ESPECTACULOS
HUGO SIGMAN

“‘Relatos...’ es la primera película que nos dejará plata”

Cree que los millonarios tienen mala fama justificada y que la contradicción de ser “progre” y magnate no se resuelve. CEO del Grupo Insud y productor del film de Szifrón, pide una ley de promoción industrial para el cine, como en México.

Cine. Sigman produjo varios filmes: el primero, Funes, un gran amor. Dice que no ganó dinero con ellos.
| Marcelo Aballay

Creo que tanto Macri como Cristina tienen que tomarse en solfa Relatos salvajes en el sentido de entender que es un conflicto que tiene que ver con nuestro país, pero también con muchos otros”. De hablar pausado y reflexivo, vestido impecable con traje negro y camisa blanca en una oficina cálida, decorada con arte moderno, Hugo Sigman,  CEO del Grupo Insud, psiquiatra, dueño de la productora de cine K&S que produjo el 70% de la película de Damián Szifrón que se estrena el jueves próximo, comprador de arte, dueño de laboratorios y empresas que suman 7 mil empleados en 46 países del mundo y mil en la Argentina, comparte una hora de su valioso tiempo para responder sin aviso acerca del cine argentino, su propia y novelesca vida, la economía y las contradicciones de ser “un hombre del progresismo y, a la vez, un millonario”.

—Usted actuó en uno de los filmes que produjo, “El gato desaparece”, de Carlos Sorín.
—En verdad no actué, le dije a Carlos que iba a hacer lo que sé como psiquiatra. Que iba a trabajar como si estuviera con un paciente en la circunstancia que me proponía. Nada más. Nunca me animaría a hacer una película.  

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—¿Qué encuentra en común el ser un hombre de mente analítica, empresario, psiquiatra y que a la vez lo conmueva el arte?
—Creo que lo que tienen en común es que lo que trato de hacer es cuidar a los seres humanos y hacer actividades que nos permitan a todos desarrollarnos más. Y el arte aporta la satisfacción de la estética, la belleza, la innovación, la transgresión.

—¿La realidad la modifica más la ciencia o el arte?
—Hay grandes innovaciones científicas que producen una conmoción en la humanidad, mucho más que el arte. Lo digo con prudencia, pero los grandes cambios económicos de la humanidad fueron producto de innovaciones científicas.

—¿Usted piensa que la economía y el mundo andan bien?
—No. Creo que andan muy mal. Hoy el PBI mundial son 70 billones de dólares, 70 millones de millones, eso es lo que produce bienes y servicios en todo el mundo, y los fondos de cobertura hoy manejan diez veces eso, manejan 700 millones de millones; entonces hoy la generación de dinero a partir del dinero transforma el dinero en una mercancía que se compra y se vende. Y no se utiliza para la producción. Eso está complicando mucho.

—¿El poder político tiene menos poder que el económico?
—Muchísimo menos.

EL PASADO. En los 70, con su mujer de siempre, Silvia Gold, tuvo que exiliarse en España. Soñaba con cambiar el mundo. En esa salida forzada los ayudaron las familias de ambos, “nos compraron una casa, un auto, teníamos apoyo”. No le adjudica al hecho de ser psiquiatra el haber formado una familia sólida con tres hijos: Leandro, Mariano y Lucas, y seis nietos. El mayor y el menor trabajan en sus empresas y viven en España. El del medio –Mariano– se especializa en neurociencia. Lo define así: “Es muy transgresor, muy poco formal, muy independiente, y además tiene muy buen reconocimiento científico, y hace con pasión lo que hace”. Cree que salió más parecido a la madre porque “Silvia tiene mucha más mente científica que yo, tuvo mucha condición para la matemática, química y física”.

—¿Conjeturaba en los 70 este presente, en el que... cuántas familias dependen de sus empresas?
­—Ocho mil y pico en total. Y le aseguro que pese a la responsabilidad, duermo bien.

—¿Es generoso con los sueldos?
­—Yo creo que somos justos con los sueldos. Tuve una situación de las que más me emocionaron en los últimos tiempos. Nosotros tuvimos una desgracia familiar hace poco y me mandó un telegrama el Comité de Empresas de la Comisiones Obreras de España, donde me mandaban su apoyo: “Siempre hemos tenido diferencias de clase. CC.OO.  es el sindicato obrero más de izquierda de España, pero estamos”.

