“Niní Marshall. Lucille Ball. Ana Acosta. Anita Martínez. Mucha gente me gusta. Juana Molina. Gabriela Acher. Flor Peña. Carmen Barbieri. De todas saco cosas que me gustan mucho. Ellas hacen otra cosa distinta a mí. Pero en realidad, somos mujeres que hacemos humor. Nos identificamos en eso.” Así define Florez sus ídolos en la comedia. Y define su comedia también: “Yo lo que hago siempre es un personaje del personaje: no hago una simple imitación exacta, del color de la voz (para mí la voz es importantísima, imitar no es sólo hacerse la cara y ponerse una peluca y contar un buen chiste, la voz es esencial en la imitación). Hago un personaje del personaje, lo potencio diez veces más para que sea gracioso, nunca es una burla, es una parodia.” Pero hay una constante en Florez: explicar que todo lo hace con respeto. “Creo que cuando uno traspasa, o uno se expone, siempre va a tener que explicar, no le podés gustar a todo el mundo, y siempre va a haber una confrontación. Y eso está bueno porque quiere decir que lo tuyo pegó, que se habla, que se vio. No me canso de decir que lo hago desde el respeto, y lo diría mil veces. Lo que la gente no ve es cómo encaro los personajes: el tiempo y la dedicación que cada uno implica. Y eso implica respeto. La comedia no es destruir: es parodiar, ahí pueden entrar los defectos y las virtudes. Cosas que a uno no le gusta que se muestren y se enfatizan: cuando uno es famoso, hay que bancársela. Que te imiten, que hagan chistes sobre vos. Es así. Yo pienso que es así.” ¿Se animará a hacer del Papa? “Estaría bueno, pero ningún imitador debería: es como imitar a Dios, pero ahí cerquita, no da.” Por lo pronto, el teatro sigue siendo un éxito: “El estreno salió bárbaro. Es más, está andando tan bien la obra que Faroni nos está agregando funciones. No me esperaba tanto. Tenía un poco de miedo. Calle Corrientes es muy difícil: a todo el mundo le cuesta, incluso a gente que ha triunfado en el verano. Siempre voy muy cuidadosa y no hay que creérsela nunca, y aun así, me sorprendió.”