y otro, sorpresa, del que Malkovich sólo adelantó que es “una obra muy cercana a todos los argentinos”.

El desafío lo convoca: “Las cosas sin ningún grado de dificultad no son muy entretenidas”. En el Coliseo está acompañado por dos partituras: The protecting veil, de John Tavener, y el Concierto para piano y orquesta, de Alfred Schnittke. Hay treinta músicos sobre el escenario y dos invitadas, Anastasya Terenkova en el piano y Nina Kotova en el cello.