ESPECTACULOS
Entrevista

Una pareja con poca moral y mucha acción

La serie –coproducida por TNT, Cablevisión y El Trece– se encuentra dirigida por Adrián Suar.

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Leticia Bredice y Rodrigo de la Serna estrenan El lobista el miércoles en el canal que dirige Suar, en la que se muestra el submundo de las finanzas. | Aballay

El lobista debuta en el contexto indicado, donde la realidad supera a la ficción: en Argentina se viven tiempos de corrida del dólar y especulación financiera, momentos de crisis que suelen aprovechar los operadores económicos. Rodrigo de la Serna es Matías Franco, un traficante de influencias que trabaja para privados y presiona al poder para sacar leyes o réditos que beneficien el bolsillo de sus clientes y, por ende, el suyo. Pero en una especie de analogía con Nueve reinas, aparece Natalia Ocampo, el personaje de Leticia Bredice, una competidora que le ofrece formar una sociedad, aunque nunca pierden la rivalidad. Coproducida con Artear, Pol-ka, Cablevisión Flow y TNT, la miniserie de diez episodios empezará a indagar en el mundo económico el miércoles 30 de mayo a las 22.45, al día siguiente para Latinoamérica en TNT (a las 23), y tras el primer episodio estará completa en la plataforma on demand de los clientes de Cablevisión Flow.

—¿Qué expectativas tienen de este estreno en un contexto en el que cambió la manera de consumir ficciones?

De la Serna: A nivel personal y profesional, es muy raro estar haciendo televisión y todavía no haber visto nada en pantalla, no tener la devolución del público inmediatamente, que no se pueda cotejar en pantalla cómo viene la mano. Es como hacer una película, un largometraje, pero de tres meses. Es interesante lo que sucede, y en este caso estamos muy convencidos de la propuesta, eleva la media de la ficción argentina por la factura, la perfección del guión, y esta trama requiere el trabajo del espectador: de alguna manera deberá ser un poco un detective que resuelva y termine de completar la trama. Las actuaciones son extraordinarias, como la de Darío Grandinetti; Leticia es un monstruo de actriz; Julieta Nair Calvo va a sorprender a más de uno; Luis Machín es un prócer de la actuación; Juan Nemirovsky, Alberto Ajaka...

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—¿Son de juzgar la moral de sus personajes?

Bredice: No, al contrario, soy de leerlos, de observarlos, más en esta serie. Pero sí juzgué a un personaje que me tocó interpretar en una película, en la que hacía de una madre a cuya hija violaban cinco chicos, y ahí sí no podía agarrar el texto. Decía “qué hija de puta” porque no hacía nada, le tomaba la fiebre y le daba un beso. Decía que el libro tenía mala energía, y con los libros que había leído... En El lobista me inventé la historia sobre una mujer fría a la hora del negocio; ella inventa que sale todo bien, y lo tiene a Rodrigo pidiéndole ayuda porque es muy segura. Soy histriónica, me gusta ser payasesca, pero lo hacía fría como si fuera un kiosquero: “Son siete pesos”.

DLS: Como persona, ciudadano, y sí, naturalmente juzgo, pero a la hora de actuar no, todo lo contrario, y cuando más te comprometés de psiquis y la espiritualidad o no de cada personaje, de cada rol, más expuesto dejás a ese rol. Entonces le das la oportunidad al espectador de que sea quien juzgue, es un error moralizar y juzgar el rol desde el actor.

—Grandinetti interpreta a un pastor evangélico. ¿Qué vínculo tienen con la fe?

DLS: Soy agnóstico, te podría decir. Reconozco que hay algo más, no sé cómo se define; siento que la realidad que vivimos está muy acotada, que hay un más allá de lo evidente que está en permanente gravitación sobre los destinos de las personas. Pero como no tengo una fe...

B: Tengo fe. Siempre la tuve. Vengo de una familia católica, pero no soy practicante. Mi hermana mayor es catequista. Los evangelistas plantean catolicismo con otros puntos de vista, es una de las partes de la serie más interesantes, me importa esa mirada de que todo se puede salvar.

—¿A tu hijo (Indio Sanguinetti) lo criaste en el catolicismo?

B: Los abuelos de mi hijo son muy católicos, son seguidores de san Benito, por eso tuve que bautizarlo. Pero nunca le inculqué que tenía que ir a misa, siempre le hablé con la verdad, de que hay ángeles, un mundo maravilloso que no vemos. Tiene 12 años y es muy inteligente.

