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Repetir pareja para repetir el éxito

Luego del suceso de Dulce amor, vuelven a ser pareja en Camino al amor. Se quejan de que les otorguen sólo media hora por día, y el actor se muestra molesto con las burlas que recibe en las redes sociales.

Estevanez - Zampini.
| Enrique M. Abbate

Camino al amor tal vez sea el último bastión de la telenovela tradicional argentina. Guste o no, el culebrón que antecede a Avenida Brasil en el prime time de Telefe tiene todos los elementos argumentales clásicos para ocupar ese lugar. Amores desencontrados, traiciones, pero por sobre todas las cosas se hace fuerte repitiendo la dupla que los llevó al éxito, aunque para los protagonistas no haya que pensar esta ficción como un lado B de Dulce amor. “No es una segunda parte, y la fórmula se repite por un pedido del público. Hacía mucho que no había un suceso tan grande, después de las parejas de Andrea del Boca con Gabriel Corrado o Gustavo Bermúdez. Es la posibilidad que nos dio la gente de habernos pedido y la disfrutamos”, dice Carina Zampini. “Cuando nos dimos cuenta de que la gente por las redes sociales nos pedía, nos fue fácil decir que sí. Al principio pensábamos que era una locura repetir la pareja”, remarca Sebastián Estevanez.

—¿Cómo funcionan como pareja en esta segunda experiencia?
ZAMPINI: Nos miramos y nos encontramos desde el lugar que la escena requiere. Tenemos algo que es absolutamente positivo, que es que nosotros generamos cosas que están buenísimas a partir de las escenas y eso tiene que ver con el hacer juntos. Nos tenemos mucha confianza.
ESTEVANEZ: Nos dan la libertad de hacer lo que se nos ocurre en el momento o lo que aparece en un ensayo. A pesar de la cantidad de horas de grabación y de todo lo que eso genera, la onda que tenemos fluye. Nos divertimos y nos respetamos.

—Este año sumaron a un galán histórico como Rodolfo Bebán. ¿Cómo es trabajar con él?
E: Es un excelente actor y persona. Lo admiro en todo sentido. Tiene una luz increíble, lo amamos todos acá.
Z: Es un sol. Yo tenía 19 años y todavía no había arrancado en televisión, cuando participé de un casting que él estaba tomando para hacer de su hija en una novela. Cuando terminó, él salió con esa imagen y presencia que tiene y dijo: “Ya está, sos vos”, pero al final no se hizo el programa. No lo volví a ver hasta ahora. Cuando me encontré con él le dije la alegría que sentía y le recordé el evento. El también se acordaba de todo y me dijo que cuando me vio trabajar en televisión se dio cuenta de que no se había equivocado. Entonces yo no era nadie como para que me registrara. No lo podía creer, me emocioné mucho.

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—Arrancaron la tira con más de veinte puntos de rating y los números ahora cayeron un poco. ¿Qué creen que pasó?
E: No es nada fácil contar una novela en media hora. Es la mitad de un capítulo, eso te enlentece la tira y no te deja plantar una historia. Es otro proceso. Los capítulos se fueron modificando, eso te juega en contra. No es lo mismo para Avenida Brasil, que está terminando, que para nosotros que tenemos que instalar una novela.
Z: Sobre todo cuando el programa está gestado para tener capítulos de una hora. Lo positivo de todo esto es que la gente desde la primera semana pedía que durase más. Si a ellos se les hace corto, es porque quieren más.

—También compiten con “Guapas”, el éxito de El Trece…
E: Guapas tiene una hora y lleva más tiempo al aire. Es una novela que respetamos y está muy bien hecha. No es verso. Que nos vaya bien a todos nos da laburo a todos. No hay que desear al otro lo que uno no quiere que le pase.
Z: Es un placer competir con ellos. En un horario central, que haya dos ficciones a las que les vaya bien es buenísimo.    —¿Qué les parece que el mayor éxito de la tevé local sea una tira extranjera?
E: No es sólo acá, es un suceso mundial. Yo veo la producción, los guiones y es Hollywood. Igual, me gustaría ver el promedio de rating. Dulce amor o Graduados hicieron lo mismo o más y se produjeron con el 1% de Avenida Brasil.
Z: Hay que valorar y copiar lo que está bueno. Es una novela excelente. El tema se da porque es un éxito rotundo. No es la primera vez que se pone algo de exportación. Pero hay que tomar las cosas como son y ver que la gente también elige las ficciones locales, porque en realidad hoy se elige la ficción.