—¿Usted es un hombre de izquierda?
—Diría que soy un hombre del progresismo.

—¿No hay contradicción entre la plusvalía y ser un hombre del “progresismo”?
—Sí que la hay. Mucha contradicción. No es fácil resolverla, no sé si se resuelve, trato de hacer algunas cosas para devolverle a la sociedad una parte de lo que la sociedad me ha dado. Por ejemplo, la Fundación Mundo Sano.

—¿Como Bill Gates?
—Bueno, Bill Gates es mucho más generoso que yo.

—A usted no le alcanzaría para pagarles a los fondos buitre.
—No, no me alcanzaría.

PLATA QUEMADA. Edita el mensuario Le Monde Diplomatique y fue dueño de TxT y 3 Puntos, dos revistas que no le dejaron buenos recuerdos. En mayor medida, porque “ligaba cada palo por las tapas que publicaban y yo no sabía”. Recuerda en especial un día que llegaba de Italia y encontró en la avenida Entre Ríos gente con carteles que decían “El Yabrán de izquierda” porque no les gustó lo que se había publicado. Eso lo decepcionó y hoy ante la pregunta sobre si compraría un canal de noticias, dice “no”. Insiste con hacer prensa minoritaria en cultura.

—Pero usted quiere que “Relatos salvajes” sea masiva.
—Sí, el cine me gusta que sea masivo. Que sea bueno, que dé un mensaje y que sea masivo.

—¿Está preparado para los palos que va a recibir por la película?
—No creo. ¿Por qué? Creo que se lo van a tomar en solfa.

—¿Sí? Si usted fuese Macri, ¿se lo tomaría en solfa?
—No. Pero lo relativizaría porque es un fenómeno universal el de la grúa.

—¿Cristina vio la película?
—Sí. No sé qué le pareció, no me contestó. Le mandamos una copia y sé que la vio, pero no sé qué piensa. La película se pasó cinco veces en Cannes, a distintos distribuidores que quisieron comprarla y te aseguro que todos reaccionaron como aquí. Creo que Damián tuvo la virtud de encontrar temas que son bastante universales.

—Usted, que es psiquiatra, sabrá que todos los personajes de la película carecen de salud mental, o sea, ¿estamos todos locos o es una ficción?
—Estamos todos locos y nos controlamos.

—¿En cuántas películas nacionales participó K&S?
—La primera en que participé fue Funes, un gran amor, con Graciela Borges y Gian María Volonté, y las dos siguientes Kamtchatka y Plata quemada.

—¿Ganó plata con los filmes?
—No. Tampoco perdí, salí hecho. No se gana plata con el cine.

—¿Cuál es la razón?
—Las películas argentinas circulan poco internacionalmente, posiblemente Relatos salvajes sea la primera película, porque la compraron en todo el mundo, que tendrá gran circulación y venga a reparar las pérdidas que hemos tenido.

—¿Quiénes son sus socios?
—El 70% es de K&S, el 30% de El Deseo, la productora de Almodóvar, y en la Argentina hay coproductores que colaboraron, como Telefe, Corner, y la productora de Belocopitt.

—Disculpe, pero ¿no ganan dinero con la productora?
—A ver… no. Esa es la verdad. Hemos hecho distinto  tipo de cine, con Carlos Sorín, que hicimos El perro,
El camino de San Diego y Días de pesca, Carlos hace un cine muy económico y con eso salimos hechos. Hoy hacer cine en la Argentina es muy costoso. Habrás visto el nivel de producción y realización de Relatos salvajes, que es muy importante. Es un cine caro. Si no se viaja internacionalmente y no hay un casting importante, es muy difícil recuperarlo.

—Ahora, hay películas que, salvo las de Darín, Francella o Suar, las ven 200 personas como mucho. ¿En qué falla?
—No estoy en contra del cine de arte.

—Antonioni o Pasolini hacían cine de arte en los 70 y se veía.
—Sí. Yo pienso que en la Argentina el cine nacional representa el 8 o el 9% de la audiencia del año, y debería ser el 12 o el 15 para estar más o menos bien. Para estar en ese porcentaje se tienen que dar fenómenos como los que nombraste o producciones muy importantes, entonces…

—¿Qué hacer para modificarlo?
—Está bien que el Incaa subsidie parte del cine de arte porque es función del Instituto. Pero debería tener un criterio distinto para algunas producciones importantes, porque si el Instituto tuviera otro modo de contribuir, se harían más de esas producciones. El ejemplo es México.