—¿Están bautizados?

DLS: Sí, pero no tomé la comunión. No estoy adoctrinado por la Iglesia, sí tengo muchas inquietudes espirituales, hay una búsqueda permanente, hay preguntas vibrantes y hay un anhelo ahí.

 —En la gráfica de “El lobista” te llega el agua al cuello, ¿tuviste momentos complicados financieros en tu oficio de actor?

DLS: Sí, hay distintos tipos de agua. Hay momentos más duros que otros. Creo que tuve mucha suerte en mi carrera profesional, siempre tuve la posibilidad de ganarme la vida haciendo lo que me gusta y siento que soy un privilegiado. Hay momentos que son más angustiantes que otros.

—¿Qué rol o qué importancia tiene el dinero en sus vidas?

B: De momentos; siempre ahorré. Soy hija de un inmigrante italiano laburante. Aprendí que tengo que guardar. Nunca me quedé sin un peso a la hora de trabajar. Siempre ayudé a mi familia, pero hay un rol en el que me olvido totalmente en mi relación con el dinero, de mi relación con las enfermedades, el alcoholismo, yo no me juzgo en eso y en el dinero tampoco.

DLS: Tengo una relación rara con el dinero. Nunca tuve mucho, me encargué de no trabajar solo por el dinero; tengo una relación ambigua, reconozco que si es una energía bien utilizada puede llegar a ser beneficiosa. Y en este mundo, sin dinero es muy difícil sobrevivir, y ahí está la trampa, por eso esta relación ambivalente con esa energía. Una vez el papa Francisco dijo que el dinero era el estiércol del diablo, una metáfora que me quedó grabada.

—¿Viste “Billions” o alguna serie sobre el mundo financiero?

DLS: No, ¿para qué? Miro la película que vemos todos los días los argentinos cuando leemos los diarios, ¿no?

B: A mí me agarró el corralito, así que no puedo decir cosas muy simpáticas. Cada diez años pasa lo mismo. Trato de que no me dé miedo, pero la economía me tira muy para atrás y me da pena que vuelva a pasar.

—Rodrigo, ¿qué hubiera hecho tu personaje con la corrida del dólar que vive Argentina?

DLS: Hubiera sacado mucho provecho.

Lo que se viene en proyectos

Rodrigo de la Serna despedirá el ciclo Estilos criollos de Argentina, donde la guitarra es la gran protagonista y en la que el actor pone voz a candombes, tangos, milongas camperas, y orquestas típicas, el 15 de junio en el Opera Orbis. “La cultura argentina está en vías de extinción”, remarca el actor de 42 años. “No sé decirte en qué porcentaje soy actor y en qué porcentaje soy músico. Actúo desde hace treinta años, la guitarra la toco desde los 18 años, y desde 2005 estamos en el escenario con Yotivenco. Tampoco hay tanta diferencia entre el músico y el actor, creo que el actor está al servicio de esas poéticas, tímbricas, y el músico a la vez está al servicio del actor, cada personaje modula y tiene sus fraseos y melodías, sus rítmicas”.

A De la Serna le espera el estreno de Yucatán, comedia española en la que vuelve a actuar con Luis Tosar luego de Cien años de perdón. Dirigida por Daniel Monzón, en ella Tosar y De La Serna son dos estafadores de turistas de un crucero. Se estrenará el 31 de agosto en Madrid.

Leticia Bredice está preparando el guión de una obra de teatro que va a dirigir en Microteatro, la experiencia teatral que es éxito: “Se llama Vino y habla principalmente del amor”, revela la intérprete que se lució en El elegido y Locas de amor. “La va a protagonizar mi sobrina Ananda Bredice (Graduados) y Miranda de la Serna, la hija de Rodrigo y Erica (Rivas), y el papel masculino lo hará Juanma Cabrera, que es un actor alucinante. Es una historia de amor entre Alfonsina Storni y Roberto Arlt”.

Se siente respetada por el público y sus colegas. Bredice es afortunada: “Muchísimo, aunque nunca perseguí eso. Empecé a los 17, tengo 40 años, y es difícil atravesar la vida cuando todos saben tus momentos buenos y malos, y siempre mis compañeros actores me respetaron y me aconsejaron. Tuve la palabra de corazón de compañeros como Rita Cortese y Ana María Picchio”.