—Sus personajes viven todo con mucha intensidad. ¿Replican eso en la vida privada?
Z: Todo es potenciado en las telenovelas, pero creo que uno puede tener una pareja, fomentar el amor permanente y ocuparse de que eso se profundice. Uno debe trabajar para que en una pareja la pasión pueda sostenerse.
E: Acá estamos todo el tiempo calientes como una pava (ríe a carcajadas). En la vida personal es todo un quilombo, pero yo creo en el amor intenso y con mi mujer (Ivana Saccani) estoy feliz. Igual, uno al personaje le pone lo que uno es. Ella no sé cómo será con sus parejas, pero supongo que es apasionada como su personaje. En ese sentido somos iguales, ¿no?, yo me imaginé que sí, porque si no, ¿de dónde lo saco?
Z: También hice mucho de mala y no soy una hija de puta, che. Pero sí, soy intensa. Uno le va poniendo sus cosas y a mí me apasiona desde el trabajo hasta hacer una comida con amigos.

—Tuviste a tu hijo siendo muy joven. ¿Te gustaría tener uno ahora?
Z: No, no tengo esa necesidad. En algún momento estando con el papá de mi hijo tuve ganas de tener otro. Ahora, además de tener que buscar con quién porque estoy sola, veo que él está más grande y me empiezo a sentir más relajada en otras cosas. Proyecto en un par de años, cuando él tenga 17 o 18, hacer cosas que postergo y me encantan, como volver al teatro.

—Sebastián, ¿cómo tomás las críticas que recibís de tu trabajo en las redes sociales?
E: Si es con buena onda, lo tomo con buena onda. Si es con mala leche, obviamente no. Igual, ése es un 1%. No pasa nada, siempre hay gente que es resentida y se divierte molestándote para que le contestes y tener más seguidores. Yo no me engancho, pero muchas veces les da resultado. Si estás herido con algo, te tocan ahí y saltás. Además, si no les gusta cómo laburo, todo bien, miren otra cosa. Pero ¿te tomás el trabajo de ir a mandar un tuit? No sé, qué sé yo.

 

El legado de “Dulce amor”

—¿Qué les dejó Dulce amor?
E: Tenemos todos los capítulos en la cabeza. Todos. Fue maravilloso, pero no daba para más. Compramos y creímos en la propuesta de seguir, pero continuarlo más era una falta de respeto al público y la novela. Te das cuenta cuando la historia se va cerrando.
Z: Fue muy largo. Grabamos muchos capítulos, más de 300. Fue un programa con un par de tentativas de final, pero seguíamos porque la gente lo quería. Cuando terminamos fue un fin de ciclo, de algo maravilloso que cerró bien. Si lo hubiéramos cortado antes, nos habríamos quedado con la sensación de que faltaba algo más.

—¿Sienten que debieron recibir un Martín Fierro?
E: Nos lo merecíamos, para mí. Fueron cinco nominaciones y las disfrutamos, pero no ganamos ni uno. Fue raro, y también fueron pocas nominaciones para un programa que duró un año y medio. Si en las individualidades tenían pensado que lo ganaran otros, está todo bien. Pero con lo que pasó con la novela, no puede ser que no ganara un premio. Fue una injusticia y el público se puso heavy con eso.
Z: Formamos parte de un gran show, de un gran negocio y todo esto es parte de eso. Prefiero verlo desde ese lugar. Hay gente que elige con su criterio y hay que respetarlo.

—¿De verdad no les importa?
E: Está todo bien. No es que no me interese, un premio le interesa a cualquiera. Yo estoy creciendo y aprendiendo. No soy nadie para pensar que tenía que ganarlo, y hay que saber perder. Me bajonearía si el público no nos aceptara.
Z: El mejor regalo es el del público. Tener uno como el nuestro es suficiente, y esa devolución es la que de verdad importa.
E: Lo que más nos importa es hacer una novela que esté buena, que le guste a la gente y que disfrutemos. Obvio que lo que queremos es que la gente nos vea, porque si tenemos un rating bajo nos levantan el programa.