La entrevista es telefónica y, cuando del otro lado de la línea se escucha la voz reconocible, uno tiene ganas de soltar el chiste de decirle: “¿Hola, Susana?”, pero se contiene. Debe comprenderse: hace 24 años, Susana Giménez comenzó a hacer famoso el latiguillo en su programa de llamados telefónicos. Desde entonces, creció y creció a nivel popular y se convirtió en una de las referentes indiscutidas de la televisión argentina. Transformó el “¿Hola, Susana?” en un chiste obvio para periodistas poco creativos.
La voz de la estrella rubia, del otro lado, muestra una combinación de ansiedad y cansancio. Aclara que el regreso del programa será el próximo jueves con la brasileña Xuxa como primera invitada a su living, porque no llegaban al miércoles como habían anticipado. “Hubo que correrlo un día porque no se terminaba la escenografía”, dice. “Todo el atraso viene porque hay varios segmentos nuevos, y cambiamos mucho la parte escenográfica principal. Es algo muy grande.”
—Se te escucha nerviosa. ¿Siempre estás así antes de empezar o es la vuelta al formato diario?
—Yo siempre me meto en todo lo que hago, porque imaginate que está mi nombre de por medio. Además, me gusta hacerlo. Lo de volver al formato de lunes a jueves es como volver a lo mío: lo hice muchos años. Yo había jurado que nunca más iba a hacerlo porque estaba tan bien con el del domingo que no me quería ir de ahí. Pero bueno, me convencieron y aparte que el del domingo ya estaba siendo un poco largo, a veces duraba tres horas. Lo hablé con Yankelevich, con Gustavo y con Tomás, y ellos estaban de acuerdo en que era bueno para mí volver a la hora diaria. En fin, me convencieron.
—Supongo que, por la confianza que se tienen, Gustavo Yankelevich debe tener facilidad para convencerte...
—Sí, me agarra con esos ojitos divinos... (lo imita): “Susan (sic), te necesitamos, te necesita mi hijo”.
—¿Cómo te hace sentir que el canal te necesite? Imagino que, más allá de la galantería, debe haber algo de cierto.
—Y bueno, sí. No lo quiero tomar al pie de la letra porque me sentiría muy responsable. Igual, siempre me siento muy responsable. Si no fuera nadie, la cosa no va y listo, no se comenta. En mi caso, siempre tengo miedo de que pase algo, de que no guste. Son miedos eternos.
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