—¿Por qué?
—México mostró que fue extraordinaria una ley de promoción industrial que aquí podría complementar la ley de cine. En México con esa ley se recupera el IVA, y las empresas que invierten en cine tienen desgravación fiscal, es decir que se descuenta de los impuestos. Eso hizo que el cine mexicano tenga un boom descomunal. Creo que hace falta aquí para que la industria crezca, y podríamos pasar el 15, 16 o 18%. La entrada al cine es muy cara, tienen que ofrecerle algo distinto, hacen falta producciones que atraigan.

—¿Habló de esto con la Presidenta? Leí que tiene muy buen vínculo con Cristina.
—Alguna vez hablé, pero… a ver, yo no sé si me escucha lo suficiente.  Primero, no es que hable tanto, la conozco desde el año 2001, sé que en muchas ocasiones me ha distinguido con su aprecio y con su afecto, también cuando se enoja se enoja, como ahora por un problema con los precios de los medicamentos. Pero es una persona a la que le gusta mucho el cine. Cuando fuimos a Cannes, nos recibió a todos.

LOS MARZIANO. Realista, cuando le preguntamos a Sigman si a esta altura cien pesos tienen valor, responde: “100 pesos tienen poco valor para todos en este momento”.  Entra su secretaria, le muestra un papel con lo que imaginamos, un mensaje, y se va.

El empresario-psiquiatra-coleccionista de arte, padre y abuelo no pierde su concentración ni se pone nervioso con nada. Ni aun cuando nadie ha ofertado un café o un vaso con agua.

—¿Ve televisión?
—No, muy poco. ¿Tinelli? No lo veo. Vi deportes con el Mundial de Fútbol, alguna película, no veo mucho. ¿Leer? Ficción, algunos ensayos de economía. Variado. De los diarios, soy a la antigua, primero leo la parte internacional, después la nacional y luego economía. En la Argentina es difícil informarse con un solo diario, o sea, hago una síntesis entre La Nación y Página/12. Salvo que haya una noticia como la de Estela de Carlotto.

—¿Cómo ve los medios gráficos hoy?
—Veo a los periodistas en general muy comprometidos con el lugar donde trabajan. No hay sorpresas. Hay una línea, y casi todos en este momento repiten esa línea. Salvo algún artículo de Beatriz Sarlo o Pepe Nun, o los editoriales de Perfil los fines de semana, que son más variados y heterogéneos.

—¿Cree que se puede hacer dinero con los medios?
—No, no se gana plata. Con Le Monde Diplomatique lo hago como una contribución, quiero que sea una reflexión, pero en mi caso, no me sirve para hacer nada más que eso.

—¿Y en los medios oficialistas?
—Lo mismo. Si analizás la publicidad y el contenido, no hay sorpresas, en los medios oficialistas reciben mucha publicidad oficial, y de la privada, salvo la de compromiso.

—Se ve que no tiene buena opinión de los periodistas. Parece que no hay espacio para la independencia de criterio o un análisis diferente.  
—No digo que no tienen independencia de criterio, digo que es difícil sorprenderse. Para decirlo de alguna forma, es difícil encontrar en Página/12 una crítica al Gobierno y es difícil encontrar en Clarín una nota a favor del Gobierno.

TIEMPO DE VALIENTES. El edificio de la calle Paraguay tiene un ajustado sistema de seguridad. Las puertas de adentro son, no sólo blindadas, sino que es casi imposible violarlas. La gente que trabaja ahí parece moverse en absoluto silencio.

No se oyen voces altisonantes, y todo parece transcurrir en una calma nerviosa. A Hugo Sigman lo llaman “el doctor”, que lo es, claro, y a su mujer, Silvia Gold, “la doctora”.  Las obras de arte que decoran el lugar delatan el gusto por el arte que lo remonta a sus años de estudiantes, cuando empezaron comprando reproducciones de cuadros.

—¿Qué le dio el dinero en términos de felicidad, vida y tiempo?
—Lo primero que me dio es seguridad. Muchas veces pensé: “¿Qué pasa si me enfermo?, ¿si se enferman mis hijos?, ¿o un amigo que quiero? También me dio la posibilidad de conocer mucho mundo, de vivir en lugares que me gustan, de disfrutar del arte.

