ESPECTACULOS
Teatro

Si 20 años no es nada, 40 son muchos

Hace un año bauticé anticipadamente a la temporada de Mar del Plata como “cauta”.

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Estilo. Como el culo en el Neptuno, Bossi Master Show en el Mar del Plata y Mi vecina favorita en el Lido son tres de las propuestas para la temporada en salas de Carlos Rottemberg. | cedoc

Hace un año bauticé anticipadamente a la temporada de Mar del Plata como “cauta”. Aquella fue mi manera prudente de definirla, después de haber pasado el invierno 2016 con una importante baja de espectadores teatrales en la Ciudad de Bs.As., comparativamente con 2015. “Cauta” fue una manera de tirar la pelota para adelante. O sea para marzo. El término que mejor le cabría para definir cómo resultó el balance final me lo guardo, como manera de cuidar las formas.

Comienza un nuevo verano, y en lo personal con una particularidad: cumplo cuarenta temporadas consecutivas en esa ciudad. Ininterrumpidas, sin faltar a ninguna. Obviamente lo sabía, pero debo reconocer que sí me sorprendí al enterarme de que es el único caso –en cualquiera de los rubros que componen nuestra actividad– que, sin ser marplatense, lo haya concretado.

Creo que mi mejor aporte a la ciudad fue construir teatros donde no existían. A la vista de todos, ingresos reinvertidos. Así, a la galería entre los teatros Neptuno y Lido retornó el Bristol, haciendo justicia con el que fuera en ese espacio el teatro Astral hasta 1987; el cine América se transformó en teatro; en un baldío de la Av. Luro levanté el teatro Mar del Plata o, más atrás en el tiempo, en el cerrado restaurante La Marmita fundé el teatro Corrientes, el primero del que tuve que desprenderme hace cuatro años para honrar compromisos. Esos espacios teatrales, creados con empresas exclusivamente marplatenses, perduran en el acervo cultural y sobreviven a las personas. Es improbable que nos detengamos a pensar que cuando un actor o una obra se ofrece en un escenario, es también resultado de que hubo alguien, hace 80 o cien años, que lo construyó.

Soy un agradecido a esa ciudad. Fui bien tratado desde que llegué a ella, apenas terminado de cursar el secundario. Recuerdo que parando en el hotel Corbel, su conserje me ofreció el contacto con su señora para que me ayudara a elegir tela y confeccionar el primer telón de boca para el debut de la Compañía de Susana Campos y Rudy Carrié en Pijama de seda. El conserje se llamaba Ricardo Martino, su mujer Luisa. Aquel contacto derivó en el primer puesto de boletero para su hijo (también Ricardo Martino), hoy apoderado de la empresa.

El ejemplo anterior sirve para graficar que ese buen trato fue la primera carta de presentación de una ciudad a la que llegué para quedarme. Este  verano implementé una promo “40 x 40”. Sin letra chica: por ser marplatense tenés el 40% de descuento en varios espectáculos. Otra manera de agradecer.

Estoy convencido de que Mar del Plata es ícono turístico argentino, incluso para quienes no la visitan. Es marca registrada. Es nuestra marca nacional cuando de verano se trata. Y toda marca impuesta merece cuidarse, si no se quiere correr el riesgo de que para dos generaciones posteriores sea solo un recuerdo mencionado por sus mayores. Así lo entendió el gobierno de la provincia de Buenos Aires, incluso con un protagonismo inusual por parte de la actual gobernadora y una importante pauta en medios. Una apuesta que merece reconocimiento por parte de residentes y visitantes. Resulta pintoresco recordar cuando en 2015, dos canales de televisión, un mismo domingo de invierno por la noche, vendían la ciudad como la más peligrosa del país (junto a Rosario), para ahora hasta enterarnos que es la más segura si Corea del Norte lanzara un misil (SIC, Google mediante).  

Volviendo al teatro, preámbulo de 2018, quienes llegamos desde la Ciudad de Buenos Aires conocemos un balance 2017 de empate técnico en espectadores contra el año anterior, el cual fue perdidoso contra 2015. El hecho que tantas figuras con poder de convocatoria hayan confluido al mismo tiempo en el circuito de la Av. Corrientes y todas juntas solo hayan logrado detener la caída, pero no revertirla, inquieta.

También inquietó en 2017 ser un año con “camarines con candado”. Salvo un par de musicales, los elencos con producción se conformaron por una a cinco personas. Menos fuentes laborales para el barrio teatral y una radiografía que muestra cómo lo que hubo para repartir en taquillas se distribuyó en pocas manos. Otra semblanza de escenario.

Al pensar cómo celebrar las cuarenta temporadas en Mar del Plata, no encontré mejor respuesta que “con más teatro”, pero ¿cómo?, si el verano pasado dejé sin abrir tres salas, de las seis que dirijo, para hacer menos perdidosa la ecuación. Ahí me dí cuenta que llegaba un verano para trabajar más con el corazón que con la cabeza, con todo abierto, y que de los números se ocupe el contador.

*Productor teatral