En el cuerpo de Florencia Peña se ven tres tatuajes que ella explica. “En mi brazo izquierdo tengo este mantra hindú, es la conexión divina y terrenal; en mi pie otro en sánscrito, para materializar los deseos y romper con la cadena de los imposibles. Y la flor de loto –en su hombro derecho– dice quién soy yo”.
Cumplió cuarenta años el 7 de noviembre y quiere una nueva etapa en su vida. En esta entrevista Flor anticipa proyectos en televisión, teatro, y habla de la película que está filmando y que la llevará a Salta, provincia de su actual pareja (Ramiro Ponce de León). “Haré algunos capítulos en Viudas e hijos del rock & roll –dijo–, entro para enamorar a Fernán Mirás. Estoy leyendo propuestas para regresar en 2015 a la ficción. Pero no creo que siga con Tu cara me suena, son programas muy intensos en lo corporal como para continuarlos”.
—¿“Tu cara me suena” se parece a “ShowMatch”?
—ShowMatch es una competencia, un reality donde tu vida personal influye. Fue una situación muy lúdica, no tuve un antes y un después. Cuando me llegó la propuesta de Tu cara me suena la rechacé, estaba en el teatro con Vale todo y además no estaba convencida. Marley me persuadió. Soy la primera sorprendida porque estoy interpretando temas y géneros muy distintos.
—Primero debutó tu hijo Juan en “Tu cara me suena”, y ahora lo hará Tomás en el cine. ¿Cómo fue?
—El director Alcides Chies le propuso actuar y él aceptó. Creí que era una respuesta de compromiso, pero no. Recordé que mi deseo empezó viendo Festilindo. No cambiaría nada de lo que viví. Por eso sentí que no podía negarle esta oportunidad a Tomás, no quiero que sienta presión, ni es el comienzo de algo, ni la continuidad mía. Jamás a mis hijos les impuse el teatro o la música, pero siento que cualquier acercamiento al arte estimula la creatividad, ayuda en la vida y es un buen camino de sanación.
—¿Cuándo volvés al teatro?
—Proyecto terminar de armar un espectáculo mío, tipo music hall, con base de humor donde cante, baile y actúe, se llamará Casi diva. Iremos a Villa Carlos Paz al Teatro del Sol. Además, el año que viene haré en el teatro El pecado de Amelia de Betty Gambartes y Diego Vila.
—¿Pudiste sobrevivir después del video?
—Sí, fue y es muy difícil, ya que estamos en plena situación de juicio con allanamientos. Pero la duda siempre estuvo puesta en mí y había una actitud de que me debía bancar lo que hice. Me habré filmado dos o tres veces y una se filtró, creo que lo que hago en mi intimidad es mío. El que lo robó debe pagar ante la Justicia. Robó el video y maliciosamente lo cortó en tres partes, cuando me recuperaba de la primera sacaba la segunda, y así cada vez. Hubo una búsqueda de hacerme daño adrede. Espero que mi caso sea ejemplificador, fue fuerte porque ese video fue muy visto y como soy actriz tuvo más difusión. Son los buscadores de internet los que aceptan seguir subiéndolo y eso puede ser un caso penal.
—¿Lo vinculaste con tu posición política?
—Es alguien que tiene un pensamiento distinto al mío, pero no sé si fue por mis ideas políticas. No me destruyó. Al contrario: me deprimí pero me rearmé y me fortalecí. Son trompadas que te hacen tambalear, pero me levanté. Aprendí que no debo ser tan confiada y también me di cuenta de que todo lo que hice en estos años me sirvió para defenderme.
—¿Es cierto que querés volver a ser madre?
—Tengo muchas ganas… Ramiro no tiene hijos, hay ganas y yo amo los niños. Estoy entrando a la mitad de mi vida, siento que estoy feliz y no lo veo nada mal. Seguro que va suceder, lo que se me pone en la cabeza se me cumple.
—¿Cómo se construye una pareja en la distancia?
—Al principio fue muy difícil. Estuve casada diez años y fuimos con Mariano muy felices, pero después de esa experiencia siento que el amor cambia. Ya no siento el deseo de fagocitar al otro, el reencuentro es maravilloso, aunque la convivencia tampoco estaría mal. Todos los fines de semana los pasamos juntos, tenemos una pareja no convencional. Soy una escorpiana muy enroscada y el humor me salva. Ramiro es muy compañero, no hace lo mismo, es un abogado sensible, mira mucho cine y teatro, pero al no estar en este mundo su mirada es muy interesante, como más liviana, y eso me ayuda mucho. Desde que está en mi vida me tomo todo mucho mejor. Sabemos que si nos necesitamos nos tomamos un avión y estamos junto al otro. Para eso sirve el dinero. No tengo ni carteras ni joyas caras. No lo necesito: cuanto menos tenés, más rico sos. Cuando gano bien, esa plata es para viajar en familia; lo material ayuda a construir la felicidad, pero no lo es.
“El éxito no es real”
En la charla Florencia Peña descubre su mirada sobre el prestigio. “Creo que por mi popularidad el camino es un poco más largo, pero los años de construcción al final me lo van a devolver. Por el contrario, me doy lujos de aceptar trabajos que otros no harían, por ejemplo ir a ShowMatch. Necesitaba bailar, me acababa de separar y estaba muy triste. Este costado de intuición me ayudó muchas veces. Lo que más me divierte es no encasillarme”. Y ejemplifica: “Admiro a Norma Aleandro, pero nunca le preguntaré cuántos espectadores la vieron. Su legado no tendrá que ver con el éxito, que es efímero, sino con su obra. Quiero un pedacito de inmortalidad por lo que hago”.
Peña dijo: “Me mareé a mis 18 años y lo agradezco porque me sucedió a una edad en la que le pasa a todo el mundo. Me gusta hablar con la gente, ir al supermercado, ponerme zapatillas y no estar maquillada todo el día. Puedo producirme, pero no es mi necesidad. Nunca elegí un trabajo por dinero, cuando me ofrecen teatro acepto un porcentaje. Estoy en un momento de mi vida donde aprendo que hay que disfrutar. Hoy si digo sí es porque creo que me va dejar algo, aunque el resultado me traiga dolor, siempre fue interesante”. Y sigue: “Estoy en un medio que tiene puesta la mirada en el afuera, pero desde adentro me peleo con ese principio. Puedo estar en la televisión, tener éxito o no, pero no es lo más importante. Con Tu cara me suena aprendí que mi felicidad es sentir que diste lo mejor. El éxito no es real”.