ESPECTACULOS
FEDErico BAL

Pensar de nuevo los límites de lo popular

Estrena Crímenes imposibles y sigue en el Bailando. Cuenta que Carmen Barbieri y Santiago Bal lo hacían ver films clásicos. Habla sobre la fama y la revista teatral.

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Actor. El participante del “Bailando 2019” y ex campeón del certamen llega feliz al cine como protagonista de un film distinto y radical, que mezcla el terror con el thriller. | nestor grassi

Yo crecí con una herencia de sangre a la hora del entretenimiento popular. Me formé ahí mientras era lo único que veía en mi casa. Cine, teatro, tele. Mi abuelo laburaba con Gardel y murieron juntos en el avión. Otro abuelo capocómico. Mi vieja es capocómica de la revista. Mi viejo es un comediante de la época de oro del cine nacional. Es una unión de cosas que en un punto amo y en el otro reniego”, dice Fede Bal a la hora de definir, desde su ADN y su lugar actual como profesional, la cultura popular. “No tuve elección” dice, y parece entender todo lo que pasa, sea tanto ganando ShowMatch (o siendo una de sus estrellas desde hace diez años), produciendo y escribendo para papá Santiago Bal y mamá Carmen Barbieri un espectáculo de revista como Nuevamente juntos, que altera los estereotipos del rubro o ahora protagonizando la recién estrenada Crímenes imposibles, film de terror que lo ve lejos de su figura habitual. Agrega: “Lo popular me llevó a lugares geniales y a muchos prejuicios también”.

—¿Cuál es el prejuicio respecto de vos que más te molesta?

—A mis 30 años, estoy intentando deconstruir la imagen que venía armando hasta ahora. Eso no quita que esa imagen haya representado quién soy. Muchas veces lo que da la tele o lo que se decía no soy. Se inventa mucho. Ese lado tan comercial, tan popular, de tanta exposición me llevó a encontrar en mí el amor por los escenarios, por que la gente me cruce en la calle y me diga algo lindo de mi laburo (sobre mis obras o mi baile anoche). Me costó mucho reconocer que amaba esto. Lo tomaba como un juego.

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—¿Cómo lo vivías?

—Salía a pedir permiso. Vengo con una mochila “a ver qué hace este que está porque es el hijo de…”. Te instalan eso un poco. Pero demostré por mis propios medios que puedo bailar, pudimos ganar con mi ex. Pude actuar en teatro comercial (y ahora en la película estoy en un momento más off, que se expande en la obra que estoy por hacer). Agradezco todo. Poder escribir y dirigir a mi viejo, alterando un género que siempre había sido machista. Agradecer a las mujeres que nos muestran qué puede ser gracioso y qué no en una revista. Dirigir a papá y a mamá fue increíble. Esa popularidad me dejó hacer esto, y puedo hacer convivir filmar una película de género y estar escuchando lo que me dice Polino.

—¿Por qué no te permiten esos dos mundos? ¿Por ser protagonista del prime time?

—¿Por qué vas a ver a alguien al cine si está en el prime time bailando? Yo quiero que eso se genere. Crímenes imposibles, esta película, me carga de emoción porque siempre amé el cine. Estudié en la FUC. Yo veía mucho de chico. Hitchcock, Chaplin, Buster Keaton. A los 7 años. Papá y mamá me sentaban porque amaban el cine. Me decían qué cine iba a ver de grande. Yo quería hacer películas como Spielberg. Mi carrera se fue para otro lado (aunque hice cine detrás de escena) y ahora intento, a ese público que tanto me sigue, ayuda y acompaña, redireccionarlo al cine. La película estuvo en Sitges, Bruselas, en Rojo Sangre. Eso reconforta porque ahí no hay prejuicios. Despegándome del personaje de la tele, soy un actor.

—¿Qué querés contar ahora?

—Quiero demostrar que quiero contar cosas distintas, superarme. En este medio es realmente muy difícil seguir y no aburrir, estar en un lugar digno y bueno. Siento que las figuras que vemos todo el tiempo en la tele aburren, realmente aburren. No quiero aburrir. Podría seguir en mi zona de confort y estar diez años.

—¿Te preocupa no estar?

—Sí, me preocupa. No el no ser famoso. Necesito trabajar todo el tiempo. No sé qué son dos meses sin trabajar. Vi momentos muy duros en mi casa: meses donde no sonaba el teléfono para laburar y mi viejo armaba una obrita en dos minutos y se iba con mi vieja a las provincias a trabajar. Ellos son mi gran fuente de inspiración en eso: no esperar, salir a buscar. El año pasado no aparecí en ningún momento y filmé dos películas. Me dolía un poco, pero la gente no te olvida. El amor en la calle está. Creo que me acomodé en lo popular. Antes sentía que si no me daban una tapa de revista estaba haciendo mal las cosas. Hoy siento todo lo contrario. Es por acá. Me interesa más un afiche en calle Corrientes que una tapa por un escándalo. Ojalá mi película llegue a esa tapa en años. El juego y las ganas cambian todo el tiempo. La tapa no era mi meta pero servía.

—¿Cuál fue tu meta entonces?

—Ganar el “Bailando”, trabajar con mi viejos, dirigirlos y cambiar un poco la revista y la forma de tratar a la mujer. Han venido feministas sin saber qué iban a ver y se han ido felices. Hay otras formas de hacer.

 

Con la ayuda de AWADA

—¿Cómo es actuar en un rol así, como te toca en Crímenes imposibles, considerando que cualquier cosa que hagas aparece en tele? ¿Es fácil o algo te marca mucho la cancha?

—Fue un momento difícil. Me ofrecieron el “Bailando” el año pasado y yo justo me estaba separando, ella estaba en el jurado y mis ex estaban compitiendo. No quería que se hablara de mi vida, por eso era algo que quería soltar. Y estaba preparando la película. Me asusté un poco con la película. Había escenas complicadas, difíciles, que no sabía si podía hacer. Uno sabe hasta dónde puede convencer y dónde no. Fue investigación, tomar un café con Alejandro Awada para contarle mi preocupación. Está todo en los ojos, me dijo. Fue un gran consejo.

—¿Por qué Awada?

—Porque cuando entra a un escenario se siente que entró un actor. ¿Cómo lo haría él?, era lo que pensaba.

—¿Qué aprendiste de tu vieja como profesional que nunca vas a soltar?

—Muy creativa. No podés creer cómo crea cosas de la nada. Es una gran mujer que se renueva. Ha hecho de todo. Es muy admirable.

—¿Y de tu papá?

—El guion de hierro. Hasta escribe los “aplausos” en el guion. Es todo lo contrario de mamá. Y el aplauso se genera. Eso es mágico. Tiene razón. Entonces, ves cómo es alguien que tiene el timing de la comedia, sus pausas. Hoy está un poco deteriorado y sigue siendo un enorme comediante, de los mejores del país.