—¿Y qué le quitó?
—Eso quería decir, me quitó muchas cosas también. A veces lo que a uno le quita es la percepción de lo que alguna gente pueda tener de uno.

—El millonario suele tener mala fama, ¿no?
—Sí, tiene mala fama y es justificada. Lógicamente cuando uno tiene dinero, la apropiación de ese dinero visto desde otros ojos se entiende que no es muy equilibrada. Puedo decirle, sin embargo, que mis amigos son los mismos que tenía a los 12 años. Amigos ricos no tengo, sí muchos conocidos.

—Volviendo a “Relatos salvajes”, ¿le gustó la película?
—Muchísimo. Esperamos este guión siete años. Hubo otros en el medio, pero era éste. A Damián le gusta participar en todo, en la promoción, en el marketing, en las discusiones comerciales, pero es una persona muy generosa, muy inteligente, tuvo sus tiempos y nos llevamos muy bien.

—¿Cúal fue el relato que más le gustó?
—Yo creo que el último, el de Erica Rivas es el que más me gustó. Es una pequeña película en sí misma. Pero te digo que para mí fue un privilegio trabajar con estos actores, hubo una generosidad para difundirla, que excedió la remunera ción que cada uno cobró por hacerla.

—¿Qué dijo Almodóvar de la película?
—Hay una frase de Almodóvar que fue tremenda, que dijo algo así como: “Me gusta estar en el cine, y por estar viendo esta película ya me gusta ser parte del cine”. Pedro sintió que ya es un privilegio haber trabajado como artista de cine por haber podido participar en
esta película.  

 

“Axel es tremendamente honesto”

—¿Piensa en inversiones para cuando llegue el nuevo gobierno?
—No sé quién va a ser el nuevo gobierno. Lo primero que tenemos que conseguir es que este episodio que vive la Argentina con los holdouts no lo afecte en demasía. Yo creo que la gran lucha de la economía hoy es contra la “financiarización” de la economía. Para mí, cuando el dinero dejó de ponerse al servicio del trabajo y de la producción, y se transformó en una mercancía que produce más dinero, ahí...

—Es que en esa etapa de “financiarización”, el hombre se reduce a la nada…
—Y no genera riqueza ni trabajo… Me parece que los fondos buitre en ese sentido son como el acné de lo que está viviendo nuestro mundo. Y me parece que la Argentina quedó encerrada en una situación muy difícil.

—¿Qué opina de Kicillof?
—¿De Axel? Lo conozco porque fue compañero de la universidad de mi hijo mayor, Leandro. Creo que tiene una virtud enorme: es inteligente, trabajador y tremendamente honesto. Y es comprometido, que no abandonó sus convicciones.

—¿Y cómo lo ve en este momento?
—Me parece que en este momento tenemos un problema que requiere una urgente solución que es que para sostener la inflación a niveles bajos y tener un dólar más o menos sin que se desborde, las tasas de interés son muy altas, y es muy difícil para las empresas poder producir con este nivel de costo financiero. Me parece que eso puede producir recesión, falta de inversión, y que eso requiere una corrección rápida. Ahora para corregir eso lo que necesitan es que lleguen dólares de afuera, pero me parece que si no hay una corrección de eso, la economía se puede complicar.

—¿Y usted cómo ve su futuro empresarial acá? Si se puede complicar tanto…
—Y en ese momento lo que uno hace, digamos, es “ralentizar” las cosas: invertir menos, expandirse menos, achicarse un poco, medidas defensivas, porque con estas tasas es muy difícil sobrevivir. El Gobierno tiene algunos planes, como el Plan Procrear para la gente sin viviendas, el de los coches, pero en general me parece que el Gobierno trató de contener la inflación.

—Sin éxito.
—Y no fue fácil y con este nivel de tasas, es muy difícil para que haya inversión y que no haya que bajar.

—¿Y España?
—España está… Lo que pasa es que la crisis española es una crisis con un PBI por habitante de casi 30 mil dólares por persona, hay que entender que son crisis un tanto especiales, son países que todavía tienen resto. España este año ha tenido la fortuna del turismo, con toda la crisis del mundo, donde la gente iba de turismo por Egipto, Túnez, que ahora no van, y España es impresionante el turismo este año. Entonces generó muchos ingresos y ocupación.

 

Producción: Gustavo Martín Mendez.