ESPECTACULOS
patricia palmer

“Siempre simpaticé con la izquierda”

La actriz sostiene que la libertad de expresión está en riesgo por culpa de los fanatismos, y confiesa que nunca se pondría la camiseta de la derecha.

Reflexiva. Palmer afirma que no le alcanzan los tiempos para perfeccionarse como actriz, y que nunca se convertiría en política.
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Desde hace unas semanas, Patricia Palmer se transformó en Juana la loca, el personaje de la pieza que con texto y dirección de Pepe Cibrián Campoy subió a escena en el teatro El Cubo. “Mas allá del resultado, me hace feliz este espectáculo –afirma la actriz–, es una valijita que me permitirá dar la vuelta por el país, sin importar si lo hacemos hoy en un teatro y mañana en una escuela”.
—¿Cómo te llegó la propuesta?
—Me llamó Pepe, con quien nunca había trabajado. Es un desafío hacer un unipersonal, y acepté porque el texto es muy bello, poético y difícil...
—Encarnás, además, otros personajes.
—Sí, pero coincidimos en un trabajo minimalista. Cada personaje tiene una energía distinta, hay matices en la voz, pero los cambios se evidencian a partir de la presencia. Además de Juana, hago también a su madre, Isabel la Católica, y a su padre, Fernando. Me interesa cómo se muestra la historia sojuzgada de las mujeres, ellas como el esclavo del mundo, al que les es muy difícil despegar del machismo. Esta protagonista pierde su libertad por su sexo. No lo digo por enemistad con ellos, por el contrario, nos ayudaron. Mi padre fue un catalán anarquista que me impulsaba para ser libre.
—¿Las situaciones cambiaron?
—No. En la política y en las empresas no hay la misma cantidad de ellas que de ellos, más allá de nuestras capacidades. Como psicóloga social realicé una investigación sobre la violencia que sufrimos y el primer país en femicidio es España. ¿Por qué matan? Porque ellos tienen más fuerza física. Hay mucho que trabajar porque ésta es nuestra debilidad: el cuerpo, no lo es la inteligencia.
—¿Qué te apasiona de esta historia real?
—Cuando Juana reinó se disfrazaba de pueblo junto con su marido y se mezclaban en las fiestas. Fue un amor a primera vista, siempre fue muy rebelde y sexual. Ella vive muchos años –más de setenta–, lo sobrevive a su marido. Me impactó, más allá de su historia de amor, el que a ella la sostenga el odio y la pasión que sufre. Quedó “Juana la loca” en la historia, más que “Felipe el hermoso”. Siento que esta protagonista es una anécdota para contar hechos más tremendos.
—¿Qué hay de ese largo camino que emprende con el cadáver de su marido?
—Son dos teorías, una que Juana no quería despedirse de él y tarda dos meses en llegar a Granada, para sepultarlo. Pero también se dice que era su escudo, ya que tenía conciencia que al separarse de él, aunque muerto, perdería el poder y la iban a encerrar, como hicieron.
—¿Cuál es tu posición frente a la realidad que vivimos?
—No soy política y no quisiera un puesto de este tipo. Me cuesta mucho tiempo ser actriz, me recibí de dramaturga en el IUNA, hice puesta en escena con Szuchmacher y pedagogía con
Raúl Serrano, pero no me alcanza la vida para perfeccionarme como actriz, ¿cómo podría ser política? Soy una ciudadana, una persona pública, y tengo responsabilidad. No me pongo ninguna camiseta, sé las que no me pondría, como una de derecha, porque siempre simpaticé con la izquierda. Este gobierno tiene aciertos muy grandes y otros que no me gustan, como la prepotencia y la soberbia, pero les reconozco que hoy estamos mucho mejor. Me desapego de los fanatismos, no soy “anti nada” porque me gusta el análisis y el debate. Creo que es el mejor momento de mi país, viví el Proceso, después el principio de la democracia y luego el neoliberalismo. Eran tiempos de mucha libertad de expresión y siento que ahora está en riesgo por culpa del fanatismo.