El último martes se conocieron las nominaciones al Oscar que, en un show conducido por Billy Crystal, se entregarán el próximo 26 de febrero. Como suele ser una costumbre, conocidas las chances surgieron, en forma casi automática, desilusiones y críticas. Ya casi nadie en su sano juicio supone que una entrega de premios se relaciona de forma alguna con la justicia, aunque hay elementos que llamaron la atención de los especialistas.
No digas sí, di oui. Si bien es la segunda en cantidad de nominaciones (la supera La invención de Hugo), The Artist se transformó en la gran favorita de cara a la entrega. Sin embargo, no pocos nubarrones se avecinan. Quienes saben del Oscar recuerdan muy bien la entrega de 1999, cuando las favoritas eran Shakespeare enamorado y Rescatando al soldado Ryan.
En esa oportunidad, Spielberg –director del film bélico– y otros se habían quejado de quienes gastaban sumas siderales para promocionar sus películas en la carrera por el Oscar –léase los hermanos Weinstein, productores de la comedia histórico-romántica–, transformando la ceremonia en un negocio multimillonario. Si bien Shakespeare... se impuso, lo cierto es que desde entonces la Academia tendió a darles la espalda a los Weinstein y sus estrategias de marketing. Hasta este año, al menos.
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