ESPECTACULOS
Les Avants-Premieres

Una muestra de cine francés, suspendida

Habla la directora del film Retrato de una mujer en llamas, Céline Sciamma. Al cierre de esta edición se canceló el ciclo por la pandemia.

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Celebrada. La directora Céline Sciamma muestra un amor queer en 1760. Fue nominada al Golden Globe por su película. | Gza. Zurutuza

Les Avants-Premières es, desde hace 12 ediciones, un oasis de cine francés, entre estrenos, preestrenos y revisitar películas que se dieron en festivales locales. En su nueva edición contaba con doble sede (Cinemark Palermo del jueves 19 al 25 de marzo y Hoyts Patio Olmos Córdoba del 27 al 29 de marzo). Las 12 películas que integraban el ciclo incluyen Fête de famille de Cédric Khan, Asuntos de diván de Manèle Labidi Labbé y Frankie de Ira Sachs. Los tiempos verbales cambiaron ante la cancelación de la muestra por el coronavirus.

Entre ellas se destacaba Retrato de una joven en llamas, el celebrado film de Célina Sciamma, que desde la Francia de 1760 genera una película moderna, de amor queer, que ilumina el presente y que fue nominada a los Globo de Oro como Mejor Película de Habla no Inglesa. El film se estrena el 19 de marzo en nuestro país, y aquí Sciamma habla sobre su crucial obra.  

—¿Por qué ir al siglo XVIII para hablar de cuestiones que hacen al presente?

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—Un problema puede ser viejo, pero no implica que no se hable sobre tópicos actuales. Especialmente cuando se trata de una historia tan poco conocida, de mujeres artistas y de mujeres en general. Cuando empecé a investigar sabía más bien poco sobre qué implicaba ser una mujer artista en ese momento. Había casi cien mujeres pintoras con carreras, gracias principalmente a los retratos. Pero aunque hoy están en los museos, no estuvieron en la historia del arte. Cuando descubrí esto me sentí muy excitada y también muy apenada. No solo porque la historia del arte las invisibilizó sino por lo que eso implicó.

—Aparece por primera vez en tu trabajo una historia de amor. ¿Por qué esa decisión?

—Fue mi deseo inicial filmar una historia de amor. Primero, mostrar paso a paso cómo era enamorarse, el presente puro y el placer de ese proceso. De ahí hacemos foco en la confusión, la duda y el intercambio romántico. Y después una memoria de un amor. La idea era crear una película diseñada para experimentar el placer de la pasión y el placer de otra forma de disfrute, más emancipado, más vinculado a nosotros y no a los personajes. Claro que está el deseo de una historia de amor basada en la igualdad. Un amor que no esté regido por estatus sociales o en relaciones de poder y donde la seducción aparece antes que el encuentro de esas categorías. Quería que hubiera solidaridad y honestidad entre los personajes.

—Hay, por un lado, una gran recreación histórica, pero también una búsqueda de una intimidad entre los personajes. ¿Cómo manejaste ese balance?

—Apenas empecé a soñar sobre esta película, el gran desafío a la hora de la recreación de época tuvo que ver también con cómo contenía aquello, lo íntimo, la emoción. Aunque a muchas de estas mujeres les era difícil no tener una vida con un sendero ya marcado y asignado, aquí iban a experimentar algo nuevo, distinto. Eran curiosas, inteligentes y querían amar. Sus deseos eran parte de un mundo que

prohibía esos sentimientos, pero que aun así existían. Sus cuerpos les pertenecían cuando estaban relajadas, lejos de la vigilancia, donde no está más el grillete del protocolo, cuando están solas. Quería volver a su amistad y hacerles preguntas, a sus actitudes, a su humor, a su deseo de escapar.